Mujeres Policías de México son Víctimas de Acoso Sexual y Discriminación en su Trabajo

Las mujeres policías se ven envueltas en una espiral de violencia de género dentro de las instituciones policiales predominadas por una cultura machista 

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Para las mujeres policías es casi imposible denunciar la violencia de género porque son revictimizadas.

Para las mujeres policías es casi imposible denunciar la violencia de género porque son revictimizadas. Foto: Cuartoscuro

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El mensaje del comandante fue claro y sin titubeos: “Aquí todas pasan por mí si quieren algo”. Ella, con las lágrimas en sus mejillas accedió con la esperanza de que el hostigamiento laboral en su contra se detendría. No fue así. Tampoco fue la única vez que tuvo que prestarse a los apetitos sexuales de su mando. Un día de pronto no aguantó más, decidió que ya no quería ser policía ni saber nada de la institución.

Esa no había sido la primera vez que sufría violencia de género dentro de la policía del Estado de México. A su ingreso como cadete sus instructores eran muy estrictos, la discriminaban por ser mujer y no la tomaban en cuenta. ‘¿Cómo es posible que una profesionista ingrese a las filas de seguridad pública? Tú no eres de aquí, tú no sirves’, le escupían comentarios ofensivos a la cara. Karen Montalvo era egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN), pero en lugar de ejercer su carrera quiso seguir los pasos de su padre, un comandante de la policía del entonces Distrito Federal.

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Apenas se graduó del curso básico la enviaron a sus primeros servicios en Nezahualcóyotl. Ahí se topó con el mismo discurso machista de compañeros y mandos. Intentó ganárselos. Les compraba un refresco o una botana, aún así le decían que era la niño sin pilin, un chamaco y otros términos misóginos similares. No la querían ni subir a una patrulla por el hecho de ser mujer.

Aunque ella no es la única que ha padecido este tipo de actos. Las mujeres policías del país se enfrentan a un espiral de violencia con un ambiente hostil dentro de las corporaciones, al ser acosadas sexualmente, hostigadas laboralmente y presionadas a través de favores sexuales para tener un “buen ambiente laboral”. Incluso han sido violadas. Los agresores son compañeros y mandos de las instituciones.

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Sin embargo, esa no es la única violencia de género que padecen. Al estar embarazadas sus superiores las presionan con los servicios, arrestos y castigos para que renuncien. Incluso las obligan a usar chalecos antibalas a pesar de su condición y se burlan de ellas.

¿Denunciar? Imposible. Sus propias instituciones así como las fiscalías las revictimizan, y sus verdugos quedan impunes.

Instituciones machistas

Uno de los grandes problemas que se origina dentro de las instituciones policiales es la cultura machista, donde se ve a las mujeres como un objeto sexual y no como una compañera más para el apoyo de las labores de seguridad.

“El acoso sexual sí lo hay en la mayoría de las mujeres por parte de sus superiores o de los mismos compañeros, y al no acceder en muchas ocasiones se convierte en acoso laboral”, explica Marcela Munguia, representante de la organización Ciudadanos Uniformados en el estado de Morelos.

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Juan Gabriel Lomeli, presidente de Profesionales en Proximidad Social Jalisco, dice que el gran problema que sufren las mujeres policías es el acoso con los comentarios malintencionados, los halagos no solicitados y más.

Cualquiera que entrevistes te va a decir eso, que en algún momento ha sufrido acoso de algún mal compañero o algún mal mando.

A esto se suma la discriminación hacia ellas. “No te daban ciertas comisiones porque eras mujer”, cuenta Nelly Félix, presidenta del Frente Responsable Operativo (Froac) en Sonora.

“Siempre ha existido la parte de la discriminación por el hecho de ser mujer”, apunta Marcela Munguia. “Hay veces que te hablan como si fueras uno más de ellos, como si fueras un hombre”, platica la presidenta de Froac, mientras agrega que en ocasiones las mujeres policías por encajar o no ser rechazadas permiten algunas groserías: “A veces se traspasa ese límite de no decir ‘oye no tienes porque nalguearme, abrazarme’ o formas que no deben de ser. Eso sí ocurre y mucho”.

A su ingresó a la policía en 2002 también quiseron propasarse, pero Nelly Félix no accedió. Esto fue un motivo para ser intimidada y que la intentaran correr.

Y es que las mujeres policías que no acceden a integrarse a este círculo machista son acosadas y hostigadas laboralmente. “‘Si no accedes a mi petición, pues te voy a mandar a un servicio lejos, donde esté sola’. Hostigar en situación laboral al no acceder a ciertas peticiones de índole sexual”, expone la representante de Ciudadanos Uniformados.

