México Extradita a EUA a 700 Narcos en 20 Años, pero No Cesa Violencia
Las detenciones y extradiciones de líderes criminales no han contribuido a contener la violencia y actividades delictivas en el país, contrario a esto el clima de inseguridad se exacerba
Andrés M. Estrada
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Cabizbajo, con el cuerpo encorvado y las manos esposadas, Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo es entregado a las autoridades estadounidenses un 19 de enero de 2007. Ese día, es extraditado a Texas, y más tarde recluido en el penal de máxima seguridad ADX Florence en Colorado, Estados Unidos. Doce años más tarde, otro de los capos más poderosos de México, Joaquín, El Chapo, Guzmán Loera, corre la misma suerte y es enviado a ese lugar.
Así como ellos, otros narcotraficantes como Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo; Dámaso López, El Licenciado; Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, y Benjamín Arellano Félix, entre otros, son parte de la lista de las 651 extradiciones hechas a Estados Unidos por parte del gobierno mexicano por delitos contra la salud entre enero de 2000 y febrero de 2023, revelan datos obtenidos vía transparencia de la Fiscalía General de la República (FGR) en poder de N+.
A estas extradiciones se suma la ocurrida en días recientes de Ovidio Guzmán, el Ratón, hijo de El Chapo; y la de uno de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Edgar Herrera, El Cabo 8, en agosto pasado entre otras en lo que va del año.
Sin embargo, sus detenciones y posteriores extradiciones no han contribuido a disminuir o contener la violencia y actividades delictivas de los grupos delincuenciales en el país, ni en EUA. Contrario a esto el clima de inseguridad en México se exacerba, al generar disputas por los controles territoriales y reacomodos al interior de las organizaciones criminales.
Extradiciones que no combaten el crimen
Desde el gobierno del expresidente Felipe Calderón, la política de extradiciones no erosiona a los grupos de la delincuencia organizada, al contrario, los atomiza, explica Juan M. Aguilar Antonio, especialista en seguridad e investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina (Cisan) de la UNAM.
“Esto no implica que el problema de la delincuencia organizada termine. Los cárteles se reestructuran, surgen nuevos líderes en nuevas estructuras delincuenciales. Van reacomodándose los aspectos políticos del territorio”, señala el también integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), y agrega:
Las extradiciones son una mediatización política enmarcada en un esquema de cooperación que resulta eficiente para EUA y México, pero que no rinde frutos para reducir la violencia en nuestro país y para reducir la crisis de salud pública en EUA.
Cuando se tiene una serie de grupos enfrentados entre sí, al momento en que sus líderes son detenidos se provoca mucha violencia, porque la estructura de abajo busca de tener ese liderazgo, y se ha corrido la expresión que es a base de violencia como pueden detentar ese liderazgo, asegura Manuel Balcázar Villarreal, especialista en seguridad nacional e investigador del Centro de Estudios en Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (CESIG) del ITAM.
“Es lo que pasa cuando tienes estas organizaciones como celulares. Son más inestables que las que son jerárquicas y arbóreas. Es la complejidad para los servicios de seguridad, de poder controlar los efectos colaterales. Se piensa que en el corto plazo: ‘detengo al líder y se acabó el problema’. No, aquí cada vez es menos así. Hay que pensar que las estructuras bajas y medias son quienes van a detentar el liderazgo”, apunta el también becario del Departamento de Estado Norteamericanos para estudio del crimen organizado trasnacional.
Balcázar lo ejemplifica con las disputas que se dieron en el cártel de Sinaloa, entre Dámaso López y su hijo contra los hijos de El Chapo, y lo que ocurrió en Guerrero, tras la detención y luego extradición de Édgar Valdez Villarreal: “Tienes una multiplicidad de grupos que en su momento estaban bajo el control de la Barbie, en particular, y tras su detención pues empiezan a atomizar”.
Extradiciones cooperación diplomática y desahogo de centros penitenciarios
Los oficios de la FGR muestran que en los últimos 23 años la mayor parte de peticiones de extradición que ha hecho el gobierno Norteamericano se han ejecutado, sin embargo, 70 fueron negadas, hubo desistimiento o se encuentran en trámite.
Balcázar Villarreal, explica que las extradiciones tienen que ver con un tratado diplomático entre México y Estados Unidos y otros países, que responde a dos formalidades.
“Una de ellas es la existencia de procesos y acusaciones legales donde se pide a las autoridades de México que detengan con base a los tratados de extradición (...) Como es el caso más reciente de Ovidio Guzmán. También es importante resaltar la vulnerabilidad de los sistemas penitenciarios mexicanos, que no han contenido la operación de algunos internos que por su peligrosidad, su capacidad económica y capacidad coercitiva tan alta, son insuficientes para modificar las actitudes y actividades delictivas. Entonces también la extradición ha sido una suerte de válvula de escape”, explica.
A su vez, Juan M. Aguilar, apunta que con la extradición, los líderes del crimen organizado tienen un aislamiento, y se les quita la facción de liderazgo, ya que al no estar en un penal mexicano no puede operar y tener una influencia directa en las actividades delincuenciales de las organizaciones criminales.
Estados Unidos no es el único país al que México ha extraditado personas acusadas por delitos contra la salud.
En las últimas más de dos décadas se enviaron 18 personas a otros territorios del mundo como Alemania, Argentina, Holanda, Canadá, Italia, Francia, Austria, Panamá y Perú.
La extradición como mensaje para la población y líderes
Por otra parte, las extradiciones también son un mensaje para otros líderes de organizaciones criminales, puntualiza el investigador del ITAM.
Es un mensaje que si hay este efecto coercitivo de un Estado nacional, que tiene la capacidad, voluntad y los recursos de buscar a estas personas, y lograr que sean extraditados a su territorio para juzgarlas bajo estas leyes, que también en muchos casos son totalmente distintas a los sistemas jurídicos que existen en México y América Latina.
El especialista de la UNAM, describe que también son acciones mediáticas, dirigidas a la población y los criminales, de que se está lanzando todo el peso del poder de ambos territorios contra los líderes, y lo ejemplifica con la audiencia de Joaquín Guzmán, en el Distrito Este de Nueva York.
“Lanza un mensaje mediático muy poderoso en el ámbito de la opinión pública nacional de los Estados Unidos. Precisamente agentes de la DEA y el gobierno de Washington D.C., buscan que se vean estas proyecciones, porque así se vende la idea a la población de los Estados Unidos, de que se está lanzando todo el poder, el peso del Estado y la colaboración de México, en contra de estas organizaciones delincuenciales, lo cual no es del todo real”, sentencia.
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