Abejas para el Futuro: 10 Años de Lucha para Proteger las Colmenas de Hopelchén, Campeche
Andrea Vega | N+
Decenas de apicultores se han organizado para proteger a las abejas, tanto nativas como melíferas, que son parte de su sustento diario y, además, insectos clave para la conservación de la selva maya.
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Era agosto y venía una tormenta. Los vecinos de Jorge Oziel Pech habían ido a ver sus colmenas para protegerlas de alguna posible inundación por el temporal, pero se encontraron con una catástrofe: miles de abejas muertas tiradas en el piso y las que habían sobrevivido volaban desorientadas.
Oziel Pech corrió a su apiario y se dio cuenta que había perdido 45 colmenas de las 150 que tenía.
Pech y sus vecinos indagaron y encontraron pistas. A cuatro kilómetros de sus apiarios existe un campo de siembra de chile habanero. “Estamos seguros que nuestras abejas se intoxicaron con los agrotóxicos que usan en este cultivo, se lo dijimos al agricultor, un menonita, pero dijo que no iba a parar su producción, metimos una demanda que sigue en proceso”, asegura el apicultor.
No es la primera vez que pasan por esto, es algo que enfrentan desde hace años, con el auge de la agricultura industrial en Campeche. Ese plantío forma parte de las más de 200 mil hectáreas deforestadas en el municipio de Hopelchén para cultivos de soya, chile o sorgo y pepino.
Decenas de apicultores se han organizado para proteger a las abejas, tanto nativas como melíferas, que son parte de su sustento diario y, además, insectos clave para la conservación de la selva maya.
La batalla legal
La batalla empezó en 2012. Comunidades mayas y apicultores, entre ellos los de Hopelchén, interpusieron amparos contra el permiso, expedido por la Secretaría de Agricultura en ese mismo año, a la entonces empresa Monsanto para producir soya transgénica, causante de deforestación y del uso desmedido de agrotóxicos, acusan los apicultores y pobladores.
Los quejosos alegaron que el permiso violaba su derecho a la consulta, a la autodeterminación, a su desarrollo como pueblos y al medio ambiente sano. Jueces federales resolvieron los amparos a favor de las comunidades, pero las autoridades y la empresa impugnaron y el caso llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Fue en noviembre de 2015 cuando este máximo tribunal del país emitió la sentencia del amparo en revisión 498/2015, y de otros siete en el mismo sentido, y ordenó la suspensión temporal de la siembra de soya transgénica y una consulta previa, libre e informada a las comunidades.
Pero la siembra de soya transgénica no se ha detenido en la región, denuncia Oziel Pech y asegura que, por el contrario, se ha triplicado.
La empresa Bayer, que compró Monsanto, se deslinda de esa acusación. En una tarjeta informativa, compartida con este medio, asegura que no comercializa semillas genéticamente modificadas de soya en México y que no participa en actividades ilegales con el mercado de semillas.
En lo que respecta a la consulta indígena, esta no se ha hecho, por desencuentros en la organización entre comunidades y autoridades.
Además de la siembra de soya, Pech afirma que también ha continuado la agricultura de riesgo de otros productos, como el chile y el pepino, así como la deforestación y el uso de agroquímicos que están acabando con las abejas.
Veneno para las abejas
Tan solo en marzo de 2023 murieron alrededor de 4 mil 800 colmenas. En enero de 2024, se registró otro evento similar, que afectó al menos a 3 mil 600 en comunidades como San Francisco Suctuc y Crucero de Oxá. En agosto de este año,15 familias, incluida la de Oziel Pech, perdieron muchas de sus colmenas.
No se puede dar un número exacto de cuántas abejas han muerto en los últimos años, dice el apicultor, apenas se han contabilizado las de algunas comunidades. Conteo en el que, además, se ha dejado fuera a las abejas silvestres que viven en el monte y que también han muerto por miles.
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Los grandes agricultores hacen las siembras de estos monocultivos y las rocían con los agrotóxicos, que se dispersan por el aire y llegan a las colmenas. Aunque también pasa, dice Pech, que aplican en los campos, hormonas que atraen a las abejas para polinizar y aumentar su producción, pero al mismo tiempo fumigan, “es algo terrible, es ecocida”, afirma.
