Iguala Vive Sin Paz, Antes y Después de los 43 de Ayotzinapa

Los habitantes del municipio de Iguala, Guerrero, son víctimas del acecho de los grupos criminales, en donde la tranquilidad se ha perdido en una espiral de violencia

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Andrés M. Estrada

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Violencia en Iguala, Guerrero

En Iguala el crimen ha impuesto su ley mediante la violencia mientras los habitantes viven con miedo. Foto: N+

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Transitar de manera pasiva se ha vuelto imposible. “Vivimos con miedo”, es la oración con la que Emma engloba la espiral de violencia que se percibe en Iguala, un municipio ubicado en la región Norte del estado de Guerrero. “La sociedad se ha visto afectada en muchos aspectos. En el económico con los negocios en el cobro de cuotas a la ciudadanía y los asesinatos. Ya no puedes salir a caminar o a trabajar tranquilamente”, es como la joven describe las condiciones del acecho por las organizaciones criminales.

Oriunda de este municipio de poco más de 150 mil habitantes, cuenta que también algunos de ellos han padecido el desplazamiento forzado debido a la inseguridad. A este contexto le suma el hallazgo de osamentas –en fosas clandestinas– y desapariciones, como la de los 43 normalistas de Ayotzinapa el 26 y 27 de septiembre de 2014, pero que en la actualidad no son los únicos y suman poco más de un par de centenas desde esa fecha.

Emma era una pequeña de escasos 12 años de edad cuando se registró el evento que impactó a la sociedad de Iguala y del resto del país. Sus recuerdos la remiten a un día como cualquier otro, pero que durante la noche se escuchó la balacera. “A la mañana siguiente pues casi no había mucha información de qué es lo que había pasado; jamás imaginamos vivir esa situación a tal grado”, cuenta la joven que por seguridad pide cambiar su nombre.

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Ese momento ha marcado a Iguala, convertida en la tierra de nadie, donde el crimen ha impuesto su ley antes y después de la desaparición de los normalistas. Sin embargo, este entorno de violencia tiene un origen, al ser un punto importante por su ubicación para las organizaciones criminales y los contextos de pobreza en el lugar. Una condición similar que se da en casi todo el estado de Guerrero.

“Iguala si lo ves en un mapa de México, está súper cerca de Morelos, de Tierra Caliente (Guerrero, Michoacán, Estado de México). Está en el centro de todo; cerca de Acapulco, que es el puerto donde puedes recibir drogas”, apunta Eduardo Ordónez, consultor independiente en riesgo político y seguridad nacional.

Estos territorios son estratégicos, dice, porque en la Sierra de Guerrero se siembra y produce mariguana y amapola; en el Puerto de Acapulco se trafica la cocaína que proviene de Sudamérica, además que se consumen un sin fin de drogas al ser una zona turística.

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Todo esto ha originado una disputa por el control territorial no sólo de esa región, sino todo el estado por parte de las organizaciones criminales. Pero el corredor de drogas es sólo la punta del iceberg de sus operaciones, al tener diversificadas sus actividades en el cobro de piso, narcomenudeo, secuestro, desapariciones, asesinatos... con resultados fatales.

En Iguala, los delitos no paran

Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) muestran que en Iguala se han registrado al menos 1,572 homicidios entre enero de 2014 a julio de 2024 (811 en los últimos 5 años de EPN y 893 con AMLO). Un crimen que ha aumentado de manera gradual al pasar de 134 en 2014; 163 en 2018; 218 en 223 y 76 en los primeros 7 meses de este año.

Sin embargo, no es el único delito a la alza. El narcomenudeo pasó de 17 carpetas de investigación en 2015 a 43 entre enero y julio de 2024, en 2014 no hay registro . Al igual se dieron 163 denuncias por extorsión y 29 por secuestro en los últimos 10 años. Aunque la cifra negra de todos estos delitos suele ser mayor, ante el temor de la ciudadanía para levantar una denuncia por la colusión de las autoridades.

Cifras de delitos en Iguala, Guerrero, de 2014 a julio de 2024.

Emma cree que por el momento hay una especie de tregua por parte de las organizaciones criminales. “No ha habido tanta violencia en los últimos meses como lo hubo en ocasiones pasadas en enero y febrero (de este año) aquí en Iguala. En ese mes precisamente se puso muy fea la situación en el municipio”, platica la joven en referencia a la cancelación de la tradicional Feria de La Bandera, del 16 de febrero al 3 de marzo, ante los ataques y amenazas de La Familia Michoacana.

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En la festividad se presentarían Julio Preciado, Natanael Cano, Fuerza Regida entre otros artistas, pero los habitantes se quedaron con las ganas de verlos, tras el anuncio del presidente municipal, el priísta David Gama Pérez: “Hemos tomado la decisión de cancelar las actividades”. 

