Irma Serrano: ¿La Tigresa Era Satanista?

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A lo largo de su extensa carrera, tanto en el mundo del espectáculo como en la política, se corrió el rumor de la cercanía de Irma Serrano "la Tigresa" con el satanismo, pero ¿esto es real?

La verdad sobre el rumor de Irma Serrano como satánica

Existen muchas historias que relacionan a Irma Serrano 'La Tigresa' con el satanismo. Foto: Cuartoscuro | Archivo

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Irma Serrano es un icono cultural mexicano, que trascendió las décadas reinventándose, pasando de ser una vedette a ser protagonista de cómics, entrando a la política y, en la parte final de su carrera, siendo una pieza imprescindible de los programas de chismes de principios del siglo XXI.

Eso sí, en todas sus facetas, siempre corrió el rumor de su afición por el satanismo y la magia negra. ¿Qué tan real era este rumor?

Ahora que ya no está entre nosotros, es buen momento para revisar si existen razones reales para pensar que La tigresa era satanista.

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¿Cómo inició el rumor de que la Tigresa era satanista?

El origen del rumor de la cercanía de la Tigresa con el satanismo se dio a finales de los años sesenta. 

Según relata en "A calzón amarrado", el primer libro de la trilogía de sus memorias (que complementan "Sin pelos en la lengua" y "Una loca en la polaca"), uno de los grandes regalos que obtuvo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, su amante, fue una enorme casa en la calle Peñas de la colonia Pedregal de San Ángel. 

Dentro de la casa tenía un piano de cola y, en la habitación principal, lucía la cama de la emperatriz Carlota, otro de los regalos de Díaz Ordaz. La casa tenía un gran jardín, que usaba para organizar fiestas y reuniones, con una alberca y una fuente.

Pero, lo más llamativo de la casa se encontraba en la puerta de la vivienda, un elemento que se volvería característico en sus propiedades: la estatua de un diablo desnudo tallado en madera.

Supuestamente, este diablo también fue un regalo del presidente Díaz Ordaz, y era especial porque la madera con la que estaba construido procedía del árbol en que el general Gastón N. Santos, amigo de Díaz Ordaz, cacique de San Luis Potosí y apodado "El Alazán Tostado", colgaba a sus enemigos.

La Tigresa realizó muchas fiestas y reuniones sociales en su casa de San Ángel, y todos los invitados quedaban asombrados al ver en la entrada al diablo desnudo, iniciando el rumor de que la Tigresa era satanista. 

Irma Serrano se ganó la fama de satanista. Foto: Cuartoscuro | Archivo

¿En verdad la Tigresa era satanista?

Ahora bien, la relación entre Irma Serrano y el satanismo es más vieja que la aparición de esta escultura, que se volvió icónica en el Teatro Fru Fru y en sus diferentes residencias. 

En 1962 grabó la canción ranchera "Llamando al diablo", que no trascendió, pero en la que ya dejaba pistas de su cercanía con lo satánico:

La canción dice: 

"Aquel dolor se hizo llanto, el llanto se hizo agonía, su agonía se hizo muerte de tanto que la quería. Nadie lo oirá mas rezar, ni a ella amor implorar, pues en noches infernales a demonios va a invocar. Diablos vengan en mi ayuda, vayan a obligarla a quererme, diablos vengan en mi ayuda que quiero vengarme, que quiero perderle, pa ́ que sepa el dolor de un amor humillado, pa ́ que entienda el dolor de un amor ultrajado, vengan, vengan, los estoy invocando, vengan en mi ayuda. Al diablo estoy llamando. Nadie lo oirá más rezar, ni a ella amor implorar, pues en noches infernales a demonios va a invocar".  

La también estudiante de filosofía reveló, muchos años después en el programa "Permítame Tantito", que ella sí se consideraba satánica y bruja. En esa entrevista con Israel Jaitovich, Irma Serrano dijo:

"Soy bruja, pero no de escoba, me gusta practicar la brujería negra porque la blanca no me sale. Mi nana era curandera... bruja. Era de raza maya auténtica, y yo, cuando lo necesito, echo mis maldiciones". 

Alejandro Jodorowsky, en su propio libro "El maestro y las magas", contó que, después de un pequeño romance y un posterior desencuentro en los años setenta, la Tigresa le advirtió que era "bruja y satánica".  

Eso sí, nunca lo maldijo, solo lo demandó y terminaron sus pleitos en los tribunales, con una cantidad enorme de notas de prensa de la época relatando el conflicto.

Aunque, al final del juicio, ella lo felicitó y hasta le regaló un anillo de oro con una calavera incrustada, porque, gracias a la atención de la prensa, pudo tener su teatro lleno durante los complejos años setenta.

La actriz Lucila Mariscal, en una revista de alcance nacional, recordó que le tenía miedo, porque se decía que la Tigresa "era sacerdotisa de misas negras". Por eso nunca aceptó entrar a su camerino, porque en la entrada del mismo "estaba un satanás o diablo de cuerpo completo, tallado en madera negra con todo y cuernos. En la entrada de su camerino había una lengua de vaca o no sé de qué, amarrada con un listón rojo y con sangre". 

La misma actriz cuenta que “una vez me amenazó y me dijo: ' Vas a ver', como a los 15 días de eso me tropecé, di un paso debajo de la banqueta y había un agujero y ahí metí el pie. A mí me han dicho que esta mujer entierra a la gente en macetas con muñequitos”. 

En los años setenta destacan un par de fotos que Irma Serrano se tomó con Anton La Vey, fundador de la Iglesia de Satán, con quien aparece tomada de la mano. 

Ahora bien, el satanismo de la Iglesia de Satán está basado en la filosofía secular racionalista, alejada de los sacrificios y toda la parafernalia que se ven en las películas.

Y, si tomamos en cuenta que La Tigresa estudió filosofía en la UNAM, bien podríamos pensar que su tipo de satanismo era más cercano a este tipo de práctica racionalista, más centrado en los ritos como aspectos que ayudan a enfocar la mente, y jugar con las creencias de los demás.

No en balde, varias personas que acudieron a alguna de sus muchas casas contaban que, al lado de sus estatuas de demonios tenía figuras de ángeles y arcángeles.  

Así que, lo más probable es que buena parte de su fama de bruja fue aprovechada como una forma de espantar a sus enemigos y para atraer la atención de los medios.

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