En la Ciudad de México, Bárbara, una elemento de la Policía Auxiliar (PA), fue violada dentro de un módulo de policía por uno de sus compañeros. Ella intentó defenderse de su agresor, pero él tenía más fuerzas. De pronto alcanzó con su mano un martillo y lo golpeó en la cabeza. Fue así como lo detuvo.

Cuando ella acudió con su jefe sólo fue revictimizada.

...es de mi gente de confianza, no creo que te haya hecho eso. Y si vas a denunciarlo al MP te vamos a acusar de intento de homicidio.

El desenlace no es difícil de imaginar.

Embarazadas violentadas

La voz de Janneth López se escucha tranquila y contenta. Desde hace 6 años se desempeña como policía estatal en Guerrero y tiene un mes de embarazo. En el área que se encuentra laborando las condiciones son buenas.

La verdad me están dando muchas facilidades, en cuanto a horario me recortaron y me pusieron en actividades administrativas. Sí se me han brindado el apoyo.

Su historia debería ser así para cualquier mujer policía que pasa por un embarazo. Sin embargo, en la mayoría de las instituciones policiales del país no ocurre así. También son violentadas.

En Morelos antes de que existiera la delegación de Ciudadanos Uniformados, que se dedica a la defensa legal del policía, era muy común que mujeres con siete u ocho meses de embarazo estuvieran en servicios normales, recuerda Marcela Munguia. El motivo es que no se acataban la Ley de Prestaciones de Seguridad Social del estado, que establece que toda mujer embarazada tiene que tener asignado un servicio donde no corra riesgo ella ni el bebé. 

Había mucha presión por parte de los mandos en esas condiciones de ocho meses de embarazo a que utilizaran el chaleco antibalas, por lo cual pues es bastante incómodo. Llegué a tener un caso de una chica que me llamó porque el comandante quería obligarla a ponerse el chaleco cuando ya no le quedaba. Le era muy molesto y él hizo un comparativo de manera sarcástica donde le mencionó: ‘¿Cómo es posible que tus compañeros están gordos, panzones y sí lo usen y tú no puedas?’

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Juan Gabriel Lomelí, subraya que batallan porque en muchas corporaciones no se les da el beneficio, el apoyo de la lactancia desde el tiempo que tienen que tener incapacidad, porque incluso muchos municipios no les dan seguro social del IMSS. 

Las incapacidades muchas veces por maternidad se las expide un médico particular, que no son incapacidades, son recomendaciones para que descansen. Prácticamente la corporación decide cuándo debe volver a trabajar la mujer que tuvo bebé. 

Karen Montalvo, la policía del estado de México, narra que ha escuchado de  sus compañeras que les decían “mejor date de baja, vete a descansar a tu casa. Embarazada no me sirves, no sirves de nada”.

Repercusiones tras denuncias 

Ante toda esta violencia de género que padecen las uniformadas el otro problema al que se enfrentan es la casi imposibilidad de denunciar a sus agresores, pues a pesar de que en algunas corporaciones existen unidades de asuntos internos o acuden a las Fiscalías, son ignoradas y revictimizadas.

Nelly Félix desataca que para las mujeres policías es difícil detener esta violencia, porque cuando lo hacen con los jefes o mandos no lo reportan: “No puede denunciar  porque no hay una garantía de que su denuncia sea correcta, respetada y le den seguimiento”. Esto va de la mano con lo que refiere Munguia, que cuando hay una denuncia a nivel nacional las corporaciones que tienen la Unidad de Asuntos Internos es común que no se le dé seguimiento.

En la Fiscalía la mayoría de las ocasiones el mismo Ministerio Público, así sea mujer, en vez de apoyar y tomar su denuncia, cumpliendo con la obligación, ataca a la mujer. Hay casos en los que les han dicho: ‘Seguramente tú le diste entrada’.

Ante esta problemática existe una cifra negra porque la mayoría de mujeres no denuncia “porque quieren tener su trabajo”, cuenta Lomelí.

Sobrevivir en la policía por ayudar a los demás

Años después de vivir la violencia de género, la agente Karen Montalvo, que pide no revelar su verdadero nombre, recuerda las sabias palabras de su padre cuando le advirtió que no ingresara a la policía: ‘No vayas a ser policía como yo’.

Ella preguntó el motivo. Su respuesta fue “porque ser policía se sufre mucho, la ciudadanía te desprecia siempre somos los malos y son muchas disyuntivas, para que llegues a ser policía prefiero que termines tu carrera”. 

Sin embargo, no le hizo caso y se metió sin que lo supiera. Dos décadas después de pertenecer a la policía, y de algunas terapias, sigue ahí, a pesar de los malos momentos. El uniforme lo trae en la sangre, porque para ella es bonito ser policía y ayudar a los demás.

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