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Los Olvidados de Hidalgo, Vivir Junto a una Presa Contaminada
Los vecinos de la presa Endhó, al norte de Tula, Hidalgo, viven junto a un foco de infección y beben agua contaminada que los mata lentamente
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Carlos Carabaña | N+Focus
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Las aguas residuales de la CDMX, industrias y hospitales envenenaron la presa Endhó, en Hidalgo, y sus pozos de agua potable, provocando muerte en los habitantes del norte de Tula.
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Las aguas negras de la Ciudad de México, varios corredores industriales y hospitales, una refinería y una termoeléctrica contaminaron la presa Endhó, en el norte de Tula, Hidalgo.
Ese veneno llegó a los pozos de agua que abastecen a 15 mil personas de las comunidades aledañas.
Las autoridades sabían desde 2007 que el agua estaba contaminada y que provocaba un aumento en enfermedades como el cáncer.
En mayo de 2018, los habitantes obligaron a la Comisión Nacional del Agua a analizar el agua de siete pozos alrededor de la presa. Todos estaban contaminados con metales pesados. Avisaron al entonces gobernador Omar Fayad. No hizo nada y tuvieron que ser los afectados los que lucharan por una solución.
En los años 50, los habitantes de San Francisco Bojay - y otros siete pueblos - fueron desalojados a las partes altas para construir la presa.
Entonces el escenario era otro: casi mil 300 hectáreas de agua limpia daban para baños, torneos de pesca, un principio de turismo. Pero en los 70 las autoridades federales decidieron, otra vez olvidando su existencia, encauzar a la presa las aguas residuales de la Ciudad de México, la CFE Central Termoeléctrica Ciclo Combinado Tula, la refinería Miguel Hidalgo y el corredor industrial Tula – Atitalaquia – Tepeji.
Las aguas limpias mutaron en negras, matando los bancos de peces y con ellos el turismo.
Desde 2010 los análisis que la Comisión para la Protección contra los Riesgos Sanitarios de Hidalgo realiza en las casas alrededor de la presa muestran contaminación por arsénico y, en 2018, nuevos estudios de la Conagua confirmaron cantidades muy elevadas en arsénico, plomo y mercurio en los siete pozos con los que beben, cocinan y viven las comunidades ribereñas.