Aprender en el Encierro: Lo que el Covid Robó a Niños y Adolescentes

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Andrea Vega y Andrés M. Estrada

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A cinco años del inicio de la pandemia de covid, niños y adolescentes aún enfrentan problemas de aprendizaje y en la forma de relacionarse con sus compañeros de escuela por los meses fuera de aulas.

Aún no se revierten los efectos de covid en el desarrollo de niños y adolescentes

Los niños y adolescentes siguen enfrentando problemas académicos y de socialización a cinco años del inicio de la pandemia. Ilustración N+

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A Mía no le gusta que la saluden de beso, tampoco que la abracen. Las prácticas del distanciamiento social se le arraigaron en la mente durante la pandemia de covid. Tenía tres años cuando todo inició, en febrero de 2020. Apenas cursaba sus primeros tres meses en la guardería, se estaba acoplando y la tuvo que dejar. Quedó confinada junto a su familia en su hogar. Las clases comenzaron a distancia. Después de dos años en casa, retornó de manera presencial a segundo de kínder, pero no quería volver.

Se acostumbró tanto a estar en la casa, que le costaba trabajo hacer las cosas en la escuela”, cuenta Aurora Cruz, su madre. También el tema social fue un reto. “La maestra me comentaba que casi no hablaba con nadie, hasta después hizo dos amiguitas, pero al principio sí estuvo muy apartada”.

Ella es parte de una generación que sigue resintiendo los efectos de la pandemia de Covid-19 y del confinamiento, que generaron un retraso en el desarrollo motriz, de lenguaje, en la socialización y en el aprendizaje en los estudiantes de educación básica.

“En la escuela sí bajaron mucho mis calificaciones, ya no avanzaba nada en las materias y se me complicó regresar a la escuela porque no me funcionó para nada el Aprende en Casa (el programa en línea de la SEP), perdí todo mi nivel académico”, platica Fernando Martínez, de 15 años de edad, que cursaba el sexto año de primaria cuando se registró el primer caso de covid en México. 

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Desde hace 20 años, Laura Rivera Balderas, licenciada en educación preescolar, dirige el Centro Comunitario Timburumbi en la Ciudad de México. Entre tantas generaciones que han pasado por sus aulas, dice que la pandemia representó una especie de pausa para la mayoría de estudiantes

 “Hubo varios problemas. A los niños les costó más trabajo el proceso de la lectoescritura, porque iban desfasados a su edad”, explica.

A esto se suma que hubo un retraso en el desarrollo motriz. A Mía y a sus compañeros de escuela en el centro de la Ciudad de México se les complicaba realizar las actividades de educación física, que involucran coordinación.

Esto se ve reflejado en el lenguaje. “Si el movimiento de su cuerpo no va acorde a su edad, el lenguaje también es deficiente”, subraya Laura Rivera.

Una problemática que va escalando cada etapa educativa. “En primero y segundo de primaria se ven cuestiones básicas, es el andamiaje de la lengua, y las matemáticas, y tener un buen desarrollo va a ser importante, para que cuando llegues a cuarto o quinto de primaria puedas desarrollar conocimientos más complejos”, agrega.Yazmín Cuevas, especialista en pedagogía de la UNAM.

A estas deficiencias académicas que se vienen arrastrando se suma otro impacto de la pandemia: la dificultad para captar la atención de los estudiantes. Cuevas señala que cuesta mucho trabajo que los niños y adolescentes pongan atención a los profesores, porque estuvieron dos años con una educación a través de las pantallas y estas son muy atractivas, “que el maestro  recupere la atención de manera presencial es difícil”. 

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Las horas de estudio en casa y el uso de las pantallas también hicieron que a los niños les dé pereza escribir. “O se cansan o no les gusta porque resulta que los padres en el tiempo que estuvimos a distancia y había el programa de la escuela en casa, les hacían los trabajos”, apunta Carmen Villeda, directora de la primaria pública Jaime Torres Bodet, en la alcaldía Gustavo A. Madero, de la Ciudad de México. 

De acuerdo con un informe del Banco Mundial de 2022, la pobreza de aprendizajes se incrementó en un tercio en los países de ingreso bajo y mediano (entre los que se encuentra México), donde se estima que el 70% de los niños de 10 años no pueden comprender un texto simple, porcentaje que antes de la crisis sanitaria era de 57%. 

En México no se han hecho estudios para tener un diagnóstico de cómo impactó la pandemia de Covid el desarrollo académico de los niños y adolescentes, asegura Maryon Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, pero tampoco ha habido programas para revertir el atraso que generó la crisis sanitaria, agrega.

