La Gran Obra Artística del Actor Ignacio López Tarso

Durante su infancia en Guadalajara tuvo su primer contacto con el teatro en la carpa Tayita, momento que lo marcó para siempre

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Durante su infancia en Guadalajara tuvo su primer contacto con el teatro en la carpa Tayita. Quedó marcado para siempre

El primer actor Ignacio López Tarso en el año 2018. Foto: Cuartoscuro | Archivo

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Lo único que acabó con la vitalidad de don Ignacio López Tarso fue el último aliento. Sus canas no eran las de un hombre adusto. El sentido del humor, la jovialidad dentro y fuera del escenario, así como la memoria con la frescura de un niño, estaban a flor de piel. Estaba seguro que en su vida y en su carrera como actor, el azar y las buenas relaciones tuvieron un papel importante.

López Tarso:

Sí existe la suerte y hay que estar despierto para aprovechar los acontecimientos y aprovechar las oportunidades, eso funcionó muy bien en mi vida… y que estar bien acompañado de directores de productores no una amistad, yo no llevo nunca una amistad así muy profunda, no soy amiguero así, pero sí cuido, sé algo de relaciones públicas y lo utilizo en el momento oportuno

En los años 20, su familia vivía por el rumbo de la villa de Guadalupe, en la calle de Moctezuma. Hijo de Alfonso López Bermúdez e Ignacia López Herrera, nació el 15 de enero de 1925.

Tuvo dos hermanos menores que él: Alfonso y Martha. Su familia cambió de residencia a Veracruz, donde pasó unos tres años. Por su trabajo como empleado de correos, su padre llevó a los López López a Hermosillo, a Navojoa y a Guadalajara.

Video: Del Seminario a Escenarios: La Trayectoria de Ignacio López Tarso

“Soy hijo de un matrimonio que eran primos que entonces era gravísimo eso era escandaloso y entonces yo era López López. Cuando me puse el Tarso mi mamá me reclamaba: ¿por qué no te quitaste el López de tu papá? Seas tú o mi papá de todas maneras suena bien, el que voy a cambiar es el segundo y no es el tuyo es un López cualquiera, de modo que me puse López Tarso en memoria de ese libro que me gustó de Saulo de Tarso”, dijo Ignacio López Tarso en una de sus últimas entrevistas. 

Durante su infancia en Guadalajara tuvo su primer contacto con el teatro en la carpa Tayita. Quedó marcado para siempre. Más tarde, aquello que vio en el escenario, le vino a la memoria cuando decidió que la actuación sería su modo de vida. Supo entonces de dónde provenía su vocación.

“Me había impresionado el teatrito en una carpa en Analco, era un barrio muy bonito con un jardín muy grande precioso muy arbolado y en ese jardín eran mis primeros juegos, llegó una carpa un día y fui a verla con mi papá y mi mamá y me impresionó mucho. Yo no pensé ni supe quién era ni dónde estaba, cuando terminó aquello y la gente empezó a aplaudir entonces ya adquirí la conciencia del lugar y del momento y como que volví a una vida totalmente diferente, yo tendría siete u ocho años”.

Don Ignacio pasó su adolescencia en Valle de Bravo

La economía familiar no era muy buena. Un cura que era director de la secundaria a la que asistía, lo animó a ingresar al Seminario Menor, en Temascalcingo. Parecía que el sueño de su madre se hacía realidad.

“Mi madre sí tenía una gran esperanza de que yo fuera un cura famoso, tal vez obispo o arzobispo pero no, yo no tenía vocación para eso, entré para continuar mis estudios porque en ese momento vivíamos en Valle de Bravo y mi padre era ahí el administrador de correos, ganaba muy poco dinero y el mandarme a México o a Toluca, incluso, que ahora parece ridículo, entonces se hacían días”.

Video: López Tarso, Figura Icónica del Cine y Teatro en México

“Yo era lector del seminario mientras mis compañeros comían. Se comía en silencio y se oía lo que un lector en un pulpito, ahí a mitad del refectorio, y fui lector del seminario durante tres años”.

Fueron los años de los fundamentos académicos y culturales.También en los que adquirió el carácter y los hábitos personales que le ayudarían más tarde como actor. Esas lecciones se complementaron con su estancia en el Servicio Militar.

