México y el básquetbol: un romance eterno
El romance de México con el deporte ráfaga es añejo y aquí te contamos su historia.
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La mejor liga de basquetbol del mundo estará de regreso en nuestro país. Cuatro equipos de la NBA: Dallas Mavericks, Phoenix Suns, San Antonio Spurs y Detroit Pistons pisarán la Ciudad de México para brindarnos dos partidos del deporte ráfaga. Miles de fans estamos entusiasmados por la oportunidad de disfrutar la máxima expresión, en otra parte de la CDMX y del país. La Liga Nacional de Baloncesto Profesional de México está luchando por darle al básquet el lugar que merece en el panorama del deporte nacional y en la atención de los medios.
Porque, a pesar de que el básquet no ha podido recuperar el protagonismo que alguna vez llegó a tener, no cabe duda que el romance de México con el deporte ráfaga es añejo y eterno.
La llegada del basquetbol a México
Dada la cercanía con los Estados Unidos, el basquetbol llegó a México en 1902, gracias a Guillermo Spencer, quien dirigía el Instituto Metodista en la ciudad de Puebla. Improvisó unas canastas y unos aros para que pudiese pasar holgadamente una pelota de unos 30cm de diámetro. Este mismo organismo protagonizó el primer encuentro deportivo no oficial en ese mismo año. Tres años después, en el marco de los festejos de la conmemoración del 5 de Mayo, se abrieron las puertas al primer partido profesional, que también fue la primera exhibición pública de este deporte. En la década de los años 20, el baloncesto empezó a obtener pequeños frutos a nivel internacional como el triunfo ante Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1926. Tal fue el impacto del básquet, que en la capital se armó un equipo de mujeres en 1917. Pero la pasión por el básquet alcanzó su punto más alto cuando, en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, el equipo nacional obtuvo la primera medalla olímpica en un deporte de conjunto. La selección nacional se colgó el bronce tras derrotar a Polonia. Después de ese hito en la historia del deporte de nuestro país, el básquet mexicano siguió siendo de muy alta calidad y competitivo. En Londres 1948, los guerreros mexicanos perdieron el bronce por apenas 5 puntos ante Brasil. Para Helsinki 1952, la selección mexicana se colocó en noveno lugar. En las justas de 1960 y 1964 la hubo participación, pero ya no se trascendía como en antaño.
Clark Flores y Lester Lane
Cuando a México se le otorga la sede olímpica en la Ciudad de México, algo estaba claro para el general José de Jesús Clark Flores, el presidente del Cómite Olímpico Mexicano: el deporte necesitaba a los mejores entrenadores. Y siendo un apasionado del básquet, hizo lo posible para que los mejores entrenadores disponibles se hicieran cargo de la selección. Y es que Clark Flores se inició en los deportes 1941, con el basquetbol. Fundó el equipo llamado Transmisiones, que estaba integrado por miembros del ejército regular, ya que Clark era militar. En dos años se formaron más de 200 equipos similares. Cinco años después se convirtió en presidente de la Federación Mexicana de Basquetbol. Su pasión por el deporte ráfaga lo hizo contratar a Lester Lane, un entrenador estadounidense que se entregó en cuerpo y alma a la selección mexicana. Llegó en 1966 y trabajó para que la generación encabezada por Arturo "Mano Santa" Guerrero puliera todas su capacidad para que el equipo fuera tan competitivo como a principios del siglo XX. El resultado fue que se ganó el Centrobasket de 1966, la plata en los Panamericanos del 67 y el quinto lugar en la justa olímpica disputada en casa.
