En diciembre, miles de personas regresan a sus pueblos natales para celebrar las fiestas. Se trata de una migración anual de quienes vuelven a sus raíces.
Como Oscar Ocampo que estudia la universidad en la Ciudad de México. Es originario de Taxco, Guerrero y ante la pregunta sobre si se dirige a su pueblo indicó:
Sí, al fin, a disfrutar un poco a la familia y de las fiestas
Más que un viaje físico
Para muchos, regresar al pueblo es mucho más que un viaje físico, es una conexión con la familia, los amigos de la infancia y las tradiciones que los formaron.
Es el olor de los tamales al vapor, el sonido de los villancicos en la plaza y el calor de las reuniones alrededor de la mesa.
Oscar tendrá dos semanas de vacaciones y lleva regalos para su familia, dice que pasar estas fiestas en el pueblo tienen un encanto único. Asegura que es una época en la que la vida parece pausarse.
Para algunos, este regreso es un recordatorio de lo que dejaron atrás al buscar oportunidades en otros lugares.
Como José Fernando, originario de Guerrero, pero emigró a Baja California y desde hace dos años no regresaba a su pueblo.
Sí, si de hecho ya era justo. Sí, dos años, dos años así que me voy a aventar un mes de vacaciones
Dice que le lleva a sus hermanas, chamarras nuevas que le regalan los americanos.
El regreso al pueblo en diciembre es una tradición que perdura. Es un acto de amor y gratitud hacia las raíces, un intento de llevar consigo un pedacito de aquello que nunca se olvida. El hogar.
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Con información de Guadalupe Madrigal
LECQ