“Desde muy temprano que te despertaban y te bañabas y empezaba el ajetreo de las clases y los recreos que también te obligaban a jugar frontón y futbol y a cambiarte y había que ir a bañarte. De modo que yo estaba acostumbrado a sentir el olor de la comida cuando yo tenía mucha hambre y aguantarme el hambre. Tuve que aprender a hacer las cosas y a hacerlas bien y me enseñaron a ser disciplinado y a ser puntual y llevar una vida de orden y de aseo. Había prácticas de memoria. Cuando son obras grandes, y en los ensayos, generalmente yo soy el primero que dejo el libro, ya me lo sé. Era época de la guerra, entonces el servicio militar era pasar un año en el cuartel y sujeto a vida militar”.

López Tarso conservó el hábito de la lectura

“De niño aprendí de mi padre que leía mucho y me daba libros: Julio Verne y Dumas, y en fin muy buenos autores Salgari y todos esos autores que leen los jóvenes. El martirologio romano que con eso empezaban todas mis lecturas siempre que era la vida de los mártires de cómo llegaron a ser santos. La historia de Saulo de Tarso que por eso me puse el Tarso de López, Tarso cuando me dijo mi maestro oye López López”.

Durante su estancia en el seminario, tuvo su primer contacto con el mundo del teatro, con los clásicos del siglo de oro español y con la poesía. Luego de la milicia, el joven Ignacio viajó a Estados Unidos como indocumentado. Una lesión en la espalda, hace que regrese a México. Durante su recuperación supo de la Academia de Arte Dramático del INBA fue e inició como oyente y, en 1949, ingresó como alumno regular.

“Años después cuando leí a Villaurrutia y me empezó a interesar y fui a buscarlo a Bellas Artes y encontré la escuela de teatro, ahí surgió aquélla memoria, aquéllas lecturas, todo aquel aprendizaje. Era la única escuela de teatro que había en el país, y estaban ahí los mejores maestros de la época, Villaurrutia, Novo, Gorostiza, Clementina Otero, André Moreau, Fernando Wagner, el maestro de dicción Torres Lafant, especialistas cada quien en su terreno”.

Los años 50 fueron para López Tarso años de siembra y cosecha. Debutó en teatro y en cine con el pie derecho. En 1950, hizo su primer Shakespeare, "Sueño de una noche de verano" y en 1951, debutó profesionalmente en "Nacida ayer".

Tres años después, participó en su primera película, "La desconocida", bajo la dirección de Chano Urueta. En 1958, dirigido por Luis Buñuel, actuó en "Nazarín". Y en 1959, tuvo su primer estelar en "Macario" de la mano de Roberto Gavaldón, con quien luego haría "Rosa Blanca", "Días de otoño", "El gallo de oro" y "La vida inútil de Pito Pérez".

“Fue como mi despertar en el cine el primer gran estelar, un gran personaje Macario, una gran historia de Traven, adaptación de Emlio Carballido, dirección de Roberto Gavaldón, fotografía de Figueroa. De modo que también fue una gente a la que admiré mucho y quise mucho y me ayudó muchísimo”.

La vida del actor no es fácil, decía Don Ignacio López Tarso, quien incursionó en la televisión y fue pionero de las telenovelas.

“El actor está siempre sujeto a la contratación, es un trabajo eventual que no tienes asegurado nada hasta que surgió con Televisa. Azcárraga Milmo, el famoso 'tigre' con él que dijo: sí yo quiero contratar a algunas gentes permanente que sean con la empresa simplemente, exclusividad y dije sí cómo no, y había tenido pues oportunidad de muy buenas telenovelas de telenovelas históricas magníficas, "El carruaje", "La tempestad" y luego "Senda de Gloria", "El imperio de Cristal", desde antes "El edificio de enfrente", "El honorable señor Valdés", "Amor prohibido" con Saby Kamalich”.

Don Ignacio López Tarso también grabó un disco de corridos, fue líder de la ANDA y, por un tiempo, se dedicó a la política. Su vida fue fructífera y le dejó muchas satisfacciones. Amable, gran actor y protagonista de memorables escenas en teatro, cine y televisión, el primer actor ganó el afecto dentro y fuera del escenario.

“Pues mi vida ha sido muy interesante y ha sido muy agradable vivirla por eso porque mis relaciones han sido muy buenas con directores con compañeros con técnicos con productores, en fin con toda la gente con la que trato, siendo honesto siendo sincero siendo cumplido en tu trabajo y eso como fundamento el cumplir tú primero y luego exigir que los otros cumplan”.

Con información de Mario Villanueva Solorio

HAVJ/JLR