Policías Son Blanco de Ataques del Crimen en su Día Libre
Policías del país narran cómo son vulnerables cuando se encuentran desarmados y que en los ataques en contra es posible que sus datos sean filtrados por mandos y compañeros
Andrés M. Estrada
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El cuerpo se le estremece al observar las fotos de sus hijos con el uniforme escolar. Han transcurrido dos días del operativo en un punto al oriente del Estado de México, donde la unidad especial de la policía a la que pertenece aseguró un narcolaboratorio, grandes cantidades de cocaína, mariguana y rescataron a personas secuestradas. Ahora la organización criminal lo ha ubicado y ha enviado a su teléfono celular las imágenes de los menores.
Invadido por el miedo llama a su esposa. “Salte de la casa, llévate a los niños y vete con tu mamá”, le pide. No es la primera vez que lo amenazan, sin embargo, esta vez la intimidación es directa contra su familia: “Te vamos a matar, no sabes con quién te has metido”. La pregunta es inevitable: ‘¿Cómo consiguieron mis datos personales?’.
El agente de la policía estatal sabe que será más vulnerable en cuanto termine su turno y estará desarmado. No quiere correr el mismo destino como otros policías del país, que al encontrarse francos, es decir en su día de descanso, vacaciones, camino a su casa o al trabajo se han vuelto blanco del crimen, a través de ataques directos con armas de fuego, blancas y a golpes que les han arrebatado la vida.
Agresiones que son parte de venganzas y revanchas hacia ellos, sobre todo por parte de las organizaciones criminales o delincuencia común, que aprovechan cuando se encuentran desarmados, sin protección y vulnerables.
Y a pesar de que la mayoría de ellos mantienen un bajo perfil, el crimen los ubica a través de sus rutas habituales o los datos personales, que en ocasiones son filtrados por compañeros y mandos de sus propias instituciones policiales, aseguran distintos policías del país, entrevistados por N+.
"El 36.6% de los policías asesinados en México estaban en su día libre”, explica Daniel Gómez-Tagle, consultor en fuerza pública y creador del proyecto Azul Cobalto, donde se dimensionan los riesgos que corren los policías en México. Los homicidios no son aleatorios, apunta, porque se está cazando a los policías cuando no tienen oportunidad para defenderse, al no contar con armamento, chalecos antibalas y vehículos para escapar.
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Sergio Padilla Oñate, investigador y especialista en seguridad pública coincide: “Cuando están francos, muchos de ellos no traen su arma de cargo, tienen que dejarla en las instalaciones de la policía. Es un factor como de desprotección”. Miguel Ángel Herman, presidente de la asociación Unidos XporlaSeguridad y policía de Guadalajara, Jalisco. señala que el policía cuando realiza su trabajo de manera eficiente, va a tener estos ataques.
Al menos 913 policías de distintas corporaciones del país que se encontraban francos han sido asesinados desde el inicio de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador al 23 de julio de 2024, detallan la cifras de Azul Cobalto.
Uno de estos el del coordinador general de la Unidad Estratégica, Táctica y Operaciones Especiales, el comisario jefe Milton Morales Figueroa, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, asesinado el pasado domingo 21 de julio de 2024, en Coacalco, Edomex, mientras se encontraba de vacaciones, visitando a su familia y sin escoltas.
Origen de los ataques
“No podía salir con mi familia, por lo mismo de las amenazas. Igual luego cuando andábamos patrullando, pues se nos acercaba la maldad. Así, con armas largas”, platica el policía del Edomex que intimidaron con las fotos de sus hijos, y quien pide no revelar su nombre ni fechas de lo ocurrido. Dice que su trabajo era riesgoso y vivía con miedo porque tenía que cuidarse la espalda.
Las agresiones en contra de los policías fuera de servicio tienen un origen y van dirigidas a los que están combatiendo al crimen y también a los que están coludidos con ellos y que no han cumplido lo pactado.
"Han sucedido por venganzas, inclusive hay algunas personales, hay otras que son por el crimen organizado, por los delincuentes (comunes)”, subraya Nelly Felix, presidenta del Frente Responsable Operativo (Froac) en Sonora, al precisar de dónde provienen los ataques.