“Realmente no hemos superado esta parte (del atraso académico generado por la pandemia) y tampoco se ve muy claro un programa para tratar de resarcir esto de una forma sistemática”, afirma.

Socialización 

Aprobar los grados escolares en medio de la crisis sanitaria, significó para los estudiantes un aislamiento, que implicó la falta de comunicación y convivencia con sus compañeros, y los desconectó de su desarrollo social.

Mía no es muy sociable, le cuesta entablar relación con los demás niños. “Tienen que hablar con ella para que se empiece a expresar con los demás.”, platica su mamá. 

Fernando ahora cursa la preparatoria, pero la pandemia le significó perder momentos y etapas cruciales, como su graduación de la primaria y la entrada al siguiente nivel. Un día estaba en sexto grado, con sus compañeros de años, de quienes no se pudo despedir, y después se encontraba cursando primero de secundaria, en línea, con unos completos desconocidos. “Cuando regresamos a clases, me costó socializar”, dice. 

“Eran niños de kinder o primaria y de repente los desconectamos, los sacamos del mundo y los queremos volver a meter en la secundaria, (ahora son) niños introvertidos, con pocas habilidades sociales, con unas depresiones tremendas”, apunta Laura Rivera.

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A otros, contagiarse de la enfermedad les complicó todavía más el escenario. Keily Anahí cuenta que ella se contagió en enero de 2021, cuando estaba en sexto de primaria. Estuvo tres días hospitalizada y 11 sin ir a la escuela, cuando volvió nadie quería acercarse a ella. “A mí fue la primera que le dio (covid) de mi salón. Se empezaron a alejar de mí porque decían que tenía el bicho”.

Afectaciones a la salud mental

El impacto del Covid también trajo desajustes en la conducta y la salud mental.  Los más importantes son “ansiedad y depresión, que se incrementaron un 25%, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, pero también hay más problemas con la gestión de emociones, el poder autorregularse y hasta  problemas con los patrones de sueño, como el insomnio”, explica Nieves Estrada, psicóloga y académica de la Facultad de Estudios Superiores, FES Aragón, de la UNAM.

En otros casos a quienes ya tenían un trastorno este se les exacerbó, como le sucedió a Keily Anahí, que padece Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Ella siempre ha sido platicadora, inquieta e impulsiva. Pero con el encierro y el aislamiento en la pandemia, se les agudizaron las crisis de agresividad y le dio depresión. 

“Ahora estoy en tratamiento, pero me provoca muchos problemas sociales, porque soy hiperactiva, impulsiva, hablo mucho y la gente no lo comprende, dicen, mejor ya no hay que hablarle”, platica Keily Anahí.

Retos en la educación

Retomar la educación en las aulas ha sido un reto. “Los niños dejaron de ver a la escuela como un espacio que forma parte de sus deberes y responsabilidades. Las familias como que le restaron importancia a la educación. Hemos luchado mucho con la asistencia”, dice Carmen Villeda, directora de primaria. 

La docente explica que ellos no alcanzan el 100% de asistencia ningún día. De una matrícula de 330 niños, llegan 280 o 290. “Antes de la pandemia, en toda la escuela, faltaban 15 o 20 niños, y ya era decir exagerado. Ahora estoy hablando de que faltan más de 30 niños por día”. Esto pasa porque estudiantes y padres se acostumbraron a que podían conectarse o no y bastaba con entregar trabajos para acreditar, porque ya no pueden reprobar. 

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Los alumnos también perdieron estructura, dice la pedagoga Yazmín Cuevas, “la escuela, el edificio, como tal, te da estructura y organización, y el hecho de que se haya cerrado por dos años ese espacio desestructuró a los alumnos e hizo que perdieran el encuadre”. 

Recuperar a todos los estudiantes también ha sido un desafío. En el ciclo escolar 2019-2020, el entonces secretario de educación Esteban Moctezuma señaló que lo iniciaban más de 25 millones de estudiantes de nivel básico; para el ciclo 2024-2025, Leticia Ramírez, entonces titular de SEP, señaló que el año escolar arrancaba con más de 23 millones de alumnos, una baja en cinco años de alrededor de dos millones. 

“¿Y a dónde se fueron esos alumnos? No se sabe”, cuestiona Yazmín Cuevas, quien reitera que no se han hecho estudios formales para saber qué pasó con esos estudiantes, ni los impactos reales de la pandemia en el desarrollo de los niños y adolescentes, una tarea pendiente tanto para Secretaría de Educación Pública como para los investigadores en educación.

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