Además de estar expuestas a venenos, las abejas se están quedando sin alimento. La deforestación las está dejando sin polen. De 2001 a 2023, Hopelchén perdió 127.45 mil hectáreas de cobertura arbórea, lo que equivale a una disminución del 14.2%, de acuerdo con datos de la organización Global Forest Watch.
“Se han reducido los árboles, las enredaderas, las plantas donde las abejas pueden pecorear (recoger el polen) y eso lo podemos ver en la producción. Mi papá me platica que hace 20 años con 20 colmenas sacaba un tambor de miel, ahora se necesitan 50 para sacarlo”, apunta Ever Chablé, apicultor e integrante de la organización Alianza Maya por las abejas Kaabnalo’on.
Al impactar la salud de estos insectos, los agrotóxicos y la deforestación amenazan la supervivencia de los apicultores mayas, quienes dependen de ellas para la producción de miel, un producto emblemático de la región.
El 19 de mayo de 2023, en medio de la conmemoración mundial del Día de Las Abejas, representantes de los pueblos mayas de Hopelchén presentaron un amparo por las violaciones a los derechos de la naturaleza y los derechos colectivos de los pueblos mayas a la libre determinación, el territorio y la integridad cultural.
En el juicio se señaló la omisión de las autoridades federales y las estatales frente a las dos principales causas de muerte masiva de las abejas que son la utilización indiscriminada de agrotóxicos como fipronil, glifosato y neonicotinoides, y la deforestación, que ha colocado a Hopelchén como uno de los municipios más deforestados de México.
Otro logro que habrá que defender
El amparo presentado fue admitido en el juzgado Segundo de Distrito y durante el proceso se han otorgado suspensiones definitivas, con las que, por ejemplo, se deberían haber detenido las fumigaciones aéreas, pero estas no se han respetado.
A finales de noviembre de 2024, la jueza Cuarta de Distrito del Centro Auxiliar de la Quinta Región, con residencia en Culiacán, Sinaloa, a donde se turnó el asunto, falló a favor de las comunidades mayas.
Jorge Fernández, integrante del Centro de Derechos Humanos Utsil Kuxtal y asesor jurídico de los representantes mayas que interpusieron el amparo, explica que esta sentencia es histórica porque reconoce la importancia que tienen las abejas para la región de Hopelchén, no solo a nivel económico y cultural, sino también ecosistémico. Y aunque no las reconoce como sujetos de derechos, si reconoce que por su función deben ser protegidas.
Además, dice el abogado, reconoce y da por acreditadas las dos principales causas que se denuncian en el amparo: el uso de agrotóxicos y la deforestación, así como las omisiones de las autoridades.
Pero para los apicultores de Hopelchén no todo está resuelto.
“La jueza señala la obligación del Estado de establecer medidas que sean eficaces para inhibir las situaciones que están impactando en las abejas, pero digamos que hay una laguna porque no señala cuáles son esos mínimos que se deberían de cumplir”, agrega Fernández.
Sin embargo, las comunidades esperan que se cumplan las medidas que ellos pidieron en el amparo y que incluyen: prohibir totalmente agrotóxicos como el fipronil y los neonicotinoides, ya vetados en gran parte de Europa; aplicar plenamente el decreto que restringe el uso del glifosato; prohibir las fumigaciones aéreas que ponen en riesgo a las abejas y al ecosistema e investigar y sancionar las deforestaciones ilegales en la región.
Pero lo que realmente esperan es que la sentencia abra la oportunidad de construir políticas públicas que detengan el deterioro ambiental que está incidiendo en la muerte masiva de estos insectos y otros polinizadores y que las autoridades hagan su trabajo.
“En las tiendas de aquí de Hopelchén los agrotóxicos se venden como si fueran dulces, cualquier persona puede ir y comprarlos, y muchas de esas tiendas no tienen ni permisos, solo tres los tienen, las demás son ilegales. Nosotros llevamos años exigiendo que haya regulaciones y vigilancia efectivas y no las hay”, concluye Oziel Pech.
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