Militares Fuera de Servicio, Nuevo Objetivo de la Violencia Criminal
Durante los últimos tres sexenios han muerto más soldados al encontrarse fuera de servicio que durante los operativos contra el crimen organizado
Andrés M. Estrada
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El eco de las balas rompe el silencio de la madrugada. El objetivo: un hombre de cabello corto, vestido de civil, que cae muerto. Más tarde se sabrá que era un militar. El asesinato ocurrió un viernes de junio de 2024 en una calle de Ciudad Renacimiento, Acapulco, Guerrero. Sin embargo, esta escena se ha repetido en diferentes fechas y lugares a lo largo de México.
Estas son las historias de miembros del Ejército asesinados de manera violenta por el crimen organizado mientras estaban de descanso o fuera de servicio. Los números son alarmantes: 820 efectivos han muerto en estas circunstancias, víctimas de agresiones con armas de fuego y blancas, ejecuciones, quemas y homicidios en todo el país, entre diciembre de 2006 y julio de 2024, revelan datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), obtenidos por N+ a través de Transparencia.
Este modus operandi ha originado mayores bajas de soldados que cuando se encuentran en combate. Un análisis de datos realizado por este medio muestra que los soldados asesinados franco se duplican, al compararlos con los 403 que perdieron la vida en servicio en las mismas circunstancias y periodo.
Incluso el número es mayor que el de la Relación de personal fallecido en aplicación de la Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Control de Explosivos de diciembre de 2006 a julio de 2024, que registra un total de 790. Esta lista también considera eventos de ahogamientos, accidentes automovilísticos y aéreos, atropellos, caídas, intoxicaciones, enfermedades, golpes de calor, infartos entre otros más.
El crimen ha aprovechado que los uniformados se encuentran indefensos y ha encontrado la mejor forma de acabar con ellos. “No lo pueden hacer en el combate directo, en los enfrentamientos directos, pero si los detectan que a lo mejor en sus fines de semana de descanso y van a acabar con ellos”, asegura Carmen Sánchez Mora, analista de seguridad nacional.
“Son más vulnerables a pesar de que tienen el arma de cargo, están de descanso y psicológicamente les baja la alerta”, explica Eduardo Ordóñez, consultor independiente en riesgo político y seguridad nacional. El analista expone que se podría pensar que al quitarse el uniforme no serían reconocidos y están más seguros, pero no lo es, ya que conservan ciertas actitudes de militar: el parado, el corte de cabello, la manera en que se dirigen a una persona.
Sin embargo, no es la única manera de identificarlos. Las organizaciones criminales alrededor del país cuentan con sus sistemas de inteligencia: halcones o infiltrados en las Fuerzas Armadas, que los apoyan a conocer las rutinas, horarios y lugares a donde acuden fuera de los cuarteles o batallones. “Tienen todo para decir ‘cuándo y dónde lo voy a matar’: en un bar, un restaurante, fuera de su casa. Hace tiempo mataron a uno cuando llevaba a su hijo a la escuela”, recuerda Ordóñez.
Incluso el crimen cuenta con mujeres que seducen a los soldados para obtener información personal.
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Mueren más militares francos con AMLO
Una comparación de los últimos tres sexenios muestra que la administración de Andrés Manuel López Obrador tiene el mayor número de militares asesinados fuera de servicio: 274 entre diciembre de 2018 y julio de 2024. Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (hasta julio de 2018), hubo 255, y en el de Felipe Calderón (hasta julio de 2012), fueron 258.
El uso de armas de fuego fue la principal forma en que fueron asesinados, con un total de 589 casos en todos los gobiernos, seguido por agresiones con armas blancas (85). Otros fueron ejecutados (61) o quemados (14), después de haber sido baleados, según reportes de prensa. Solo en el gobierno de Morena se registraron 18 casos clasificados como homicidios.
El asesinato de estos elementos se ha dado por distintas razones que se dividen en el buen trabajo que han realizado en las operaciones contra el crimen, pero también hacia aquellos que se han corrompido y colaborado con ellos. “Es porque no se quieren corromper o están trabajando para quien no debe”, dice Eduardo Ordónez.
Tienen una investigación o algún operativo en curso en contra de ese grupo; están haciendo bien su trabajo y son un estorbo para su operación y los tienes que matar. La otra es que pueden incluso trabajar para el cártel rival, porque hay elementos susceptibles de corrupción.
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Asesinar a un militar sin uniforme tiene un mensaje
El asesinato de soldados bajo este modus operandi tiene varias motivaciones. Las organizaciones criminales buscan sembrar miedo dentro de las filas de la Sedena y enviar un mensaje al Estado, demostrando su poder, así lo explica Carmen Sánchez Mora.
Es un mensaje muy claro. Recordemos que el crimen organizado no mata simplemente por matar. Siempre es porque va a dejar un mensaje muy claro: ‘Nosotros tenemos el poder’.
El objetivo de matar un soldado en descanso es causar terror al interior de las Fuerzas Armadas, subraya Eduardo Ordoñez. “Es decirles aquí estamos y ustedes son vulnerables a pesar de que son soldados (…) Podrás tener tu uniforme, pero cuando salgas también te vamos a matar”, apunta.
Uno de los problemas que se suman a este fenómeno es que la anterior administración de López Obrador envió un mensaje de impunidad a los grupos criminales.
“El tema de los abrazos y no balazos está mandando un mensaje muy negativo. O sea los militares están perdiendo el control del uso exclusivo de la fuerza y lo están validando desde el más alto nivel: ‘No vamos a responder a una agresión’. Se interpreta como un mensaje de que tienen carta libre (los criminales para matarlos)”, apunta el consultor en riesgo político.
Sánchez Mora lamenta que ninguna de las estrategias de seguridad que se han implementado desde que se lanzó la guerra contra el narcotráfico, por parte del expresidente Felipe Claderon Hinojosa hasta la fecha ha funcionado y se tiene que repensar en algo más complejo.
“Ya vimos con Peña Nieto y con Felipe Calderón que el enfrentamiento directo con los cárteles no funcionó. Ya vimos con Andrés Manuel que abrazos no balazos tampoco funcionó”, explica. “Creo que se debe repensar en una estrategia de seguridad nacional mucho más compleja, más complicada, que combine los esfuerzos tanto preventivos, reactivos y proactivos. Al final van a seguir habiendo bajas, porque el crimen organizado es un contrincante muy fuerte en todos los sentidos”, sentencia.
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