Soraya Jiménez: De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano

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Soraya Jiménez se convirtió en la primera mexicana de la historia en ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos

Soraya Jiménez: De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano

Soraya Jiménez: De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano

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El 18 de septiembre del año 2000, Soraya Jiménez se convirtió en la primera mexicana de la historia en ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Aunque esta gesta es considerada una de las grandes hazañas del deporte mexicano, 13 años después su protagonista falleció en medio del olvido tanto de federativos como del propio pueblo, que en su momento tanto la vitoreó. ¿Por qué en México, a diferencia de lo que ocurre en otros países, el brillo de un triunfo deportivo de esta magnitud se opaca tan rápido? La historia de Soraya, tan llena de claroscuros, podría acercarnos a la respuesta.

La medalla que nos despertó a todos

Lunes 18 de septiembre por la madrugada. Aún no daban las cinco de la mañana y la mayor parte del país dormía. Pocos sospechaban que el deporte mexicano estaba por escribir con letras doradas una de sus páginas más brillantes. Justo en ese momento, al otro lado del planeta se celebraban los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, y esa noche (hora australiana), una mexicana participaba en la competencia femenil de halterofilia en la categoría de 58 kilogramos, que se realizaba en el Centro de Conferencias y Exposiciones de esa ciudad australiana. Su nombre era Soraya Jiménez y aunque llegó sin los reflectores encima (solamente los expertos en su disciplina estaban al tanto de su capacidad), pronto se adueñó de la competencia. En la arrancada levantó 95 kilos, y en la prueba de dos tiempos consiguió cargar 127.5 kilos. Su determinación se combinó con la mala actuación de la norcoreana Ri Song Hiu, quien partía como favorita y que al final debió conformarse con la medalla de plata. La tercera posición en el pódium la ocupó Khassaraporn Suta, de Tailandia. Tras 16 años de silencio, el Himno Nacional Mexicano volvió a escucharse en un escenario olímpico. https://youtu.be/wn2fglYl2h8 Una hora después, el triunfo de Soraya era la noticia principal en prensa, radio y televisión. No era para menos, México no obtenía una presea dorada desde Los Ángeles 84. A lo largo del día Soraya dio decenas de entrevistas y fue felicitada vía telefónica por el presidente Ernesto Zedillo. México cayó rendido a los pies de su nueva leyenda deportiva.

(Michael Steele/ALLSPORT/Getty Images).

Una vida dedicada al deporte

La medalla de oro que Soraya consiguió en Sidney 2000 fue el resultado justo a una vida de dedicación y esfuerzo. Cuando iban en la primaria, ella y Magali Jiménez, su hermana gemela, empezaron a jugar basquetbol. Su entrega incluso las llevó a ser seleccionadas infantiles y juveniles de este deporte. La naturaleza competitiva de Soraya también la llevó a practicar natación y bádminton. Sin embargo, entre los 11 y 14 años descubrió la halterofilia. Muy pronto sus profesores descubrieron que la joven tenia una sorprendente capacidad para levantar grandes pesos. Soraya comenzó a participar en grandes torneos y en muy poco tiempo comenzó a destacar en competencias nacionales e internacionales.

El sinuoso camino hacia Sidney

En el ciclo de preparación para Sidney 2000, la participación de Soraya en varios certámenes empezó a comprometerse por la grilla y machismo que había hacia el interior de la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas (FMLP), donde el apoyo se le daba a cuentagotas. Incluso, René de la Serna, entonces secretario técnico del organismo, llegó a declarar que...

Las pesas no son un deporte apto para mujeres”

Tras vencer varias trabas burocráticas finalmente logró ingresar al gimnasio del Comité Olímpico Mexicano. No obstante, Soraya no tenía entrenador y se preparaba ella misma. Con la vista puesta en Sidney, consiguió que Grupo Uribe, la empresa gasera en la que trabajaba su papá, la patrocinara. Ella misma buscó a su entrenador vía internet y así se puso en contactó con el entrenador búlgaro Georgi Koev, quien a base de un estricto entrenamiento en donde no había lugar para el descanso, llevó a la pesista a su optimo nivel. Soraya continuó con su preparación en Sofia, Bulgaria, donde pasó un año preparándose y destacando en las competencias en las que participaba. La medalla de oro sería un justo premio a todos esos años de trabajo.

