"El trabajo que no se paga, también es trabajo"
Paola Becerra Orozco
El trabajo no remunerado representa el 24% del valor del PIB en México; las mujeres aportan el 72.2% del mismo
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El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presentó sus últimos datos sobre la cuenta satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares en México, que muestra una radiografía de las brechas de género en nuestro país.
Basta decir que el 72.2% del trabajo no remunerado es contribuido por las mujeres, frente a un 27.8% de los hombres.
El análisis detallado del estudio revela que las labores de cuidado y apoyo representan el 24.9% del total, seguidas por la limpieza y mantenimiento del hogar con 23.7%.
La alimentación contribuye con un 22.6%, mientras que las compras y la administración doméstica representan el 11.6%.
Además, la ayuda a otros hogares y el voluntariado constituyen el 8.9%, y la limpieza y cuidado de la ropa y el calzado representan el 8.2%.
El trabajo no remunerado, según datos del Inegi, ha adquirido una dimensión significativa en la economía, alcanzando un valor de 7.2 billones de pesos en 2022.
Este monto representa un 24% del Producto Interior Bruto (PIB) de México, evidenciando la enorme contribución de las actividades no remuneradas al tejido económico del país.
Para poner en perspectiva la magnitud de este fenómeno, el trabajo no remunerado supera incluso a sectores clave de la economía mexicana.
Si lo consideramos como un sector en sí mismo, su participación en el PIB supera a la industria manufacturera que aporta un 22%, y se sitúa muy por encima del transporte que contribuye 7% al valor total del PIB.
Al evaluar el valor del trabajo no remunerado en relación con el PIB de cada entidad federativa, se observa que los estados con los porcentajes más elevados fueron Chiapas (62.1%), Guerrero (49.8%), Oaxaca (48.2%), Tlaxcala (41.9%) y Zacatecas (39.9%), contrastando con el promedio nacional del 24.3%.
Este panorama plantea interrogantes sobre la valoración adecuada de estas actividades en el contexto económico y social. ¿Cómo podemos reconocer y contabilizar de manera justa la importancia del trabajo no remunerado? ¿Deberíamos reconsiderar las políticas y prácticas que subestiman o ignoran este tipo de contribuciones?
Estas preguntas invitan a reflexionar sobre la necesidad de una comprensión más completa y equitativa del trabajo, más allá de los límites convencionales que se enfocan únicamente en la remuneración económica.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sostiene que si bien es esencial la participación en empleos remunerados, esto por sí solo no garantiza la consecución de la inclusión laboral.
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Con información de Paola Becerra Orozco, Noticias N+