Una Desaparición la Hizo Madre de sus Nietas y Buscadora en BCS

Busca a su hija desde que hombres armados ingresaron a su hogar y se la llevaron sin importar que sus 2 nietas, apenas unas bebés, estuvieran presentes

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Andrés M. Estrada

Busca a su hija desde que hombres armados ingresaron a su hogar y se la llevaron

Norma Ramírez busca a su hija desaparecida Ana Laura Álvarez, desde hace 7 años en Baja California Sur. Foto: Andrés M. Estrada

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Norma Ramírez registra en un archivo fotográfico cada evento importante de las dos niñas que están a su cuidado: La caída de su primer diente, aprender a caminar, cumpleaños, logros en la escuela, navidades. Todo lo documenta con la ilusión de que un día vuelva a ver a su hija desaparecida y se deleite con esos instantes perdidos.

La esperanza de Norma de encontrar con vida a su hija también la tienen sus nietas, quienes "se convirtieron" en sus hijas un 14 de octubre de 2016, cuando tres hombres armados ingresaron a su hogar y se llevaron por la fuerza a Ana Laura Álvarez Ramírez, de 29 años de edad. No importó que sus pequeñas de seis meses y un año con 8 meses estuvieran ahí, ni que los vecinos de la colonia Indeco, en La Paz, Baja California Sur, escucharan y vieran todo.

Video: Desapariciones Impactan en Salud de Familiares

A pesar del hecho nadie intervino, ni dijo nada. El miedo imperó en el lugar y solo una persona llamó por teléfono a Norma para contarle lo ocurrido: “Las niñas están solas y llorando porque unos hombres se llevaron…”

Apenas colgó, detuvo su auto a la orilla del camino porque iba a una consulta médica. Luego cerró los ojos y se encomendó a Dios. Enseguida dio vuelta para volver a su casa.

Al entrar observó a una de las pequeñas llorando en calzoncillos. La otra aún en pañales estaba en la cama acompañada de su vecina. En shock las tomó y se las llevó a otra casa que tenía en el mismo municipio, porque no supo qué hacer, menos a dónde ni con quién dirigirse.

Más tarde, el padre de Ana Laura acudió a interponer la denuncia a la Agencia del Ministerio Público, pero pasaron las horas sin saber nada de ella. Al día siguiente Norma regresó de nuevo al MP para preguntar si tenían algún indicio, pero le dijeron que no tenían nada de información. Solo que seguían “investigando”.

Volver a ser madre a los 50 años

Con la mirada perdida, Norma Ramírez narra cómo ha sido su vida durante estos siete años al encargarse de las niñas desde que eran unas bebés, mientras el reloj marca la media después de las 5 de la tarde de un día cualquiera de finales de abril de 2023.

Yo contaba con 50 años y volver a ser madre de una niña de 6 meses y una de 1 año y ocho meses fue muy difícil para mí. Tenía que decidir entre cuidarlas o trabajar

Enseguida cuenta que le dicen mamá, porque es quien las ha criado y sacado adelante.

“Salgo a vender algo para poder darles la manutención. Es difícil a veces para mí, porque antes tenían a su abuelito, el papá de mis dos hijas, pero él acaba de fallecer en noviembre (de 2022) y ahora sí que estoy sola”, se lamenta mientras da un trago a un vaso con agua para aminorar el calor que se se siente en La Paz.

Luego detalla que para solventar los gastos vende chorizo de soya a domicilio, ropa de segunda mano y en otras ocasiones cuida a adultos mayores.

No puedo tener un trabajo fijo, puros trabajos eventuales. Vivo al día. Siempre tratando de darle lo mejor a mis niñas, la verdad vivo para ellas

La mala fortuna las volvió a salpicar durante la pandemia por COVID-19, cuando Norma se quedó sin empleo y no tenían qué comer. Dice que buscó ayuda en las instituciones gubernamentales del estado de Baja California Sur, pero ninguna le dio apoyo. 

“Es triste que uno esté pasando por eso (una desaparición y hambre) y que todavía encima de pilón no le abran las puertas para apoyarlo ya sea con lo más básico: una despensa, alguna alimentación, algún juego de libros, de cuadernos. Algo para mis hijas. Sabiendo que ellas necesitan del apoyo del gobierno para poder salir adelante, puesto que las privaron de su madre”, señala.

Otro hecho que le causa tristeza es que las niñas, ahora de 7 y 8 años de edad, preguntan por su madre. Ven sus fotos y quieren saber dónde está, sobre todo en los cumpleaños y el Día de la Madres que es cuando más se acuerdan de ella.

