¿Sabías que no Tener Vida Social es Peligroso para tu Salud?
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El aislamiento mata a más personas que la obesidad. Aquí te decimos por qué es importante tener una vida social sana.

Los peligros de la soledad. Fuente: Pixabay
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Todos conocemos a algún amigo que presume ser antisocial, y afirma que es feliz sin salir de fiesta, encerrado en casa leyendo un libro con una taza de café junto a la ventana en una tarde lluviosa. Pero, por más que reniegue de la vida social, ese mismo tipo de personas tiene un pequeño grupo de amigos al que ven de manera regular, y que medianamente los mantiene cuerdos. Sin embargo, la pandemia trajo consigo un encierro obligatorio que desorganizó la vida social de millones de personas y desestabilizó la manera en que convivimos.
Los más jóvenes no tuvieron tantos problemas para, por medio de apps de mensajería, videollamadas y partidas de videojuegos online, reconfigurar la manera en que socializan; de hecho, muchos de ellos ya usaban estas formas de comunicación para mantenerse en contacto con sus amistades. Para las personas de mediana edad, y todavía más para los adultos mayores, las cosas fueron más complejas. Aun así, millones lograron acostumbrarse a la nueva normalidad. Sin embargo, muchos no tuvieron tanta suerte y vivieron aislados o semiaislados la parte más dura del encierro obligatorio. De entrada no parece algo tan duro, pero la soledad -muchas veces encauzada por un mal entendimiento de la autonomía social- trae consigo muchos problemas de salud. A continuación te contamos por qué no es saludable estar solo.
Los peligros de la soledad
Ya es un lugar común afirmar que el ser humano es un ser social, pero así es, lo somos. Podríamos remontarnos a nuestro pasado antropoide, y confirmaremos que desde sus orígenes la raza humana y sus antepasados viven con el único fin de estar con "otros". También es cierto que en la modernidad los instintos de compañía se han visto menguados, por la facilidad para aislarnos y tener "sustitutos" de los otros; desde un libro, a un servicio de streaming y, claro, una mascota humanizada. Así, cada vez es más fácil estar solos.
Estudios realizados en la Universidad de Cambridge en personas mayores en aislamiento social concluyeron que aquellos sin una interacción social adecuada tenían el doble de probabilidades de morir prematuramente. El estudio también descubrió que las personas sin interacción social tienen un riesgo de mortalidad comparable al del tabaquismo. Y no sólo descubrieron eso, sino que la mortandad de las personas solitarias es aproximadamente el doble de las personas con obesidad. Periodos largos de aislamiento social deterioran el sistema inmunológico y aumenta la probabilidad de artritis, diabetes tipo II y enfermedades cardíacas.

Al tener debilitado el sistema inmunológico, ven disminuida su producción de anticuerpos y son más propensos a contraer enfermedades víricas. Los psicólogos evolucionistas Louise C Hawkley y John T Cacioppo especulan que la soledad desencadena nuestros instintos básicos; nos pone en un estado de alerta continuo que afecta nuestro sueño y dificulta relacionarnos correctamente con otros. De manera sencilla, nos pone alerta porque no nos sentimos protegidas por "una tribu". Por eso, los solitarios son más propensos a sentir paranoia y a experimentar inseguridad en los ambientes llenos de gente.
El miedo a la soledad
Además de todos los problemas anteriores, existe un miedo social tremendo antes de admitir que estamos -o nos sentimos- solos. La mayoría de nosotros sabemos lo que es sentirse solo en una habitación llena de gente, ya sea un salón de clases o la oficina en la que trabajamos. Si no hay nadie a tu lado con quien sientas confianza, aun en un lugar atiborrado, te sentirás aislado.
En términos de sentimientos de aislamiento social, la cantidad de personas que conocemos no es la mejor medida. Y menos nuestros amigos virtuales en Facebook y otras redes sociales. En realidad, para tener una vida social satisfactoria no necesitamos de mucha gente. Según el ya citado John T. Cacioppo, la clave está en la calidad, no en la cantidad de esas personas. Solo necesitamos algunas personas con las que podamos interactuar de forma abierta y, de cierta forma, que nos atiendan sinceramente, a cambio de una situación igual en sentido contrario.
El problema es que existen algunos factores que pueden limitar nuestra vida social; la más común se da en la vejez, al ser más difícil interactuar con nuestros amigos y que, por obra de la naturaleza, estos comienzan a fallecer. Por eso es más fácil ver a adultos mayores aislados. También existen problemas poco comunes, como la pandemia. Ahora que las personas comienzan a salir con menos peligro es común descubrir que todas las que estuvieron aisladas tienen una enorme necesidad de hablar, para intentar exorcizar el aislamiento.

Un problema del siglo XXI
A pesar de ser conscientes de la importancia de la compañía, rara vez le damos la importancia necesaria. Nos obsesionamos con estrategias para prevenir la obesidad, dejar de fumar o beber, pero casi nunca nos preguntamos sobre los problemas de interacción social de la gente a nuestro alrededor. Poder tener a alguien que nos haga compañía para compartir nuestra vida, desahogarnos, contar chistes, o simplemente conversar, especialmente en momentos difíciles, es fundamental para vivir plenamente.
Como mencionamos líneas arriba, desde nuestros orígenes, somos seres sociales y necesitamos de otras personas. Por lo anterior es recomendable mantener relaciones sociales sanas, y aprovechar las herramientas tecnológicas a nuestro alcance para, así sea de forma remota, no perder contacto con nuestro círculo de cariño afectivo. No es nada bueno aislarte. Así que busca formas de no perder el contacto con aquellos que son significativos para ti.