El Mercado Negro en la Gestación Subrogada, un Negocio que Crece
La gestación subrogada es cada vez más utilizada en México, pero esta práctica no está regulada en la mayor parte del país, lo que se convierte en un riesgo para las mujeres gestantes
Alejandra Barriguete y Melissa Amezcua
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Martha se levantó a las cinco de la mañana para cruzar la garita de San Ysidro en Tijuana, Baja California. Ella vive en México pero está intentando rentar su vientre en Estados Unidos. Es la segunda vez que entra en este proceso en los últimos cinco meses en una agencia de gestación subrogada en San Diego, California.
Carla, una mujer latinoamericana en sus 40, dueña de una agencia pasará por Martha en territorio norteamericano.
-¿Ya te hiciste la prueba de embarazo?
-No
Le pregunta Carla a Martha mientras toman rumbo al consultorio en el hospital La Jolla IVF.
-¿Has tenido náuseas o malestares?
-No.
Martha está en ayunas porque le harán una prueba de sangre para saber si está embarazada. Apenas tres semanas han pasado de la inseminación artificial.
Carla y Martha llegan a la clínica ahí le sacan tres tubos de sangre y después le dan una bolsa llena de medicinas, hormonas y jeringas. Todo esto lo hace por una mejor oportunidad económica para ella y el hijo que la espera en casa.
Una mujer mexicana con visa norteamericana entra en los procesos que tiene Carla en su clínica. Los precios a los padres de intención son de 100 mil dólares por una persona como Martha. Si Martha fuera norteamericana los padres de intención pagarían 200 mil dólares.
En California la gestación subrogada es legal y está regulada. En México no, pero los procesos son más baratos y el trámite más sencillo.
Solo dos –Sinaloa y Tabasco– de los 32 estados del país autorizan el alquiler de vientres. En San Luis Potosí, Coahuila y Querétaro se prohíbe y en los demás no se ha regulado. Lo que permite a agencias, clínicas y abogados obtener ganancias en un mercado a conveniencia, arriesgando la salud y la vida de las gestantes, quienes sufren secuelas tanto físicas como mentales.
Hecho en México: cómo abaratar la mano de obra
A dos mil kilómetros de distancia, en la Ciudad de México, Raquel rentó su vientre en condiciones distintas. Quería darles una casa a sus cinco hijos y encontró la oportunidad en Facebook. La primera vez, en 2017, le pagaron 150 mil pesos por gestar un bebé y la segunda, tres años después, 180 mil pesos.
Entre los requisitos que a ella le pidieron estaba tener por lo menos un hijo por parto natural y que su esposo diera el consentimiento. Esto lo hacen para que después ellos no puedan reclamar la custodia del bebé.
Hoy en México es imposible saber cuántos menores han nacido por subrogación. En Tabasco por ejemplo, a pesar de ser legal, no se registran los nacimientos por esta vía porque se considera discriminatorio.
De acuerdo con datos obtenidos por N+Focus, de 2016 a 2022, Sinaloa registró 115 nacimientos por gestación subrogada, pero solo en uno de cada cinco se firmó un contrato.
La dimensión de la industria sí se puede medir. En los últimos 10 años el número de permisos que la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) otorgó a clínicas y hospitales para manejar células y hacer reproducción asistida aumentó de 69 a 168 y los permisos los concentran la Ciudad de México, el Estado de México y Jalisco, tres estados donde esta práctica no está regulada.
De acuerdo con las propias agencias de subrogación y foros dedicados a este tema, México tiene facilidad de trámites y es un lugar barato lo que lo hace ideal para el mercado extranjero.
Eleane Proo, socióloga de la UNAM, quien está haciendo su doctorado en este tema explica que por la estructura del mercado global “son los países ricos quienes hacen esta demanda de gestación subrogada y son los países pobres quienes ofertan”.
Además atribuye el boom del alquiler de vientres en México a que el 40% de las mujeres del país viven en pobreza.
Solo en 2022, la industria mundial de alquiler de vientres alcanzó un valor de 14 mil millones de dólares, con una tasa de crecimiento del 24.5% en los próximos 10 años. El último reporte del Global Surrogacy Market estima que en 2032 aumente a 129 mil millones de dólares.
Borrar a la madre gestante: una hora y cinco mil pesos
Las agencias en México prometen a las gestantes contratos firmados ante notario público para dar legalidad al proceso, pero esto solo podría funcionar en dos estados de la república.
De los seis estados donde existe una ley que regula el alquiler de vientres, solo las de Sinaloa y Tabasco lo permiten expresamente. Por eso, explica el abogado Aresvir Marín, experto en contratos de gestación subrogada, solo los contratos que se firmen y notarien ahí son legales. El resto no tendría validez y si los padres de intención o las gestantes quisieran interponer algún recurso por incumplimiento no podrían.