"Mi hija estudió enfermería, era una muchacha muy alegre, le gustaban mucho los perros, se dedicaba al cuidado de adultos mayores. Tenía a sus hijas”, la describe al momento que le pide una servilleta al mesero de la cafetería para secar sus lágrimas.

Tras un silencio sobrio apunta que le han dicho las autoridades que quienes se la llevaron son una red de trata de blancas; luego que estaba coludida con el narcotráfico.

Primero me la pusieron como consumidora, después como vendedora. Siempre me cambiaban el panorama y yo ya no sabía en realidad cuál era la verdad

Pala y pico para buscar en el desierto

“Hay que salir a buscar a mi mamita, cómprame una pala pequeña porque yo también quiero ir a buscar a mi mamá”, son las palabras que recuerda Norma de una de sus pequeñas de hace unos meses.

Ella, al igual que decenas de madres y familiares de desaparecidos en todo el estado gobernado por el morenista Víctor Manuel Castro Cosío, forman parte de distintos colectivos de búsqueda. Salen al desierto, valles, montes, arroyos y más zonas inhóspitas con la esperanza de encontrar algún indicio que los lleve a hallar por lo menos los restos de sus seres queridos.

Algunos de sus hallazgos han sido por información que les proporcionaron de manera anónima, como el descubrimiento de 19 osamentas en el municipio de Comondú, el 27 de abril del año pasado. Lo mismo ocurrió a finales de 2021, en Los Cabos, donde encontraron los restos de 23 personas.

Norma es integrante de Búsqueda por La Paz, en el que los miércoles por las tardes o domingos a primera hora de la mañana se encaminan en una ardua y dolorosa labor de investigación que las autoridades no realizan.

Hace más de tres meses que Norma no sale a emprender su labor de buscadora. Se debe a que tiene que cuidar a sus hijas, pero ellas le dicen que no deje de buscar a Ana Laura. Y es que en esta entidad existe al menos un registro de 673 personas con estatus de desaparecidas y no localizadas, incluida ella, desde el 2015 al 9 de mayo de 2023, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda. No es lo único. Desde el 2019 los casos comenzaron a repuntar cada año.

No voy como yo quisiera. Si voy tendría que dejar a mis hijas en algún lugar, los fines de semana no van a la escuela y es el tiempo que puedo disfrutarlas. A veces me ven llorando y es porque me da frustración no poder ir a la búsqueda. Así es que ellas me dicen: ‘no, mamá, por nosotras no te detengas, llévanos’. Y pues a mí me da mucha tristeza. ¿Cómo voy a traer a mis hijas en el rayo del sol buscando a su madre?

Luego reflexiona. “Ellas quieren y tarde o temprano lo van a hacer. Entonces, podremos irnos las tres a buscarla”.

–¿Cómo son las jornadas de búsqueda?

–Son agotadoras. Cansadas. Llega uno en paz, con el corazón en la mano y regresas desmoralizada si no encuentras a alguien. A veces andamos con frío, con sol, con mucho calor. A veces te duele algo y así de todas maneras vas a ver el dolor de las caras de mis compañeras. Es algo, la verdad, que no tengo palabras para describir tanto dolor en tantas madres, de verles sus caras, de verlas en el rayo del sol, caminar con unos sombreros cubriéndose, con unos picos, con unas palas, cavando en lugares duros sin importarnos el clima, el tiempo. Nada.

Norma, quien ahora tiene 57 años de edad, describe que durante las jornadas de búsqueda no solo es exponerse a los rayos del sol sino al ataque de algún animal, además, en varias ocasiones tienen un hora predicha para retirarse, pero se quedan más tiempo.

Ese tener que caminar arriesgando a que nos pique alguna víbora, algún animal. Hemos buscado hasta en los lugares que ni siquiera te puedes imaginar, donde sea, algo que nos indique. Yo, por ejemplo, tengo una cosa que se me quedó en mi mente, en mi corazón, y que no lo puedo evitar:, donde veo estos animales, buitres volando, voy y me cercioro si es un perro, una vaca, lo que sea, que no sea un ser humano

Antes de despedirse, la madre de Ana Laura rememora cómo muchas madres en los colectivos se han enfermado a raíz de la desaparición de sus hijas e hijos, porque viven sumergidas en la tristeza, en el dolor, en la depresión que ella también ha padecido.

“Algunas ya no están, ya abandonaron el grupo porque han fallecido. Fallecieron sin saber dónde están sus hijos y la verdad no quisiera que a mí me pasara eso. Yo quisiera que el día que me vaya, por lo menos sepa dónde está mi hija. No busco culpables ni tengo nada contra nadie, lo único que quiero saber es dónde está mi hija”, implora.

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