Refugios de Mujeres, en Peligro por Falta de Dinero para 2023

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Andrea Vega | N+

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Refugios de mujeres en todo el país han tenido que endeudarse con bancos y proveedores para no dejar de operar, por retraso en reparto de dinero gubernamental

Refugios de mujeres víctimas de violencia sufren por falta de recursos federales

En los refugios se da atención médica y psicológica a mujeres víctimas y sus hijos. Foto: Facebook @EspacioMujeresAC

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Aurora asegura que de no ser por el cobijo que le han dado en un refugio para mujeres víctimas de violencia ella estaría muerta. Su expareja, quien la violentaba física y psicológicamente, amenazó con matarla. “Soy una sobreviviente, de no ser por este espacio ya no estaría viva”.

La mujer —a quien llamamos Aurora para resguardar su identidad— cuenta que en el refugio de Ciudad de México para mujeres víctimas de violencia no solo encontró un espacio físico para resguardarse con sus hijos, también encontró un lugar donde entender lo que había vivido y poder superarlo.

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En los refugios se ofrecen servicios médicos y psicológicos, incluso talleres de oficios, para que ellas puedan encontrar trabajo al salir del lugar.

Yo pensé que me iban a dar solo un espacio físicamente seguro, que unas paredes me iban a cuidar, pero me encontré con todo un ejército de mujeres empoderadas: psicólogas, trabajadoras sociales, la directora, que me han guiado y me apoyado para poder resignificar mi vida, entender las violencias a las que estuve sometida y que hay otros caminos

Eso es lo que se pone en riesgo cuando estos refugios se quedan sin presupuesto para operar. Algo que pasó durante este 2022 y que pasará a inicios de 2023, debido a retrasos en la entrega del dinero que el gobierno debe darles para su operación.

Los refugios son parte indispensable en un país donde entre enero y octubre de 2022, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se registraron 792 víctimas de feminicidio.

Y donde el 70.1% de mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un incidente de violencia, que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, (Endireh) del Inegi, en 2021.

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La violencia psicológica es la que presenta mayor prevalencia (51.6 %), seguida de la violencia sexual (49.7 %), la violencia física (34.7 %) y la violencia económica, patrimonial y/o discriminación (27.4 %).

El por qué de la existencia de los refugios

El Programa de Apoyo para Refugios Especializados para Mujeres Víctimas de Violencia de Género, sus Hijas e Hijos es una respuesta específica del Gobierno Federal para preservar estos espacios seguros para mujeres, sus hijas e hijos en situación de violencia por razones de género.

De acuerdo con los lineamientos del Programa, este atiende de manera específica lo establecido en el artículo 8 fracción VI de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, respecto a que la federación deberá favorecer la instalación y el mantenimiento de refugios para las víctimas.

El propósito de estos lugares es, primero, sanar y revertir los daños causados por la violencia, transformar la condición de las mujeres de víctimas a sobrevivientes y fortalecer su autonomía para lograr su empoderamiento.

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Los servicios que ofrecen los 73 que hay en el país incluyen: asesoría jurídica, apoyo psicológico, servicio médico, programas reeducativos, capacitación laboral, hospedaje, alimentación, vestido y calzado, durante las 24 horas los 365 días del año, con personal profesional que debe asegurarse de que el ingreso, permanencia y egreso de las víctimas se provean con absoluto respeto a su voluntad y dignidad.

Algunos de estos espacios, donde este 2022 se ha atendido a 24,000 mujeres, niños y niñas, algunos están operados por instituciones públicas, pero la mayoría los manejan organizaciones de la sociedad civil, que dependen en buena medida del presupuesto público para poder atender a las mujeres víctimas de violencia, sus hijas e hijos.

Los retrasos y problemas

Wendy Figueroa, directora de la Red Nacional de Refugios, explica que los recursos federales deben llegarles en marzo, pero este año el dinero comenzó a fluir lentamente apenas en junio. 

“Los primeros seis meses del año la mayoría de los espacios operó sin el dinero de la administración pública federal, incluso hubo tres que lo recibieron hasta octubre”.

Esto puso en una situación complicada a estos espacios. Tuvieron que ver de dónde sacaban el dinero:

Hemos estado escuchando declaraciones de las autoridades respecto a que ya todos los refugios tienen sus recursos y que ninguno cerró. Y en efecto ninguno cerró: pero eso no fue por el compromiso del Estado para proveer el dinero que se requiere, fue porque las organizaciones vimos cómo le hacíamos para seguir operando

Para seguir ofreciendo sus servicios, los refugios pidieron préstamos a bancos, mismos que ahora no pueden pagar porque está estipulado que el presupuesto del gobierno no se puede usar para solventar créditos y tampoco se puede usar para pagar facturas de antes de que llegara el recurso.

“El presupuesto no es retroactivo —señala Figueroa—. A quienes les llegó en junio, a partir de ese mes es que lo pueden usar. No se puede utilizar para pagar facturas de abril o mayo y tampoco se puede usar para hacer pagos en 2023, lo que no se pueda usar se tendrá que regresar a través de la Tesorería de la Federación (Tesofe)”. 

Lo que están haciendo los refugios para pagar esos préstamos es procuración de fondos o presentar otros proyectos y echar mano de sus ahorros.

