Ganar la Lotería, Casi Única Forma de Jóvenes para Tener Casa

Los jóvenes ven muy complicado adquirir una vivienda en la Ciudad de México debido a su alto precio, además de que las opciones de crédito no son accesibles para todos

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Andrea Vega | N+

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Lós jóvenes enfrentan problemas para poder comprar una vivienda en la CDMX

Adquirir una vivienda en la CDMX es complicado para jóvenes. Foto: Cuartoscuro | Archivo

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Luz, de 26 años, ya había logrado independizarse de sus padres. Vivía con tres roomies en un departamento amplio con cuatro recámaras. Por el cuarto más grande pagaba 4 mil 500 pesos al mes. Meses después cambió de trabajo, empezó a ganar menos y ya no pudo pagar la renta, tuvo que regresar a vivir con sus papás.  

Ahora ya tiene mejor empleo y sueldo, pero esperará unos meses antes de volver a lanzarse a vivir con roomies, porque dice, que el departamento que consiguieron en ese entonces en la Colonia Del Valle era una ganga, pero ahora los precios en la zona, están mucho más altos: 20 a 25 mil pesos al mes y por un departamento de una o dos habitaciones. 

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Para vivir sola su única opción es pagar renta, comprar una casa le parece algo muy lejano, casi imposible. “He pensado que es más fácil que me gane la lotería y con ese dinero ya poder comprar mi casa, porque de otra forma no podré. Existe todo esto del Afore y empezar a ahorrar, pero es muy poco lo que dan para poder comprar algo en Ciudad de México, donde todo está muy caro”. 

Esa es la realidad de las nuevas generaciones, ganarse la lotería o tener sueldos muy altos para poder comprar una casa. Máximo Jaramillo, economista, especialista en vivienda y cofundador del Instituto de Estudios sobre Desigualdad, señala que en 2005, a alguien con un salario medio y una hipoteca de 3.2 millones de pesos en la CDMX le habría tomado cerca de 70 años pagarla.

“Eso es un montón de tiempo, pero el panorama está peor ahora. En 2022, por cómo ha cambiado la tasa de interés, el tema de los salarios y sobre todo el tema de los valores medianos de las viviendas, ahora tomaría cerca de 120 años”, dice Jaramillo. 

Rosalba Loyde, maestra en derecho urbano por la Pontificia Universidad Católica de Chile, y especialista en vivienda de alquiler en Ciudad de México, explica que el principal problema que enfrentan los jóvenes para acceder a la vivienda es que ésta se ha ido encareciendo, mientras que el salario se ha precarizado.

“El trabajo asalariado es ahora menor, hay más trabajo por cuenta propia entre los jóvenes y eso provoca que el acceso al sistema bancarizado tradicional, para obtener un crédito, sea más difícil, porque si quieres pedir un crédito por una vivienda tienes que comprobar que tienes ingresos estables y por un cierto rango, por 45 mil pesos, por ejemplo, para una vivienda de un millón y medio, y ese nivel de ingresos no es común y menos ya el trabajo estable”, dice Loyde. 

¿Y los créditos del Estado?

El Infonavit es el organismo público federal encargado de ayudar a los ciudadanos a contar con una vivienda digna.

Carlos Martínez Velázquez, su director general, dice que 43% de los créditos del Instituto (1.8 millones de créditos) se han otorgado a menores de 30 años. Para dividirlo por rangos de edad, el directivo, desglosa que hasta 25 años son el 16.8% de los créditos; entre 26 y 30 años, el 26.3% y entre 31 y 35 años, el 21.4%; es decir que si se suman esos porcentajes casi el 64.5% de los créditos otorgados por esta institución son para jóvenes.

Esto se debe, según explica Martínez, a que muchos jóvenes no tienen historial crediticio, no pueden comprobar ingresos suficientes y se les niega el crédito en el banco, entonces Infonavit es su opción más viable.

La principal alternativa que tiene el Infonavit para los jóvenes se llama Unamos Créditos, que es una iniciativa en la que dos personas sin ningún tipo de relación familiar o jurídica pueden juntar sus montos de crédito para financiarse.

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Martínez asegura que a través de esta iniciativa se han otorgado 120 mil créditos desde que inició el programa en 2020 y básicamente la mitad son corresidenciales, es decir que son entre roomies o entre personas que son compañeras de trabajo.

Aunque en realidad, incluso juntando dos créditos es difícil comprar casa. Con un salario mínimo y seis meses en el mismo empleo, el Infonavit presta hasta 380 mil pesos. Con un salario promedio de 14 mil pesos, se obtiene un crédito cercano a los 700 mil pesos. 

Es un monto bajo en realidad si se compara con los costos de las viviendas. De acuerdo con información de la Sociedad Hipotecaria Federal, al tercer trimestre de 2022, a nivel nacional, el precio promedio de una vivienda fue de 1 millón 531 mil pesos. O sea que no alcanza para comprar casa ni con dos créditos. 

