El Negocio de Nacer: México y la Epidemia de Cesáreas
Contrario a las recomendaciones internacionales, en el país hay una tendencia al alza en el porcentaje de estas cirugías, que en 2023 representaron ya el 53.8 % de todos los nacimientos
Andrea Vega | N+
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La primera vez que a Marlene Mercado Chan le practicaron una cesárea, su hijo aún no estaba listo para nacer, no se había ni encajado en el canal de parto, pero el médico aseguró que había que sacarlo ya. En su segundo embarazo, le dijeron que no había otra opción debido a la cesárea previa. En el tercero, utilizaron las dos cesáreas anteriores como justificación. No fue hasta su cuarto embarazo que pudo tener un parto natural.
“Sentí mucho miedo cuando me dijeron que me harían cesárea, no era lo que yo esperaba. Me había documentado sobre los beneficios de tener un parto humanizado y eso era lo que quería, pero los médicos, las clínicas no te dan opción, te hacen decidir desde el miedo de que le pase algo a tu bebé y el entorno te empuja a hacerles caso”, dice Marlene.
Los hijos de ella nacieron en México, un país donde el porcentaje de cesáreas aumenta cada año. De acuerdo con un análisis a las bases de datos de nacimientos de la Dirección General de Información en Salud de la Secretaría de Salud, en 2014 el porcentaje de cesáreas era de 46,6 %, para 2023 subió a 53.8 % de todos los nacimientos, más del triple del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es del 15 %.
La elevada incidencia de cesáreas es un problema global. Los datos más recientes de la OMS, de 2018, muestran que en la mayoría de las regiones el porcentaje supera lo recomendado. América del Sur y Central registran el pico más alto, con un 42.8 %, mientras que en Europa la tasa es de 25.7 %.
En México, el panorama de cesáreas es más alarmante que el promedio de la región. Si el análisis se hace por entidades, resulta que las que registran los porcentajes más altos de cesárea son: Sinaloa, con 62.5 %; Tamaulipas, 61.8 %; Michoacán, 60.5 %; Nuevo León, 60.4 % y Tlaxcala, también con 60.4 %.
Si se hace por sectores, el problema es mayor en el privado, donde el porcentaje alcanza el 85.5 %, y en algunos hospitales supera el 90 %, según el análisis realizado por N+.
En el sector público, el porcentaje es de 42.3 %. La proporción más alta se registra en los hospitales de PEMEX, con 79.5 %, le sigue el ISSSTE, con 72.1 % y después la Secretaría de Marina, con 63.7 %.
N+ solicitó entrevistas con instituciones de salud pública y hospitales privados con más de mil nacimientos en 2023 y un 90 % o más de cesáreas, para investigar las razones de esta alta proporción, pero hasta el cierre de esta edición, solo tres privados respondieron.
El Centro Médico Dalinde argumentó que esto se debe a que son un hospital de tercer nivel, es decir, de alta especialidad al que solo llegan casos complicados. El centro Christus Muguerza reconoció tener un alto porcentaje de cesáreas, pero refirió que la mayoría se hacen porque las mujeres llegan con complicaciones.
El Sanatorio Providencia señaló que el alto porcentaje de cesáreas en el hospital no es culpa de ellos. “Nuestra política es que el parto ofrece grandes beneficios, incluso hay un cartel en la recepción donde se enuncian, pero tenemos una gran cantidad de médicos gineco obstetras que acuden a nuestro hospital y que ya hicieron un acuerdo con el paciente y esto no es parte de nuestra política, sino el acuerdo que tuvieron entre privados, nosotros sólo proporcionamos las habitaciones, el quirófano y a nuestro personal”, aseguró Francisco Javier Álvarez, subdirector de este centro médico.
Héctor Lamadrid, director del Departamento de Salud Perinatal del Centro de Investigación en Salud Poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y coautor del estudio Epidemia de Cesáreas en México, señala que esto del tercer nivel es el argumento favorito de los hospitales privados.
“Esa es la típica respuesta pretexto. El que sea de tercer nivel (alta especialidad) podría tener algo de sentido hablando de hospitales públicos, pues implicaría que sólo personas con factores de riesgo o complicaciones fueron atendidos ahí, al ser referidos por clínicas u hospitales de menor nivel. Pero en el caso de hospitales privados esto no funciona así, las personas que van a tener sus hijos ahí no son referidos por otros hospitales, tú llegas y te atienden”.
De hecho, hospitales públicos de tercer nivel no tienen ese número de cesáreas. En el Centro Médico Nacional La Raza, del IMSS, el porcentaje está en 76.1 %.
Marlene Mercado, de ahora 38 años, dice que, en efecto, el médico que le practicó las cesáreas siempre encuentra un pretexto para realizarlas, a otras personas de su entorno también les ha realizado esta intervención, pretextando que si las semanas, que si el cordón, que si la placenta.
A ella la hizo dudar de todo, en la última consulta, previa a la cirugía, le dijo que seguro se había equivocado en la fecha de su última menstruación porque según el ultrasonido su bebé tenía más de las 38 semanas que ella estaba segura de tener y había que sacarlo ya.