Cuando un menor nace por gestación subrogada en México se pueden hacer dos procesos distintos para que quede registrado como hijo de los padres de intención: una adopción o un amparo. Estas dos formas son las vías legales para hacerlo, pero no las únicas.
José Narro, senador de la república, busca prohibir la gestación subrogada, una industria que -dice- se ha convertido en un negocio multimillonario.
Aparecen coludidos hospitales, médicos, abogados, personas del registro civil porque se cambian actas, se inventan situaciones y prácticamente se le obliga a la madre a firmar hasta un contrato, donde se compromete a cosas que son ilegales, prácticamente por obligación y muchas veces se aprovechan de sus necesidades económicas
Para inscribir a un menor en el registro civil se da el certificado de nacimiento, llamado popularmente acta de alumbramiento. Es un oficio donde aparece el hospital que atendió el parto, hora y lugar de nacimiento y el nombre de la mujer que dio a luz.
N+Focus comprobó lo fácil que es obtener este documento. Fernanda, una mujer que se presenta como gestora del registro civil, ofreció por 5 mil 500 pesos dar el acta de alumbramiento.
En lugares como California, donde la gestación subrogada es legal, la gestante no aparece en el acta de nacimiento del menor. Desde el registro son los padres de intención quienes aparecen en este documento. Pero en México no es así.
“1.70, blanca y que haya nacido después del 2000”
Martha regresó a Tijuana después de los estudios. Carla se quedó respondiendo correos y llamadas de padres de intención en su casa.
“El padre quiere que sea blanca, mida al menos 1.70 y que haya nacido después del año 2000”. Carla explica que es muy común que los clientes o padres de intención, busquen un perfil físico específico.
Cuando las mujeres alquilan su vientre, sus óvulos no son parte del acuerdo. Para que se embaracen, se usan óvulos que se extraen de la madre de intención o se compran de un banco.
Aunque la práctica en México es ilegal, las clínicas se escudan en la figura de “donación” y justifican el pago como una retribución por los viáticos.
La extracción de óvulos se hace con anestesia general en un quirófano, a la mujer se le introduce una aguja gigante, y de hacerse mal, se le puede perforar un órgano y provocar una hemorragia interna, explicó el biólogo de la reproducción, Gustavo Aguirre. Las donantes entrevistadas para este reportaje no sabían de este riesgo.
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Daños a la salud: consecuencia no prevista en México
La preeclampsia, el nacimiento prematuro o las complicaciones a la hora del parto son riesgos que existen en todos los embarazos, sean por gestación subrogada o no. Pero las mujeres gestantes que someten sus cuerpos no están protegidas por la ley y muchas veces tampoco por sus contratos.
En Estados Unidos las mujeres que alquilan sus vientres tienen un seguro de gastos médicos hasta por cinco años después del parto así como un seguro de vida que protege a sus familias ante las eventualidades que puedan ocurrir. Incluso, se les otorga terapia psicológica para poder asimilar el proceso.
Pero en México, donde esto no es legal ni está reconocido, las mujeres no son protegidas y las cláusulas de los contratos dependen de las buenas intenciones de quienes estén pagando. Así lo explica Rebeca Ramos, directora ejecutiva de GIRE, una ONG feminista que se dedica a la reproducción elegida.
La falta de regulación, provoca también que no se tenga un tabulador que diga cuánto se le debe pagar a una gestante, qué cláusulas debe llevar un contrato (fuera de las que protegen a los padres de intención que pagan por ellos), cuántas veces una mujer puede embarazarse por esta vía y qué tratamientos psicológicos debe llevar.
Es común que quienes rentaron su vientre se mantengan en la industria de la subrogación aún cuando ya no estén gestando. Esto pasó con Myriam, Raquel y Carla.
Antes de ser agente Carla fue gestante dos veces y antes fue traductora de otra clínica para subrogación en Estados Unidos. Hoy, lleva más de una década en la industria.
En uno de los dos embarazos para los que Carla fue contratada se le incrustó la placenta, un padecimiento que puede terminar con la vida del bebé y de la mujer que lo gesta. Carla tuvo la atención en Estados Unidos y su contrato la aseguraba, pero en México esto no es igual.
Myriam ayuda con los contratos a futuros padres de intención.
Raquel conecta médicos con posibles gestantes y por ello se lleva una comisión. Ella entró a la industria con la promesa de cambiar su vida económica y logró construir algo, sin embargo, hoy que ya no pueden embarazarse sigue viviendo en pobreza en una colonia popular, lejos de los lujosos edificios de las clínicas y agencias que la atendieron.
La gestación subrogada sucede sin un marco legal, valiendo su negocio de mujeres en pobreza y priorizando las ganancias económicas por encima de la vida de las gestantes
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