 

Está, además, el punto de los años que se tardan las personas en pagarlos. En todos los casos, los créditos con el Infonavit se hacen a 30 años, “eso es lo que establece la Ley y eso le permite al Infonavit prestar con mensualidades más bajas y tasas más bajas también; sin embargo, si la persona se mantiene trabajando en el sector formal, cada vez que le descuentan su cuota patronal, el 5% del salario, se va directo a capital y eso va reduciendo el tiempo del crédito”, explica Martínez. 

Quizá por estos plazos para pagar, por el monto de las viviendas y lo que se presta es que en realidad el número de créditos otorgados por Infonavit es bajo si se compara con el total de la población joven. 

Por ejemplo, la cifra de los 120 mil créditos de Unamos Créditos es baja si se contrasta con el número de población entre 20 y 34 años, que de acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda del Inegi, en 2020, rondó los 23.8 millones de personas. 

Ahora bien, si el 64.5% del total de los créditos de Infonavit, no solo los de Unamos Créditos, son para jóvenes, eso quiere decir que esa cantidad es de un millón 152 mil créditos para menores de 35 años, lo cual representa el 4.8% del total de esa población. 

Respecto a qué le parece la opción de Unamos Créditos, del Infonavit, Luz dice que ella y una amiga han bromeado sobre vivir juntas, “pero el gran problema que veo es que mi plan de vida es casarme y tener hijos, así que no quisiera gastar el crédito Infonavit con alguien que no sea mi pareja, así que, por ahora, no es algo que planee usar”. 

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Cada vez más renta y menos compra

Aunque las rentas también se han encarecido al subir los precios de las viviendas, la opción del alquiler se ha robustecido frente a la opción de comprar, justo por el tope de los créditos y lo caro que son en las instituciones bancarias. 

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Vivienda ENVI 2020, del Inegi, en relación con los datos de la encuesta de 2014 se identifica un crecimiento en la frecuencia de las viviendas en situación de renta y prestadas. 

En 2014, el 61.4% de las viviendas era propia, ya pagada, para 2020 ese porcentaje bajó a 57.1%. En tanto que las viviendas rentadas pasaron de 15.2% en 2014 a 16.4% en 2020 y las prestadas pasaron de 12.8% a 14.2%, en el mismo periodo de años. 

¿Cuál es la razón principal por la que se renta? Según la ENVI, el 51.4% declaró no tener acceso a crédito o no tener recursos para adquirir una vivienda; 22% informó que es por la facilidad de poder mudarse o cambiar de vivienda; 9.7% porque el pago de la renta es menor que pagar una hipoteca; 8.7% mencionó no estar interesado en adquirir una vivienda o preferir invertir en su persona.

El “no tener acceso a crédito o no tener recursos” presenta un porcentaje alto en la mayoría de las entidades federativas, 14 estados se encuentran por arriba del dato nacional, destacan Guerrero y Chiapas con 68% y 67%, respectivamente; en el extremo se encuentra Yucatán, en donde solo 36% señaló este motivo.

¿Por qué sube tanto el precio de la vivienda y cuáles serían las opciones?

Carla Escoffie, abogada especializada en derecho a la vivienda y derecho a la ciudad y directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, señala que varios procesos están abonando a que la situación de la vivienda sea más problemática, primero está la cuestión de los precios que suben y suben por diversos factores, algunos son coyunturales, como el precio de los materiales, sobre todo del acero, las políticas de restricción en China y la guerra en Ucrania. 

Pero adicional a eso, subraya Escoffie, hay otros factores que tienen que ver con la falta de regulación del mercado, la especulación, y procesos que pueden llegar a burbujas inmobiliarias en algunas ciudades. 

Esta falta de regulación es parte de lo que ocasiona que no haya una política integral de vivienda en el país, explica la abogada, pues el tema se ve solo como un asunto de propiedad, de créditos y de mercado y no como un derecho de acceso a la vivienda. 

Según explica la especialista, una política integral de vivienda no se centra solo en la propiedad, sino que aborda otras modalidades de tenencia, como el arrendamiento, y le apuesta a diversificar las opciones para que las personas elijan la que más les acomode dependiendo de su etapa de vida y de sus necesidades. 

Escoffie precisa que en varios países de América Latina, Europa, Asía y en Estados Unidos se cuenta con edificios de arrendamiento público por parte del Estado, que funciona como casero, y le renta a las personas, con determinado perfil, a ciertos precios más accesibles que los de mercado. 

También hay políticas encaminadas a fomentar las cooperativas de vivienda. Loyde explica que en países como Uruguay hay este tipo de modelos que están funcionando muy bien. “Lo que hace la gente es identificar un terreno, el Estado les presta para la compra de éste y de parte del material de construcción, y comienzan la producción de la vivienda, las familias construyen sus casas con sus propias manos y la propiedad es colectiva, lo mismo que las decisiones, si se vende o se renta, la decisión debe ser en colectivo”.