Jornaleros del Box: Pelear Bajo la Ilegalidad
Con permisos y certificados médicos ilegales, boxeadores mexicanos son utilizados para pelear en el extranjero e inflar los récords de sus rivales
Jennifer González
Boxeadores mexicanos son usados para inflar récords de otros en un negocio donde nadie se hace responsable.
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En México les llaman escalones. En España, jornaleros. Son los boxeadores utilizados para inflar los récords de sus rivales.
Al menos 10 mexicanos han peleado en Europa, entre 2018 y 2022, en condiciones irregulares. Sin contratos, sin atención médica adecuada o incluso con documentos falsificados, algunos volvieron con menos dinero del que les prometieron y con lesiones.
Otros siguen peleando como mexicanos, pero con autorizaciones de otros países. Así lo permiten la falta de supervisión de las comisiones y de uniformidad en los reglamentos.
Durante un año, N+ Focus recabó testimonios de boxeadores, entrenadores, promotores, exfuncionarios y autoridades boxísticas de tres países. También consultó bases de datos y realizó solicitudes de información que debería ser pública.
Este reportaje esboza un esquema fincado en la normalización de irregularidades, lagunas reglamentarias, descoordinación de autoridades y condiciones económicas precarias para lucrar con los prospectos de deportistas a costa de su sueño y su salud.
El inicio del sueño
Arturo López Raygoza creció en una colonia popular al norte de Aguascalientes. Aprendió a boxear para defenderse del bullying que sufría en la secundaria, pero le dijeron que era bueno y podría convertirse en profesional: cobrar por subirse al ring.
Debutó en 2015, a los 18 años, con el mote de Tarahumara. El apodo se lo pusieron en el gimnasio, pero le disgusta lo suficiente como para negarse a contar por qué. Prefería Títere, como le decían antes, por su parecido con otro boxeador de Jalisco.
Desde su primera pelea, Arturo aprendió que podía cobrar, pero no podía vivir del deporte.
“La paga es muy barata: lo más lo más que gané fueron 8 mil pesos en Monterrey”, recuerda desde el retiro a los 26 años. Pero la memoria le traiciona: el registro de esa pelea en la Comisión de Box de Aguascalientes dice que cobró 3 mil 500 pesos, y que su sueldo más alto en el país fue de 4 mil pesos.
En México, el deporte profesional se rige por la Ley Federal del Trabajo, pero no existe algo parecido a un ‘salario mínimo’ para los deportistas.
Según promotores, mánagers y boxeadores consultados para este reportaje, actualmente un round se paga en mil o mil 500 pesos. O sea, entre 4 mil y 12 mil pesos por pelea.
Los reglamentos municipales o estatales que rigen el boxeo profesional en el país tampoco marcan un piso o un techo salarial, pero sí establecen que, de lo que reciba, el boxeador debe dar un porcentaje —usualmente 30%— al entrenador o mánager.
Por eso, pelear en el extranjero se vuelve más atractivo para todos.
“Ganas dinero que en México no ganarías. Y mucha gente que está en el boxeo no lo hace porque sea solamente algo lúdico. También es una forma de sobresalir o llevar algo de recursos hacia sus casas. Esa es la realidad del boxeo mexicano”, dice Luis Espontáneo Cruz, entrenador de Arturo.
Fue precisamente gracias a Espontáneo que esa realidad del boxeo mexicano se materializó para Arturo. En 2017, el entrenador le consiguió una pelea a cuatro rounds en Canadá, por la que cobró 2 mil dólares canadienses —unos 27 mil pesos de aquel tiempo. Tarahumara empató la pelea -lo que como visitante le supo a victoria- y se compró una moto nueva. Pensó que quizá sí podía vivir del boxeo.
Arturo regresó a ese país un año después y perdió, pero volvió a cobrar en dólares.
“Mi ilusión era tener una moto deportiva. Cuando fui a Canadá completé una”, recuerda.
Entonces, Espontáneo le habló de pelear en España.
“¡'tas loco! ¿Cómo voy a ir a pelear hasta allá? Es mentira. De veras, de mí te vas a acordar!”
Los reglamentos vigentes en México retoman parte de la normativa del Consejo Mundial de Boxeo. Sin embargo, la falta de uniformidad entre ellos genera lagunas que ponen en riesgo la integridad física de los peleadores.
Por ejemplo, en Aguascalientes un boxeador no puede pelear más de una vez cada 30 días, mientras que en la Ciudad de México y el Estado de México, el periodo de descanso mínimo entre peleas es de siete días. En España es de 13 días.