Rodolfo Basurto, de la Sindicato Nacional de Policías, concuerda que la delincuencia organizada es la que tiene más organización y poder de fuego para este tipo de agresiones.
Son contra compañeros que no tienen nada que ver con la delincuencia, sin embargo, lo hacen para intimidar a la corporación o en venganza en contra de algún mando que esté involucrado. Inclusive hasta por cuestiones personales pudiera pasar.
A Miguel Herman también lo intimidaron, y señala que “las amenazas son de gente que intenta doblegarte, intenta que no realices bien tu trabajo”.
El investigador Sergio Padilla Oñate, es puntual y expone que algunos de los asesinatos están relacionados con policías que se vinculan con las organizaciones criminales cuando dejan de ser útiles por algunas diferencias.
Sin embargo, aclara que existen otros casos como el de Milton Morales Figueroa, en donde “se podría generar estas hipótesis de sus investigaciones de gran calado. Lo del (ataque al periodista) Ciro Gómez, etcétera. Sí podrían corresponder a rencillas de organizaciones criminales, que van por estas cabezas que tal vez sí están afectando sus intereses”.
Datos personales de policías filtrados al crimen
Las groserías comenzaron a subir de tono apenas contestó la llamada de un número desconocido. “¿Qué… vienen a hacer a la colonia?”, le exige el tipo al otro lado de la línea. “Venimos a dar pláticas a los niños”, respondió Miguel Ángel Herman, en ese entonces comandante del Grupo Escolar de la policía de Guadalajara, Jalisco. Enseguida le colgaron. Ese día acudió a la colonia Infonavit Estadio, una zona caracterizada por el robo de vehículos y otros delitos.
Más tarde encontró a su comandante de área y le platicó lo ocurrido. “Son los malos”, le respondió tranquilo. Luego prosiguió: “nos tienen bien ubicados, quiénes somos, en qué patrulla andamos”.
La anécdota ocurrida diez años atrás la relata el presidente de la asociación Unidos XporlaSeguridad y asegura que, por “desgracia la información que le proporcionan a los delincuentes muchas de las ocasiones sale de los mismos compañeros”.
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No es el único que lo piensa. Rodolfo Basurto, quien se desempeñó como policía en la Ciudad de México, apunta a que las filtraciones de datos se dan por algún integrante de la delincuencia organizada que se encuentre dentro de la corporación, o por elementos que están involucrados con los delincuentes.
Inclusive cuando hacen algún levantón de algún compañero se puede sacar la información. Le sacan nombres, cargos y todo eso y con esa información es la que utilizan para llevar a cabo sus ataques.
Nelly Felix dice que cualquiera puede acceder a los datos de los policías: “Si tú solicitas en cualquier institución (...) delegación y preguntas por fulanito de tal, no te van a decir el nombre completo, pero te van a decir que entra a tales horas”.
Daniel Gómez-Tagle explica que de los 913 homicidios de policías francos, registrados en Azul Cobalto, al menos 152 transitaban entre la base y su casa de ida y vuelta.
“Los atacantes sabían cuando entraban y salían de su horario laboral, que 157 se encontraban acompañados por su familia y fueron asesinados en su domicilio”, detalla. A esto agrega que: “Sabían dónde viven. Nos revela que los criminales tienen un mejor control de los horarios en los que los policías dejan de ser policías técnicamente, porque dejan de tener las herramientas (para defenderse), pero los matan porque son policías”.
A esto el investigador suma que, los homicidios de mujeres policías en descanso es otro tema peor: “las matan por ser policías, pero además las matan dentro de su casa sus parejas, en lo que se califica como feminicidios”.
Algunos otras formas de ubicarlos es cuando acuden a los juzgados a declarar contra algún maleante que detuvieron por un delito de alto impacto. Ahí los familiares, amigos y cómplices los identifican para intimidarlos, dice un policía de la SSC de la CDMX que pide no revelar su nombre.
Huir y esconderse de los criminales
La tarde que el policía estatal recibió las fotos de sus hijos se encontraba patrullando.
El miedo lo hizo abandonar la institución y un par de días después también dejar su casa junto con su familia. No quería arriesgarlos.
“No era muy cordial para mí siempre andarme escondiendo. Tuve que cambiar de casa por el miedo. Me tuve que ir a vivir dos años a otro lado”, recuerda el policía.
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