De acuerdo con su informe más reciente sobre la sequía dentro del Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y Nutrición para América Latina y el Caribe, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés); señala que el déficit hídrico en el mundo costó 37 mil millones de dólares en pérdidas ganaderas y agrícolas tan sólo entre 2008 y 2018.
El sector agrícola es el más golpeado con el 82% de los efectos debido a la falta de agua. Esto conlleva una serie de problemas subyacentes: acrecenta la brecha de pobreza, particularmente la alimentaria, y degrada el medio ambiente.
La agencia de las Naciones Unidas sostiene que la frecuencia de la inseguridad alimentaria moderada o severa aún se mantiene en niveles superiores a los observados antes de la pandemia de covid-19.
La malnutrición limita el crecimiento de los niños y niñas de la región y se estima que una de cada cinco personas no tiene acceso a una dieta saludable, es decir, más de 43 millones de personas dentro de América Latina y el Caribe.
La subalimentación representa un consumo deficitario de comida, que imposibilita hacer las actividades básicas debido a la falta de energía.
En 2022, la incidencia del hambre, medida por la prevalencia de la subalimentación, se mantuvo en niveles superiores a los observados en los años previos a la pandemia, oscilando entre 8.7 y 9.8% a nivel global.
La población mundial que experimentó subalimentación en 2022, representó el 9.2% del total, un aumento de 1.3 puntos porcentuales en comparación con 2019.
El informe destaca que las mujeres experimentan mayor inseguridad alimentaria que los hombres.
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Con información de Paola Becerra Orozco, Noticias N+