¿Se Puede Comer lo de la Ofrenda de Muertos? Esto se Hace con los Alimentos del Altar
Algunos tiran la comida a la basura y otros la ingieren sin mayor problema, pero no todos los alimentos son comestibles
Andrés Olmos | N+
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Cada 2 de noviembre resaltan los decorativos hechos por el Día de Muertos y una vez que la festividad llega a su fin, mucha gente se pregunta si se puede comer lo que se pone en la ofrenda para los difuntos. Pese a que existen muchas creencias, acá te decimos si en verdad se saludable ingerir los alimentos del altar y cuándo se debe hacer.
Cada familia coloca diferente tipo de comida, pues depende de los gustos que tuvo el ser querido que falleció. Lo que más suelen poner son mandarinas, pan de muerto, calabaza, tejocote, entre otras cosas.
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¿Se puede comer lo de la ofrenda?
Existen diferentes tradiciones y rituales en la cultura mexicana. Algunas personas creen que no es bueno ingerir los alimentos puestos porque es una falta de respeto para el fallecido, pues pese a que no la puede comer, si la huele e inhala su esencia y sazón.
La realidad es que la comida se puede ingerir, siempre y cuando no esté en descomposición o echada a perder. Cosas como la fruta, los dulces las calaveritas de azúcar suelen mantenerse en buen estado durante varios días, pero guisados, tamales o cualquier cosa que necesite de la refrigeración para conservarse, es más probable que ya no sirva.
En el caso del pan de muerto, es normal que se encuentre endurecido, pero basta con meterle al horno o al microondas junto con un vaso de agua pequeño para que vuelva a hidratarse. Además, cabe aclarar que las creencias indican que existe un día específico para poder comerse lo del altar.
Cuándo se puede comer lo de la ofrenda
En varios libros que profundizan el tema del Día de Muertos bajo una rigurosa investigación, se deja claro que los alimentos que se ponen en el altar se pueden ingerir en el tercer día en que las ánimas abandonan la tierra.
Bajo esta creencia, la comida se debe consumir después del 1 y 2 de noviembre, justo en el momento en que se levanta la ofrenda y se retiran todos los objetos utilizados, pues para entonces los difuntos "ya tomaron la gracia" de cada manjar.
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