Una menor frecuencia entre peleas puede favorecer el desarrollo de enfermedades y daños neurológicos, según investigaciones revisadas en un artículo de la revista Archives of Clinical Neuropsychology publicado en 2009. Esos estudios estiman que 3 de cada 10 boxeadores tienen lesiones cerebrales y recomiendan someter a los boxeadores a evaluaciones neuropsicológicas antes, durante y después de cada combate.
Otra medida que los reglamentos en México imponen para proteger su salud consiste en exigir a los boxeadores tramitar una salida médico-administrativa (o permiso de desplazamiento) para pelear en el extranjero. Para obtenerla deben practicarse algunas pruebas médicas y presentarlas ante la Comisión de Box que les expidió su licencia.
A través de la salida médico-administrativa, la Comisión certifica que el peleador es técnica y médicamente apto para pelear y le autoriza hacerlo fuera del país. El documento tiene un costo que varía entre municipios o estados.
Arturo viajó a Girona, una ciudad a 40 minutos de Barcelona, España, en julio de 2018. Ese año peleó seis veces, pero solo tres con permiso de desplazamiento reglamentario.
“¿Esos permisos? Por debajo del agua. Esos los arreglaban entre el Espontáneo y la Comisión”, asegura Arturo.
Las Comisiones de Boxeo son las autoridades encargadas del boxeo profesional en México. Según las respuestas a mil 800 solicitudes de información y una búsqueda en los ordenamientos vigentes de estados y municipios, existen 65 comisiones en el país. En el Estado de México, Sonora y la Ciudad de México dependen administrativamente del gobierno estatal; el resto, de los municipios.
A pesar de ser entes públicos, las Comisiones frecuentemente operan en opacidad y precariedad: no tienen instalaciones ni presupuesto y llevan sus registros en papel.
El ejemplo más grave, quizá, es Tijuana, una de las ciudades con más boxeo. Se le solicitó información sobre licencias y lesiones entre 2009 y 2022. Respondió que debido a las goteras e inundaciones que sus instalaciones sufrieron en 2011, se estropearon archivos generados entre 2009 y 2018.
Los permisos de Arturo y otros dos boxeadores hidrocálidos que viajaron a Girona salieron de la Comisión de Box, Lucha Libre y Artes Marciales Mixtas de Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, hoy extinta. Irvin Sosa firmó un permiso antes de que los jóvenes viajaran y otros dos cuando ya estaba en Europa.
“Yo sé que pequé de inocente. No me sentía en condiciones de negarles, al final de cuentas, una oportunidad económica para ellos”, dice en entrevista.
Sosa asegura que se comunicó con los boxeadores directamente y les pidió que le enviaran los resultados de sus pruebas médicas. Una vez que los recibió, asumiendo que eran legítimos, les autorizó —a distancia— pelear de nuevo.
“Les mando un permiso escaneado, o sea, al correo electrónico de la Federación, a su mánager y les dije que no iba a haber más permisos”, explica Sosa. Por separado, Arturo y otro de los boxeadores confirmaron esa versión. No se localizó al tercero.
El 5 de diciembre de 2018, un intercambio de correos electrónicos con la Federación Española de Boxeo (Feboxeo) alertó al entonces comisionado Sosa de que los hidrocálidos habían peleado con documentos falsificados.
“Me me manda el permiso con mi firma, con una fecha, con una una tipografía que claramente para mí estaba alterada”, recuerda Sosa, que entregó capturas de pantalla de los correos y dijo que no conserva los originales. La Feboxeo confirmó su versión.
Una semana antes, Arturo había sufrido una lesión en el ojo durante una pelea en Escocia. Asegura que no recibió atención inmediata y ni ayuda para atenderse posteriormente.
“Tuve que pedir prestado. De mi bolsa pagué todo (el gasto de la cirugía) porque nadie me quiso ayudar”, afirma.
N+ Focus viajó a España para hablar con Ignasi Caballero, un exboxeador español formado en México y dueño de un gimnasio en Girona, donde enseña ‘el estilo de boxeo mexicano’. Desde ahí se presenta como mánager de boxeadores latinoamericanos. Especialmente mexicanos.
“Son los que más espectáculo dan. Cuando hay una pelea, dicen: ¿un mexicano? Es fuerte, es aguerrido; es la calidad que tienen ellos. No significa que te vayan a dar más dinero, pero sí te pueden decir: ah, bueno, pues mira: Ignasi lleva unos cuatro o cinco peleadores mexicanos, voy a estar llamándolo para mis eventos porque dan un buen espectáculo”.
Caballero fue quien recibió a Arturo y a sus compañeros. Cuestionado sobre el caso de los boxeadores hidrocálidos, el entrenador catalán asegura que los permisos de salida se los proveía Luis Espontáneo Cruz.