Pero Marlene tenía razón, tan la tenía que tuvieron que practicarle un tipo maniobra de Kristeller, que es presionar con las manos para bajar al bebé, que estaba todavía muy arriba. Le lastimaron las costillas. Para hacerle la segunda y la tercera cesárea, el médico pretextó las anteriores.
A qué se debe la alta incidencia en México
En su historia de 1925 sobre la cesárea, Herbert Spencer, profesor de obstetricia en el University College de Londres, señala que esta es la más grande de todas las operaciones porque afecta directamente a dos vidas.
Aunque durante mucho tiempo en realidad no se salvaban esas dos vidas, eso se logró hasta llegado el siglo XX, antes de esto, la cesárea se realizaba para salvar al bebé cuando la madre estaba muriendo o ya estaba muerta. Ahora, la "más grande de todas las operaciones" se ha convertido en una de las cirugías más comunes.
Las razones detrás de la alta incidencia en México varían entre el sector público y el privado. Héctor Lamadrid explica que en los hospitales particulares hay un claro incentivo económico, las cesáreas son más rentables y rápidas que los partos naturales.
Adriana Albarrán, ginecóloga y obstetra especializada en parto humanizado, dice que, en promedio, los hospitales suben un 30 % sus costos respecto al parto cuando se hace una cesárea, a lo que se agrega el 50 % más de honorarios por ayudante y anestesiólogo. De manera que en los hospitales privados esta cirugía se ha vuelto un negocio, coinciden los entrevistados.
En los hospitales públicos lo que ha sucedido es que, a diferencia de lo que pasó en Europa, donde hubo una profesionalización de la partería, aquí se le relegó y, los nacimientos no se atienden en centros de salud o clínicas de primer nivel, como en Europa, donde las parteras atienden los partos y sólo se refiere a las mujeres a un gineco-obstetra en casos necesarios.
En lugar de esto, se ha trasladado directamente a las mujeres al ámbito hospitalario. Esta sabiduría natural de que el cuerpo sabe cómo parir se fue entregando a los médicos, dice Erika Tamayo, educadora perinatal.
Esto ha provocado una sobresaturación en los hospitales y esa presión lleva a optar por resolver los nacimientos más rápido, mediante una cesárea, en lugar de esperar horas o días en un trabajo de parto, dice Lamadrid.
Además, señala Tamayo, en los hospitales, en general, se siguen rutinas que dificultan el parto natural. A muchas mujeres se les mantiene acostadas, una posición cómoda para el médico, pero inadecuada para facilitar el parto. “Pasa entonces que te pueden decir que el parto no está avanzando, que no estás dilatando y entonces el nacimiento acaba en cesárea”.
El miedo a complicaciones es otro factor que lleva a muchos ginecólogos a optar por esta intervención, ya que están capacitados para realizarlas y prefieren evitar problemas, dice Lamadrid. Además, esta práctica se ha normalizado, especialmente en los estratos económicos más altos.
Pero eso también se debe, agrega Tamayo, a la carga cultural que se le ha endosado al parto. “Si tú ves todo lo que pasa en las películas, en las series, cómo pintan al parto, como una cosa espantosa, las mujeres gritando, y súmale las historias que luego escuchamos de nuestro entorno, parece que es una cosa horrorosa, cuando no es así, las mujeres sabemos cómo parir y la experiencia bien llevada es muy enriquecedora”.
Marlene Mercado afirma que así es, dice que con su parto se sintió empoderada, plena, feliz, las cesáreas en cambio le resultaron traumatizantes, dice que seis meses después de haber tenido la primera seguía teniendo pesadillas con el quirófano. “Nunca antes había tenido una cirugía y fue muy fuerte”.
Complicaciones e implicaciones de la cesárea
La cesárea, al ser una cirugía mayor que requiere anestesia, conlleva riesgos de reacciones alérgicas y choques anafilácticos, es decir, la caída repentina del flujo sanguíneo. También existe el riesgo de hemorragias, puesto que se realizan incisiones en la pared abdominal hasta llegar al útero, lo que puede resultar en sangrados desde leves hasta graves, que podrían requerir terapia intensiva.
La recuperación es más difícil que la de un parto vaginal, y las complicaciones más comunes incluyen dolor abdominal, lesiones vesicales y ureterales, histerectomía, enfermedad tromboembólica, reingreso hospitalario y, en casos extremos, la muerte.
La cesárea también puede tener consecuencias para el bebé, explica Héctor Lamadrid, como complicaciones respiratorias, porque las contracciones uterinas y el paso por el canal del parto comprimen su tórax, ayudándolo a expulsar el líquido amniótico que podría haber aspirado, lo cual no ocurre en una cesárea.
Además, el canal vaginal de la madre contiene flora bacteriana benéfica que coloniza el tracto digestivo del bebé, lo que ayuda a prevenir problemas gastrointestinales y contribuye al desarrollo del sistema inmunológico. Los niños nacidos por cesárea tienen una mayor incidencia de problemas autoinmunes, como asma y alergias.