Decadencia
Entonces llegaron las dificultades. Lane murió en 1973. Clark Flores falleció un par de años antes. Y el basquet mexicano se estancó a nivel profesional. La gente lo seguía practicando, pero empezaron a aparecer los problemas internos en la Federación Mexicana de Baloncesto. Existía el Circuito Mexicano de Básquetbol, conocido como CIMEBA, pero el rumbo para desarrollar talentos que permitieran la competitividad se estaba perdiendo. La selección mexicana aún asistió a Montreal 1976 y terminaron en un decoroso décimo lugar. Desde entonces, nuestro básquet se ha visto envuelto en una serie de disputas que lo hundieron por décadas. Mientras el basquetbol en el mundo avanzaba, en México se quedó estancado. La CIMEBA no encontraba un espacio en los medios, dominados por el fútbol y se iba diluyendo conforme pasaban las temporadas. En el ámbito internacional, los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona marcaron un punto de inflexión en la historia del baloncesto internacional, ya que era la primera vez que Estados Unidos enviaba a jugadores de la NBA para representar al equipo nacional, el Dream team original. El impacto del Dream team fue tan significativo que desencadenó un rápido proceso de integración de la NBA con el resto del mundo. La liga desarrolló una base de fanáticos internacionales más amplia y la participación de jugadores extranjeros aumentó. Pero los conflictos internos han impedido que México haya podido aprovechar el boom del deporte ráfaga en el mundo. El problema se agravó cuando cuando diferentes organismos buscaron dirigir o apoderarse del deporte con el apoyo de las instituciones oficiales del deporte nacional. Un conflicto que ha costado muy caro, ya que el atraso fue notable en comparación con el resto del mundo. Y fueron años donde México no era competitivo en ningún nivel. El CMEBA estaba muriendo y los niños que soñaban con ser basquetbolistas no encontraban una liga profesional seria que pudiera ayudarlos a cumplir sus objetivos. Mientras a nivel federativo no había rumbo, la afición del básquet encontró en las transmisiones de la NBA un refugio para disfrutar de este deporte y mantener viva la pasión por el balón naranja. A pesar del caos a niveles federativos, el básquet siempre ha tenido una afición fiel. No por nada es el segundo más practicado en el país y del que más canchas hay. Pero desde el año 2000 hay un esperanza que esto cambie: la Liga Nacional de Baloncesto Profesional de México (LNBP).
LNBP y los 12 Guerreros
A pesar de los fracasos del pasado, está claro que existe una audiencia potencial para que una liga triunfe en nuestro país. Aunque el fútbol es, por mucho, el deporte favorito de México, el baloncesto sigue creciendo y se pueden ver canchas en pequeñas ciudades, en parques locales, plazas y escuelas de todo el país. Ya está por delante del fútbol americano en popularidad, según un estudio de Nielsen de 2016 que encontró que el 17% de los fanáticos de los deportes en México seguían al básquet y el 12% seguía al fútbol americano. La Liga Nacional de Baloncesto Profesional de México (LNBP) ha sufrido para poder encontrar una estabilidad. Muchas franquicias han desaparecido en su proceso de consolidación, pero, de la mano de Sergio Ganem, el actual presidente, hay una ventana de esperanza para que el romance del mexicano con el básquet se vea reflejado en una liga que cada vez sea más atractiva y competitiva. Este renacer del interés del básquet nacional también tiene mucho que ver con los 12 Guerreros. Con esa inolvidable selección mexicana, dirigida por Sergio Valdeolmillos y liderada por jugadores como Gustavo Ayón, Jorge Gutiérrez, Héctor Hernández, Pedro Meza, Francisco Cruz entre otros, que regresó a México a un mundial de la especialidad tras 40 años de ausencia. El papel que desempeñaron en España 2014 fue dignísimo. Pasaron de la fase de grupos e hicieron un digno papel ante los Estados Unidos. Esto nos habla del gran talento que siempre ha habido en México y que solo necesita encauzarse para que los resultados se den.
El romance eterno: México y el básquet
Porque México es un país con un corazón basquetbolero. El deporte ráfaga fue el primero en darnos una gran alegría internacional y por años fue altamente competitivo. En una era en la que la NBA se internacionaliza cada vez más, la LNBP está demostrando que el deporte ráfaga es un negocio rentable, que se puede ser un profesional bien pagado y que el producto que ofrece es de calidad. Sí, gocemos de Luka Doncic, LaMarcus Aldrige, Devin Booker, Blake Griffin y de las otras estrellas que pisarán nuestro país, pero también volteemos nuestra mirada a nuestra propia liga, para que nuestro basquet, ese que ha sido tan maltratado injustamente por sus propios directivos, renazca con toda la fuerza que el talento nacional puede ofrecer. Porque México lleva enamorado más de 100 años del básquet y ese romance será eterno mientras haya un balón, una canasta y alguien soñando con que puede volar.
Ilustración: Pe Aguilar