“Espontáneo, que es el que me ofrecía a los boxeadores, que eran suyos, que él los entrenaba, me manda su licencia, sus pruebas. Cuando ellos quieren pelear, por ejemplo, en Londres o quieren pelear en Italia, yo le digo: van a pelear aquí; facilítame el permiso de desplazamiento de la Comisión para poder ellos pelear allí sin ningún tipo de problema. Él me lo facilitaba”, afirma Caballero.
Espontáneo Cruz afirma que la oferta era para una pelea y que él no falsificó documentos.
“Viajan a Europa a hacer una pelea. Ellos tenían sus boletos de regreso; pelean en España y deciden quedarse. Al ser mayores de edad, yo no puedo oponerme o decir regrésense”, justifica el entrenador.
Entre 2018 y 2022, una decena de boxeadores mexicanos peleó en Europa con resultados de pruebas médicas que nunca se realizaron, salidas médico-administrativas falsificadas o sin contratos. N+ Focus habló con tres de ellos y con otros peleadores latinos que viajaron de la misma forma y siguen activos, por lo cual se resguarda su identidad.
Salvo el caso de Arturo, ningún otro había llegado a oídos de alguna autoridad hasta 2022, cuando Ángel Rosales viajó Barcelona.
Guantes de oro
Ángel Rosales nació en el Estado de México, el lugar con más boxeadores en el país. También llegó al deporte para defenderse del bullying, pero con el tiempo se convirtió en seleccionado estatal y en 2011 ganó Guantes de Oro, el torneo amateur más importante del país, que han ganado figuras como Juan Manuel Márquez.
Con el deseo de convertirse en otra de esas figuras, Ángel debutó como profesional en 2018.
“Yo creo que el sueño de todo boxeador es aparecer en escenarios, aparecer en en televisoras, hacerse conocido… vivir del deporte”, dice el boxeador de 27 años.
Bastaron dos años como profesional para que Ángel recibiera el primer golpe de realidad. En 2020, en su quinta pelea, sufrió fractura doble de mandíbula, la cual lo mandó a quirófano y dejó incapacitado casi año y medio. Cobró 8 mil pesos, asegura.
“En México no se puede vivir del boxeo”, dice en entrevista con N+ Focus.
Volvió al boxeo, pero su situación económica no mejoró. En septiembre de 2022 llevaba dos noches durmiendo en las calles de Chalco, cuando un amigo boxeador le mandó un mensaje ofreciéndole una oportunidad de pelear y residir en Europa de tres a seis meses.
Ángel aceptó un contrato de dos años con la promotora española Tundra Promotions Inc., de Enrique Soria Cano. Le ofrecía pelear en España, Portugal y otros países de Europa con sueldos de entre 400 y 2,500 Euros.
Ángel tramitó su salida médico-administrativa en la Comisión del Estado de México y viajó a Barcelona. Desde ahí, lo trasladaron a Polonia, donde fue su primera pelea. La única que realizó con permiso de su comisión.
“Mi única salida médica fue la de Polonia. Mi promotor me sacó una licencia que no era mía, me la sacó de Rumania, donde yo no entregué ninguna documentación, absolutamente nada. Me dieron salida médica de parte de Rumania, pero a mí nunca me revisó ningún doctor”, afirma.
El promotor Enrique Soria aseguró haber obtenido los documentos de Rumania con pruebas médicas que Ángel se realizó en España, válidas por un año. N+ Focus no localizó a la Asociación de Boxeo Profesional Chameleon, que expidió la licencia rumana de Ángel. Y la Liga de Boxeo Profesional de Rumania, federación afiliada a la European Boxing Union, respondió por correo electrónico que no tiene registrada licencia alguna a nombre de Ángel Rosales.
“Por otro lado, la licencia de cada boxeador; es decir, en este caso la mexicana, que es la que llevaba para su primer combate, es la que debería cubrir el seguro médico”, argumentó Soria sobre la falta de seguro médico de Ángel. No explicó por qué no buscó tramitar la de España, que incluye seguro médico.
El reglamento de box del Estado de México ni siquiera menciona la palabra ‘seguro’. Ningún reglamento obliga a las empresas promotoras a pagar una cobertura para los peleadores que contratan. Pocos tienen siquiera seguridad social.
Además, la falta de candados en los reglamentos y la ausencia de coordinación entre comisiones propicia que los deportistas obtengan licencias en cualquier lugar.
“He tenido y conozco boxeadores que tienen licencias de Pachuca, otra de Tlaxcala, otra más de Tangamandapio de los Arroces”, ejemplifica Héctor Esteva Hernández, médico de la Comisión de Box del Estado de México.
