¡Conmovedor!, Así Aprovecha el Tiempo una Joven con Cáncer Terminal
Emily Lahey es parte de un proyecto para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer, en el que comparte tres minutos de lo que le queda de vida con desconocidos
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Emily Lahey, de 32 años, tiene cáncer terminal. No sabe cuánto le queda de vida. Pero para ella el tiempo que le resta no es “un reloj que se acaba, sino un regalo precioso que no debe desperdiciarse”, un regalo que, además, está compartiendo con desconocidos, a quienes ayuda a evaluar su propia vida y a descifrar cuánto la están aprovechando.
La joven se sienta por un breve lapso con un extraño, que ha pagado por estar ese tiempo con ella. Los fondos que se recauden se destinarán a proyectos de investigación contra el cáncer, uno como el que a Emily le ha regalado tres años de tiempo, cuando su esperanza de vida después del diagnóstico era de apenas meses.
Durante los encuentros con los extraños, un reloj avanza en una pantalla de los tres minutos a cero, 180 segundos, cuando el conteo acaba, el extraño debe levantarse e irse. Es un tiempo breve con un final rápido, una abrumadora realidad que a Emily le llegó demasiado pronto.
Antes de reunirse con ella, cada participante ve un video donde se revela lo que para ella significa el tiempo extra de vida. En las imágenes se le puede ver celebrando grandes momentos, como su cumpleaños número 30 y su boda con su pareja, Jason, a quien conoció solo tres semanas antes de su diagnóstico de cáncer.
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También se ven los momentos más pequeños, la alegría y las risas diarias del tiempo que pasa con la familia y los amigos. En la narración del video, Emily describe el tiempo que le queda justo "no como un reloj que se acaba, sino un regalo precioso que no debe desperdiciarse".
Un tiempo precioso
Este tiempo que le regala a extraños es parte de un proyecto, en Australia, llamado Time to Live (Tiempo de vivir), diseñado por la Fundación Australiana de Investigación del Cáncer (ACRF), para crear conciencia y recaudar fondos.
Las personas “compran” una parte del tiempo de Emily, tres minutos, y usan ese breve lapso para hacerle preguntas o compartir por qué han ido a verla. Algunos más solo se sientan junto a ella y usan sus tres minutos para reflexionar en silencio.
La reunión se realiza en el Carriageworks, un recinto cultural multiartístico, ubicado en los antiguos talleres ferroviarios de Eveleigh, en Red Ferm, en Sídney, Australia. El lugar ha sido sede de grandes performances, pero Emily no es una actriz, es una guerrera, una sobreviviente.
El vuelco en su vida llegó en 2019, cuando solo tenía 27 años. Los médicos descubrieron un tumor en sus senos paranasales y en el hueso de su cráneo. Fue algo demoledor. Un giro del cielo al infierno. Apenas unos meses antes, Emily corría entre 5 y 10 km al día, como miembro de las fuerzas de defensa australianas. Estaba sana y en forma. Pero entonces llegaron los dolores de cabeza y síntomas como de sinusitis.
Los médicos descartaron ese diagnóstico después de estudios y solo cuando comenzó a perder la visión en el ojo izquierdo las tomografías revelaron el tumor. La quimioterapia resultó infructuosa: el cáncer, un carcinoma NUT, una mutación rara y agresiva con pocas opciones de tratamiento y pronóstico de vida de seis a nueve meses, ya había hecho metástasis.
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Cuatro años después de ese diagnóstico Emily sigue viva, pero esto no es un milagro, ni algo atípico en el caso de estos tumores, se debe a un tratamiento de vanguardia que aún no está disponible en Australia, al que pudo acceder desde los Estados Unidos, como parte de un plan gubernamental "compasivo", pero solo una vez que su condición se había deteriorado lo suficiente y los tratamientos más comunes habían demostrado ser ineficaces.
[En ese momento] saber que había una opción de tratamiento probada con eficacia demostrada en el extranjero era realmente frustrante. Pensé: '¿Por qué no puedo acceder a él ahora?'", le dice Emily a 'The Guardian'.
Más que un performance
Este aspecto de la experiencia de Emily encarna la razón de ser de ACRF, "financiar la investigación de clase mundial en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer". La organización se fundó en1984 y ha distribuido más de 184 millones de dólares a instituciones de investigación de toda Australia.
Antes de su 40 aniversario, contrató a David Gibson y Nathan Lennon, exdirectores creativos de la agencia de publicidad neoyorquina Droga5, para idear una campaña que llamara la atención sobre el potencial transformador del trabajo de ACRF.
Fueron Gibson y Lennon a quienes se les ocurrió la idea de Time to Live, trabajando con la gerente de recaudación de fondos y marketing de ACRF, Carly du Toit, quien encontró a Emily a través de una llamada.
Participar fue "una obviedad" para Emily. "Sin la investigación, no estaría aquí", dice. "Los tratamientos que estoy recibiendo y las pruebas a las que me he sometido para permitir el acceso a esos tratamientos son bastante avanzados". Espera que Time to Live muestre "la importancia de seguir financiando esos esfuerzos de investigación, para dar más tiempo a personas como yo".
Ver el video y compartir unos minutos con Emily es algo que da en las fibras más sensibles de los participantes y los hace evaluar su propia vida en función de una métrica. ¿La estoy aprovechando al máximo?
Helen, una de las “extrañas” con la que Emily departe en una mañana de sábado, dice que esta fue una de las razones por las que participó. Ha tenido una experiencia personal con el cáncer: todas las mujeres de su familia lo han padecido, y ella perdió a su madre a causa de él hace cinco años. "Necesito algo que me impulse a vivir, que me impulse a hacer algo". "Tengo 55 años. ¿Es demasiado tarde?”.
Más allá de los fondos recaudados y el tiempo que se pasa en la sala, este es quizás el impacto duradero: un momento raro para lidiar con la naturaleza fugaz de la vida y conectarse con otros en esa lucha.
Cuando cada persona deja Time to Live, Emily entrega un sobre con una tarjeta adentro; dice:
Te he dado mi tiempo. Ahora es tu momento de darle ese regalo a otra persona
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Con información de The Guardian
AV/JLR