Foto Soraya Jiménez De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano 6 septiembre 2019
(AP Photo/David Guttenfelder)

El declive

Tras su apoteósico triunfo en Sidney, el medio deportivo esperaba mucho de Soraya de cara al próximo ciclo olímpico. Lamentablemente, diversas circunstancias fueron minando el camino de la pesista hacia Atenas 2004. El calvario empezó en 2002, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denunció que la deportista había falsificado documentos para acreditarse como pasante de Administración de Empresas y así poder participar en el Mundial Universitario de Levantamiento de Pesas, que se realizaría en Izmir, Turquía. En julio de ese año, Soraya reconoció que había incurrido en una irregularidad y pidió disculpas por su conducta antideportiva. Finalmente la UNAM no presentó cargos formales en su contra. Semanas después, la Federación Mexicana de Halterofilia informó que Soraya dio positivo en un control antidopaje del Campeonato Panamericano de Venezuela, por el consumo del antidepresivo Wellbutrin o Bupropión, que está prohibido por el Comité Olímpico Internacional (COI). Aunque fue inhabilitada de toda competencia durante medio año, las autoridades deportivas consideraron que la sustancia, que había ingerido por prescripción médica, no mejoraba su rendimiento en la disciplina. La sanción en su contra solo tuvo vigencia un par de meses. Desde entonces comenzó un marcado descenso en el nivel competitivo de Soraya, quien ya no pudo mantener su estatus competitivo.

(facebook.com/magallij).
La ecatombe llegó en 2004, cuando de forma inesperada, Jiménez anunció su retiro días antes del inicio del clasificatorio para los Juegos Olímpicos, por un desgarre en la rodilla derecha, y no contar con el apoyo de las marcas que le otorgarían un boleto para la máxima justa deportiva. De acuerdo a Rodrigo González, entonces titular del Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA), en los últimos tres años se habían invertido entre un millón, y millón y medio de pesos anuales en la preparación de Soraya, quien también contaba con una beca mensual.

El caso Soraya... ¿un reflejo cultural del deporte en México?

La relación de cada país con sus atletas, en gran medida, nos habla de su estructura de gobierno, en donde el deporte incluso es visto como una herramienta para mostrar poderío o reforzar alguna ideología. No es de extrañar que durante la Guerra Fría, el gobierno soviético destinó una cantidad significativa de recursos económicos y científicos, en la captación y desarrollo de súper atletas; algo similar ocurrió en la Cuba de Fidel Castro. En naciones que son potencias económicas, como Estados Unidos o Alemania, el desarrollo de un atleta se da de forma integral. Se da un seguimiento a sus deportistas desde temprana edad, con un proceso perfectamente estructurado para que cumplan ciclos de rendimiento cuyos picos coincidan con las competencias más importantes de cada disciplina.

Foto Soraya Jiménez De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano 6 septiembre 2019
Vladimir Artemov, de la Unión Soviética, tras ganar el oro en barras paralelas durante los Juegos Olímpicos de Seúl 88. (Pascal Rondeau /Allsport / Getty Images).
En México las cosas son muy diferentes, y por desgracia, la notoria caída en el desempeño de Soraya sirve para ejemplificarlo. No son pocos los deportistas mexicanos que, después de alcanzar un triunfo notorio en su carrera, batallan para retomar el nivel que los llevó a la élite mundial. A su regreso de Sidney, Soraya tenía una perspectiva privilegiada de cara al próximo ciclo olímpico. Un apoyo casi total de los organismos públicos, tanto en el aspecto deportivo, económico y de logística, al formar parte del programa "Compromiso Integral de México con sus Atletas" (CIMA). Su bajo desempeño, atribuyeron varios especialistas, se debió a las continuas distracciones extra deportivas que la rodearon tras ganar su medalla de oro. Si en México los casos de éxito deportivo son garbanzos de a libra, ¿no se debería de trabajar para protegerlos una vez que alcanzan la gloria olímpica? Por más que la preparación física sea óptima, este desarrollo debe contar con el seguimiento de un equipo, conformado por especialistas que sepan mantener a los atletas enfocados hacia su objetivo, y los blinde para salir bien librados cuando se vean acechados por el dinero, la fama y los vicios. Por supuesto, para eso hace falta un despliegue de recursos económicos que, al menos en el modelo de apoyo al deporte del gobierno actual, no tiene cabida. El problema también pasa por la idiosincracia del mexicano, que a menudo suele caer en actitudes de conformismo. Afortunadamente esta tendencia poco a poco han ido cambiando, gracias a atletas como Paola Espinosa, Paola Longoria, Ana Guevara, Lorena Ochoa o María del Rosario Espinosa, quienes por años lograron mantenerse dentro de un nivel de alta competencia.
Paola Espinosa (izquierda) y Ana Gabriel Guevara / Twitter