La investigación
El caso de Ángel Rosales ocurrió cuatro años después de que el Comité de Boxeo Profesional (CBPE) de la Federación Española de Boxeo (Feboxeo) descubriera el de Arturo López y sus compañeros.
Carlos Utrilla, secretario del CBPE, confirmó que el caso de los boxeadores de Aguascalientes fue de falsificación de documentos, pero no se investigó más.
“Han venido autorizados para dos, tres combates y, con esa misma autorización, decidieron seguir aquí combatiendo y ya pasaron fruto de la ilegalidad. Como no ha venido nadie más de ese estado, las conversaciones se dejaron y se iniciaron con otras federaciones de las cuales han venido así”, dijo Utrilla en entrevista con N+ Focus.
La Feboxeo conoce de este esquema al menos desde 2016. Las pruebas médicas y los permisos de desplazamiento, señalan sus funcionarios, son los documentos más falsificados.
“Son pruebas que son costosas y, al final, lo que evitan es cualquier tipo de gasto. No deja de ser una falsificación documental, que está constituida como delito aquí en España y, obviamente, es necesaria para participar en una competición y por ello tiene una una amplitud penal. Realmente creo que no son conscientes de esa magnitud”, dice Felipe Martínez, presidente de la Federación.
El organismo dice no tener estadísticas, pero sí pruebas de falsificaciones que, actualmente, están siguiendo el curso legal.
Hacen todo por vivir el sueño
El 30 de marzo de 2023, la Policía Nacional Española informó de la detención de dos funcionarios y un exfuncionario de la Federación de Boxeo de Islas Baleares en Palma de Mallorca, a los que ahora busca imputar, entre otros 11 delitos: falsificación documental y favorecimiento de la inmigración ilegal.
La Operación Ring, que encabezó el inspector José María Martínez, describió un esquema similar al que N+ Focus descubrió en este reportaje.
“Uno de los detenidos presuntamente contrataba a deportistas (...) en especial de Nicaragua, a los cuales les pagaba el viaje para entrar como turistas en Mallorca y permanecer en situación irregular en España (...) Posteriormente organizaba distintas pruebas deportivas por toda Europa, especialmente en Reino Unido, por las cuales los detenidos supuestamente recibían (...) entre 3,000 y 5,000 euros por prueba, entregando únicamente la cantidad de 1,200 euros a los deportistas nicaragüenses contratados de los cuales les descontaba los gastos de manutención”.
Otra muestra de la falta de coordinación entre las comisiones de boxeo es la existencia de BoxRec, una página web privada que funciona como catálogo en línea de boxeadores, mánagers y promotores. Se nutre de la información que recibe de las autoridades boxísticas de todo el mundo, como los récords de los boxeadores o los lugares donde han peleado. Esta página ubica a decenas de boxeadores de Venezuela, Colombia, México y otros países como residentes de España. Una enorme mayoría son nicaragüenses y muchos de ellos viven de acumular derrotas.
“Pero esto es un negocio. A nadie le ponen un cuchillo o una pistola para venir acá. Uno acepta por necesidad o por hobby”, dice Ángel Chávez, un excampeón nacional amateur de Nicaragua que llegó a Girona por el boxeo y se retiró cuando vio las irregularidades.
Para Joan Antoni Fuertes Feliu, presidente de la Federación Catalana de Boxeo Amateur (FCBA), el tema ya ni siquiera es deportivo.
Ya es un tema de inmigración… Vamos: que algunos ni boxeadores son. Lo que ocurre es que, precisamente en estos sitios, hay gente que se dedica a esto: a mover boxeadores.
Los récords de esos boxeadores latinos registran al menos una pelea en Reino Unido, el país con las mejores bolsas de Europa.
Dennis Gilmartin, secretario de la Junta Británica de Control del Boxeo (BBBC, por sus siglas en inglés), señala que para evitar la falsificación de permisos y pruebas, ese organismo solo recibe documentación de los boxeadores de las comisiones de origen. Aún así, el problema les rebasa.
“Es una batalla constante. Nunca terminará de arreglarse y siempre habrá algo más que necesitemos ajustar”, dice.
Así es el boxeo. Lo dicen todos, hasta los boxeadores. Hasta autoridades morales, como Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo.
“Estos jornaleros hay muchos. Hay mucho peleador que nació para hacer sparring y ayudar a otros a llegar a ser grandes, a soñar, a pretender algún día llegar a ser peleador estelar y ese día nunca llega. Y en el camino, pues dejan sus sueños, dejan su físico sirviendo a los demás. Es una realidad entre el boxeo de todo el mundo, pero pues hay niveles”.
En el boxeo hay que ganarse a golpes el derecho a soñar.
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