Joaquín Capilla: La leyenda olvidada del deporte mexicano
Joaquín Capilla Pérez nació el 23 de diciembre de 1928, en la Ciudad de México.
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Hay un nombre que no puede faltar cuando se habla de Juegos Olímpicos y México: Joaquín Capilla. El clavadista es el máximo ganador de preseas olímpicas en la historia de nuestro país. Una leyenda del deporte mexicano, cuya vida es una lección de triunfo y redención.
Sin miedo a las alturas
Joaquín Capilla Pérez nació el 23 de diciembre de 1928, en la Ciudad de México. Su padre, médico de profesión, impulsaba a su hijo para que no temiera y lo dejaba treparse a los árboles o jugar en la azotea. Este arrojo hizo que cuando empezara con las clases de natación, no tardará en aventurarse en el mundo de los clavados. Cuando tenía 17 años, ya había dominado las alturas. Su talento era patente y esto le valió ser incluido en el equipo de clavadistas que representaría a México en los Juegos Olímpicos de Londres 1948.
Leyenda olímpica
Algunos manifestaron dudas por la selección de Joaquín Capilla. Apenas tenía 19 años y no contaba con mucha experiencia internacional. Sin embargo, el novato regresó a México con un bronce obtenido en la plataforma de 10 metros. Esto de dio un lugar en la élite al joven clavadista y un lugar en Helsinki 1952. La obtención de la segunda medalla en Juegos Olímpicos, sin embargo, no fue nada sencilla. Capilla se lesionó la mano izquierda en los entrenamiento previos a la prueba de trampolín de tres metros y, a pesar de las molestias, quedó en cuarto lugar. Esto no lo detuvo para lanzarse de la plataforma de diez metros. Tuvo un mano a mano con su rival y amigo, el estadounidense Sammy Lee. El mexicano se colgó la plata.
Con dos medallas olímpicas en su haber y cuatro oros panamericanos, tenía la mira puesta en Melbourne 1956, justa en la que finalmente llegó la consagración. Tampoco fue un camino sencillo. Durante la prueba del trampolín de tres metros, una de sus ejecuciones fue defectuosa y cayó de espaldas. Esto pudo haberle costado muy caro, pero logró reponerse para colarse al podio y colgarse el bronce. En su prueba favorita, logró lo que tanto había buscado: el oro olímpico. Lo hizo logrando lo que nadie había podido, derrotando a los clavadistas de Estados Unidos. Todo un hito en los Juegos Olímpicos.
"Es una cosa preciosa cuando después de que te anuncian oficialmente que eres Campeón Olímpico, [...] era el primer mexicano que después de 45 años le ganaba a Estados Unidos, nadie les había ganado a Estados Unidos... era histórico, te suben al pódium, me volteo para que anuncien al segundo lugar y me seguían aplaudiendo y me seguían aplaudiendo, me aplaudían como australiano. Era una cosa preciosa", recordó años después.
Regresó a México, donde fue recibido con todos los honores. Se convirtió en un héroe nacional, pero esto fue el inicio a su descenso en la oscuridad.
El infierno de las adicciones
El éxito y la fama descolocaron a Joaquín Capilla. Perdió el piso. Se sentía el mejor de todos. Nadie era suficiente para el ganador de cuatro medallas olímpicas. Se fue quedando solo, hundiéndose cada vez más en el alcoholismo. Así lo recuerda
"Había aprendido a ser campeón, a ser medallista, a ganar, para ello seguí muchos consejos. Sin embargo, nunca se me acercó a mí alguien que me previniera, que me hiciera ver que igual debía de prepararme para enfrentarme a la vida en cuanto terminase mi carrera deportiva. Y me pasó lo que a muchos cuando llegan de novatos a campeones, y la fama los envuelve, hasta perderlos".
En 1987, Capilla llegó a las profundidades de su infierno personal. Alejado de su familia, de los reflectores, en el olvido de la memoria colectiva. Pero su segunda esposa, Carmelita Zavala, lo llevó a unirse a Alcohólicos Anónimos. Ahí, encontró en la religión un refugio y la salvación para poder reencausar su vida.
Reconocimiento y sus últimos años
Fue en 2009 cuando se le hizo justicia deportiva. El máximo ganador de medallas de Juegos Olímpicos fue galardonado con el Premio Nacional del Deporte. Un reconocimiento a un legado único dentro de la historia de nuestro deporte. Un año después, el 8 de mayo de 2010, Joaquín Capilla falleció de un infarto, a los 81 años de edad. Detrás de sí, dejó un legado que nunca debe de ser olvidado, porque hablar de Juegos Olímpicos y México, el nombre de Capilla siempre tiene que ser mencionado.