¿Qué es el queso de puerco?
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Si alguna vez te has preguntado por qué le dicen queso de puerco a este producto, si resulta muy distinto al panela o al manchego, te decimos la historia detrás de ese nombre tan particular.

¿Qué es el queso de puerco?
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Este es el origen y los ingredientes principales detrás del queso de puerco, un alimento que a pesar de su nombre, no pertenece para nada a la familia de los lácteos. Si alguna vez te has preguntado por qué le dicen queso de puerco a este producto, si resulta muy distinto al panela o al manchego, te decimos la historia detrás de ese nombre tan particular. El queso de puerco no contiene lácteos. De hecho, tiene más semejanzas con una salchicha, que con un parmesano. En realidad, se trata de un embutido. No solo en el español, sino que en otros idiomas como el francés y el italiano también recibe la denominación de "queso" a pesar de no ser uno específicamente. El origen de este producto es en Europa, durante la Edad Media. En México llegó ya muchos años después, cuando arribaron los españoles a nuestro país. En todo el mundo, y desde su aparición, la base del queso de puerco es la cabeza del cerdo troceada y hervida con especias. La cabeza de este animal es rica en colágeno, la cual, al momento de ser procesada y cocinada se convierte en una especie de gelatina salada.
¿Cómo se elabora el queso de puerco?
Tanto orejas, cachetes, ojos, y partes de la cara de cerdo se ponen a limpiar con mucha agua, durante un par de horas. Después, ya que están limpias, se cortan todas las partes y se pone en agua hirviendo hasta que el producto tenga una textura suave. Luego de ello sigue el sazonado. En México, en especial en el Estado de México, se agrega vinagre, hojas de laurel, pimienta, sal gruesa, tomillo y a veces, hojas de arrayán. El objetivo es que el calor de la olla rompa con la textura viscosa y los cartílagos. Por ello el proceso tarda más de tres horas en realizarse. Posteriormente, ya que está sazonada y cocida, la carne del puerco se escurre y se coloca pieza por pieza en una canasta de mimbre. La cual, es la misma que se utiliza para la elaboración del queso fresco, de ahí su nombre. Una vez ahí, se debe prensar muy bien para eliminar el exceso de líquidos y grasa. Posteriormente, se deja secando en un lugar fresco por algunos días. Lo anterior para que el colágeno de la carne ayuda a integrar todos los elementos y quede una pieza única con todos los restos del cerdo lista para comerse.