Durante el trabajo de parto, otro sistema que se prepara y tiene impactos es el neurológico. El doctor Lamadrid y su equipo acaban de publicar un estudio donde se señala que los niños que nacen por cesárea tienen un cierto impacto en el desarrollo motor.
“Es algo muy sútil, pero, por ejemplo, los bebés, sobre todo las niñas, que nacen por parto, hablan antes. Hay varias hipótesis de esto, pero una es que los bebés, al tener que pasar por el canal de parto para nacer, hacen un esfuerzo, y eso produce que se conecten las neuronas que hacen que se desarrolle de manera más temprana la capacidad motora”.
Marlene Mercado, abogada de profesión, es testigo de todo esto. Después de su tercer hijo ya no pensaba tener más, pero entró en un curso de partería para poder ayudar y acompañar a otras mujeres en sus partos. Unos meses después volvió a quedar embarazada y por fin pudo parir como quería.
Su cuarta hija, en efecto, habló más rápido, caminó más rápido que sus hermanos y se desarrolló mejor, además, la lactancia y el apego fluyeron de mejor forma, porque ella no tuvo que estar recuperándose de una cirugía.
Cinco años después de ese parto yo diría que, sin duda, mi hija sabe abrirse camino en la vida, no importa lo que le cueste, y para mí fue una experiencia maravillosa su nacimiento, recuerdo que dije, ¡al fin, lo logré, pude parir!.
Cuándo sí se requiere una cesárea
Los médicos suelen decirles a las mujeres muchas cosas imprecisas para practicarles esta cirugía, por ejemplo: que el bebé tiene varias vueltas de cordón, que son demasiado pequeñas o tienen pelvis estrechas para un parto natural, que el líquido amniótico es bajo, que el bebé tiene bajo peso, o que son muy mayores o ya han tenido una cesárea previa. La ginecóloga Adriana Albarrán, especialista en parto humanizado, asegura que ninguna de estas afirmaciones es totalmente cierta.
Albarrán explica que la mejor manera de evaluar si una pelvis es estrecha es a través del trabajo de parto, y que el líquido amniótico debe ser evaluado con pruebas para determinar si está anormalmente bajo o si es parte del proceso natural del embarazo. Además, los bebés pueden nacer de manera natural incluso con un cordón umbilical alrededor del cuello.
También es posible que mujeres de 40 años o aquellas con cesáreas anteriores den a luz de forma natural, siempre que hayan pasado al menos 18 meses desde la última cesárea. En cuanto a la duración del embarazo, la OMS establece que el nacimiento puede ocurrir hasta la semana 42, siempre bajo supervisión médica para asegurar un adecuado progreso.
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La cesárea sí está indicada cuando los bebés vienen de nalgas, con placenta baja en el orificio cervical, en mujeres que tienen alguna patología, como cardiopatías, diabetes o preeclampsia grave, con cicatrices verticales en el útero, y en personas con condilomas grandes a nivel de la vulva.
Ya en trabajo de parto, las indicaciones para sí hacer una cesárea son que el bebé tuviera una taquicardia persistente, que bajara su ritmo cardiaco, que la madre tuviera una hemorragia o alteraciones graves de la presión cuando aún faltan horas para el nacimiento.
Albarrán asegura que también debe hacerse una cesárea si la mujer así lo elige, porque es el derecho que tiene sobre su cuerpo, pero hay que darle toda la información sobre los riesgos e implicaciones que tendrá para ella y su bebé.
Qué se puede hacer ante la alta tasa de cesáreas
Verónica Esparza, coordinadora de investigación en el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), destaca que es necesario que el Estado identifique las razones detrás de la alta cantidad de cesáreas. Propone realizar un seguimiento de cada caso a través de los expedientes médicos para determinar si la cesárea fue médicamente justificada o si se llevó a cabo por conveniencia del personal de salud.
También es importante, señala, empezar a nombrar a las cesáreas innecesarias como lo que son, una violencia obstétrica, y si la mujer así lo considera, presentar una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos o las estatales.
Lamadrid apunta que se debería incentivar la profesionalización de parteras y la atención de los nacimientos en centros de salud de primer nivel, pero bien equipados, donde las parteras pudieran atender los partos y referir a las mujeres con un obstetra o a un hospital de manera ágil.
Los entrevistados también coinciden en que hace falta capacitación al personal de salud sobre el parto humanizado y hacerle saber a la sociedad que las mujeres sí están preparadas para parir y que las cesáreas sólo deben dejarse para los casos que realmente lo ameriten.
Respecto a los hospitales privados, donde el problema es grande y atiende a un modelo de negocio, Lamadrid sostiene que se les debería obligar a cobrar por paquetes de maternidad, y no por cesárea o parto, si no con un mismo costo para ambos casos, lo que les quitaría el incentivo económico de estar haciendo cirugías, porque además hacerlas les resultaría más caro.
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