Problemas económicos y de salud

Luego de su retiro, la salud de Soraya tuvo un significativo deterioro. En su historial clínico figuran 14 operaciones en la rodilla izquierda, que de acuerdo a su ortopedista, provocaron que tuviera la pierna de una octogenaria. También sufrió cinco paros cardiorrespiratorios y contrajo influenza en tres ocasiones. La peor de ellas en julio de 2007, cuando se contagió de Influenza tipo B durante los Juegos Panamericanos que se celebraron en Río de Janeiro. Este episodio la tuvo al borde la muerte durante 15 días y la llevó a perder el pulmón izquierdo. A pesar de estos problemas respiratorios y de rodilla, Soraya corría y nadaba para mantenerse en forma. También tenía esporádicas apariciones en televisión como analista deportiva.

Foto Soraya Jiménez De la gloria al olvido, una radiografía del deporte mexicano 6 septiembre 2019
Soraya Jiménez junto a su hermana Magali, y su mamá, María Dolores Mendivil. (facebook.com/magallij).
Soraya vivía en un departamento ubicado en la Condesa, que se compró a su regreso de los Juegos Olímpicos de Sidney, con los 1.7 millones de pesos que recibió como premio por parte del Estado de México. Varias veces empezó diversas carreras y en 2010 incluso estudió un diplomado que le permitiera titularse como abogada en juicios orales. Para mantenerse daba asesorías legales y recibía una beca mensual de Grupo Uribe, el único patrocinador que le quedaba, quienes también le regalaron una camioneta Mercedes Benz (que más tarde vendió) y le pagaban un seguro de Gastos Médicos Mayores. También daba clases de halterofilia en la Universidad del Estado de México (UEM). Aunque a simple vista Soraya no tenía problemas económicos, destinaba gran parte de sus ingresos a labores altruistas, tanto en especie como monetaria. Para obtener más recursos buscó montar un gimnasio y un restaurante, aunque al final, estos negocios no pudieron concretarse, provocando que cayera en depresión pues a sus 35 años le pesaba depender económicamente de sus papás.

El trágico 2013

2013 fue un año trágico para los medallistas olímpicos mexicanos que participaron en Sidney 2000. El 16 de enero murió Noé Hernández, quien había obtenido la presea de plata en la prueba de 20 km de marcha, luego de pasar varios días en terapia intensiva, tras verse envuelto en el tiroteo de un bar. Soraya falleció el 28 de marzo de ese mismo año en su departamento de la Ciudad de México, a causa de un infarto agudo al miocardio. Al ser Jueves Santo, la noticia tuvo poco impacto mediático y hasta cierto punto pasó desapercibida. Ojalá este texto sirva para recordar la vida de una de las mayores glorias olímpicas de nuestro país. https://youtu.be/SFqd97M_B2E

Epílogo: ¿Quién es responsable del sustento económico de un atleta?

La situación precaria y de indefensión en la que Soraya vivió durante sus últimos años nos lleva a cuestionar qué tanto es responsabilidad del gobierno velar por el bienestar económico de sus atletas retirados. Salvo contadas excepciones, la mayoría de los medallistas olímpicos que ha tenido México han tenido problemas económicos al final de su vida deportiva. Si bien, las respectivas administraciones que han estado en el poder les han otorgado becas, el apoyo no resulta suficiente. Sí, nuevamente volvemos a la carencia de una preparación integral. Darle a los atletas una orientación financiera que les enseñe a invertir los recursos que llegan a ellos, vía premios, patrocinios y becas debería ser primordial. Tampoco se debería desaprovechar su experiencia, reintegrándolos en los procesos de captación y preparación de las nuevas generaciones. En otras palabras, México debería cuidar más a sus glorias olímpicas, invertir en ellos contribuirá a crear un circulo virtuoso.

(Martin Rose/Bongarts/Getty Images).