Como nunca ha habido un presupuesto oficial que cubra los 12 meses del año sino solo nueve (aunque un año hubo para 11), entonces las organizaciones hacen su bolsa de ahorro con diversas estrategias y lo guardan para poder operar durante enero, febrero y marzo. Ahora, al haber usado esa bolsa ya sea para continuar la operación o para pagar préstamos y facturas a proveedores, el riesgo es no poder ofrecer el servicio los primeros meses de 2023

En el refugio Espacio mujeres para una vida digna libre de violencia, el presupuesto les llegó hasta junio.

“Para no cerrar y seguir ofreciendo el servicio tuvimos que usar el fondo que teníamos reservado para los primeros tres meses de 2023, que vamos juntando de donaciones de particulares y de organizaciones nacionales e internacionales. Haber usado ese fondo pone en riesgo la operación para el primer trimestre”, dice Marilu Rasso Ibarra, la directora ejecutiva de este refugio.

En este espacio han hecho procuración de fondos y otras estrategias para allegarse recursos y poder subsanar los huecos de este año y tratar de pagar la operación del primer semestre de 2023.

“Con esto vamos a poder cubrir algunas cosas, señala Rasso Ibarra, pero no la totalidad, porque son muchos gastos: a las usuarias se les da hospedaje, alimentación, se les cubren todos los requerimientos de utensilios para la higiene personal, ropa, y todos los servicios de psicología, asesoría legal capacitación, que incluyen honorarios profesionales”.

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Marilu Rasso explica que no solo está en riesgo el ingreso de nuevas mujeres, sino la permanencia de las que ya están ahí y que necesitarán seguir en el refugio para los primeros meses del próximo año. El modelo de atención de los refugios marca que las mujeres pueden estar en los espacios tres meses, pero hay casos en los que necesitan quedarse más tiempo.

“Tenemos casos muy difíciles. Ahorita tenemos uno en el que la misma autoridad nos sugiere que se quede un tiempo más prolongado en el refugio por la peligrosidad del agresor y porque todavía no finaliza el proceso jurídico penal: están armando la carpeta y la orden de aprehensión quizá se emita a finales de enero”, cuenta Rasso.

Ocho meses esperando el recurso

Al refugio Centro de atención y refugio para mujeres, con o sin hijas o hijos, en situación de violencia extrema del Instituto Municipal de la Mujer de Mérida, Yucatán, el recurso les llegó hasta octubre. “Hubo un desfase de casi ocho meses para recibirlo, creo que fuimos el último refugio en tenerlo”, dice Fabiola García Magaña, su directora.

En el caso de este centro tampoco se les permitió hacer pagos retroactivos, pero en su caso, al ser una institución gubernamental tienen convenio con proveedores que les dan crédito: les surten los productos y servicios y se esperan a emitir el comprobante (y el pago) hasta que el refugio recibe el presupuesto.

Pero García Magaña señala que el presupuesto que se les etiquetó para el año, cinco millones de pesos, no contempla la inflación, y ahora tendrán que pagar todo más caro.

Para operar durante los meses que no hubo fondos federales, además de pedir la ayuda de los proveedores, este refugio se apoyó en el presupuesto que les da el municipio de Mérida. Finalmente solo pudieron tener ocupados ocho de los 12 espacios que tiene el refugio.

“Lo grave es que no pudimos darle la atención a todas las mujeres que la necesitaban, teníamos una lista de espera de tres, de cuatro… lo que hicimos fue apoyarnos con otros estados, con la Red Nacional de Refugios, para canalizarlas a otras entidades como Campeche, Quintana Roo y Baja California”.

García Magaña dice que hubo un momento cuando todavía no llegaban los recursos —hace mes y medio— en el que tuvo que parar por 15 días a 13 integrantes del personal, porque ya no había cómo pagarles. Solo se quedaron los indispensables: diez personas para atender a cuatro mujeres que había en el refugio.

Por qué se generó este retraso

A finales del año pasado se decidió que el programa de refugios pasaría de la Secretaría de Bienestar a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres  (Conavim), órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, donde está desde el 25 de marzo de 2022. Ese cambio fue lo que generó el retraso en la entrega del presupuesto.

“Antes de hacer ese cambio ya solo faltaba firmar los convenios, porque ya estaban aprobados todos los proyectos (de los refugios): ya estaba todo listo para que en febrero llegará la administración, pero hasta mayo se logró hacer la transferencia del programa de la Secretaría de Bienestar a la Conavim”, explica Figueroa.

N+ solicitó una entrevista con la directora de Conavim, Fabiola Alanís, para conocer los motivos de este cambio y el por qué de los retrasos por cuestiones administrativas, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

La directora de la red de refugios puntualiza que durante casi tres meses, el programa estuvo inactivo, con puros procesos administrativos. “Al gobierno no le interesó si se afectaba la atención a las mujeres, sus hijos e hijas. De hecho, hasta mayo se publicaron los lineamientos de operación del programa. Fue un cambio no pensado y desordenado”.

En el Espacio Mujeres para una vida Digna Libre de Violencia esperan empezar el año con 10 usuarias, sus hijos e hijas, aunque ya les ha llegado una solicitud para nuevo ingreso. “No podemos decirles que no y hay que pagar alimentación, luz, gas, agua, transporte para las diligencias jurídicas, los honorarios del personal, y nosotros ya nos gastamos el fondo para esos meses”, dice Marilu Rasso.

Así que toca a los refugios —por falta de recursos públicos— ver cómo le van a hacer para operar el primer trimestre del año, si esta vez los fondos sí llegan en marzo, sino las estrategias que les quedan serán las tertulias, la procuración de fondos y endeudarse con proveedores y bancos.

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