El gobierno federal ha reforzado la seguridad, en distintas ocasiones, enviando más militares a la zona, pero poco ha impactado.

A veces ha servido y no. Llegan ya hasta muy tiempo después (de los hechos violentos). Han llegado muchísimos militares, pero se quedan en los batallones, no salen aquí a la ciudad o salen en diferentes ocasiones, sobre todo en la noche. Han hecho algunos retenes pero son poquitos y en ocasiones sí han logrado detener a una persona.

Tampoco han servido de nada las corporaciones de la Policía Municipal de los distintos gobiernos del PRD, las colaciones del PRI y PVEM, y Morena, que han pasado desde el 2014, donde incluso se les ha acusado de estar coludidas con el crimen, como en el gobierno de José Luis Abarca, exalcalde de Iguala.

Las autoridades “tienen la potestad, tienen los números (de Fuerzas de Seguridad) y tienen el equipo para acabar con esta gente (delincuentes). No quieren hacerlo. Es una voluntad política que no la hay. Y en Guerrero es un cochinero, se gobierna solo”, apunta Ordónez.

Crimen, infiltrado en la política

Santiago Aguirre, presidente del Centro Prodh, señala que los grupos delincuenciales han infiltrado las estructuras políticas del municipio.

El esquema que se alcanzó a documentar en el caso Iguala, era como los grupos criminales estaban teniendo una fuerte participación en la política. Financiaban las campañas de presidentes municipales para lavar dinero y después pedían a cambio quedarse con la Secretaría de Seguridad Pública o la Dirección de Seguridad Pública, o incluso la Secretaría de Obras y así seguir lavando dinero.

Pero la violencia no es exclusiva del municipio sino de toda la entidad.

“Guerrero tiene unos niveles de violencia altísimos (...) El partido en el poder (Morena) formalizó la expulsión de la alcaldesa (Norma Otilia) de la capital (Chilpancingo), porque se había sentado con el narco. Guerrero es un estado descompuesto sin duda alguna”, lamenta el presidente del Centro Prodh.

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El especialista en seguridad nacional Eduardo Ordoñez, indica que es un estado con una pobreza de entre 70 y 80%, con problemas políticos, sociales y electorales. Una condición de la que el crimen se ha aprovechado.“Es un estado atípico con mucha pobreza, marginación, muchísimas comunidades indígenas que no se sienten parte de la sociedad como tal y los hemos excluido. Si estudian no van a pasar de albañil, de hacer el aseo en una casa, ‘no tienes aspiraciones’. Entonces el narcotráfico les da a ellos lo que tanto han esperado: dinero, posesiones”, describe.

Clemente Rodríguez, papá de Christian, uno de los 43 normalistas desaparecidos en septiembre de 2014, cuenta que la violencia en Iguala y el resto de la entidad es idéntica, sobre todo desde 2006 cuando inició la guerra contra el crimen.“En Guerrero ni se diga, desmembrados, las cabezas ahí puestas en un paradero. Empezó a cambiar mucho cuando (el expresidente) Felipe de Calderón le declaró la guerra a los narcos”, expresa.

Antes uno podía llegar de noche, llegar de madrugada y no pasaba absolutamente nada. Ahora allá en Guerrero hay toque de queda, no puede salir uno después de las 10 de la noche. Antes estaba uno con su familia en el parque, ahora ya no, hay gente armada en las calles y hay policías, pero coludidos.

Uno de los puntos de mayor descomposición se dio antes de la desaparición de los 43 normalistas, con la muerte de Arturo Beltran Leyva, alías El Barbas líder del Cártel de Sinaloa, durante un operativo de la Marina en Cuernavaca, Morelos, el 16 de diciembre de 2009. Desde ese día comenzó la disputa por el control del territorio y que ha continuado entre los Guerreros Unidos, Cártel Independiente de Acapulco, los Rojos, los Tlacos, los Viagra y otros más. Así lo explica Ordóñez:

Lo dan de baja y se pierde el control operativo de todo lo que es Guerrero, lo controlaba desde Cuernavaca, y ahí es cuando se forman un montón de “cartelitos”: Los Ardillos, Cártel Independiente de Acapulco.

Los otros desaparecidos

La desaparición de los normalistas no es la única registrada en Iguala.

Al menos otras 235 personas permanecen desaparecidas o no localizadas –incluidas 63 mujeres– en el municipio de 2014 a julio de 2024, de acuerdo con las estadísticas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, de la Comisión Nacional de Búsqueda.

“Las desapariciones después de los 43 sí ha habido, personas que se las han llevado y que hasta la fecha no se tiene un paradero”, detalla Emma. Enseguida asocia el hecho a que también se han encontrado osamentas –en fosas clandestinas– y cuerpos tirados. “Nunca sabes cuando te va a tocar”, sentencia.

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Con información de Andrea Vega