¿Sabías que los musulmanes sí creen en Cristo y en la Virgen?

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Foto: Por Manuel

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La Semana Santa es una fecha esencial para el calendario cristiano. ¿Pero cómo se celebra la muerte y resurrección de Cristo en otras religiones? ¿Qué lugar tiene Jesús y la Virgen, por ejemplo, en el Islam? Para el Islam la historia de Jesús es radicalmente distinta a la que encontramos en el nuevo testamento. Pero esto no significa que Cristo no es una figura primordial para la religión de Mahoma. De hecho, nadie puede decirse un verdadero musulmán sin creer, al mismo tiempo, en Jesucristo. ¿Por qué parece entonces que hay tanta distancia entre estas religiones?

Ilustración del siglo XV de una copia de un manuscrito de Al-Biruni que representa a Mahoma predicando el Corán en La Meca. (BNF/Dominio Público)

El nacimiento del Islam

En el mes del Ramadán del año 610, un joven comerciante de nombre Muhammad ibn Abdallah tuvo una experiencia reveladora y despertó abrumado por una presencia única: el día diecisiete del mes del Ramadán, empezaron a brotar palabras de su boca que cambiarían para siempre la historia del mundo. Después de dos años en silencio, durante los cuales sólo habló de lo que experimentaba con su esposa, Mahoma empezó la prédica, en La Meca, de la palabra divina que se le había revelado. Mahoma era analfabeta, como muchos de sus primeros seguidores. Por eso, a sus enseñanzas se les llamó Quran (que significa, literalmente, recitación). En estas enseñanzas Mahoma quiso integrar viejas tradiciones paganas con las grandes religiones reveladas que habían aparecido en Oriente Medio. No se trataba de una nueva religión sino de una reforma. Y esta reforma tenía un importante carácter social. En esa época, la península árabe había encontrado su bonanza en el comercio y pronto se empezaron a perder los viejos valores por la fiebre del dinero y de la acumulación. Las enseñanzas de Mahoma nacieron, entonces, como una reacción frente este panorama: hablan de sumisión (Islam) a un Dios único, de postración (salat) en el rezo (que se tiene que hacer cinco veces al día), de limosna obligatoria para los pobres (zakat) y del ayuno para recordar que los menos afortunados no pueden comer siempre que quieren.

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Un orante suplicando en la mezquita Masjid Al Haram, en la ciudad de La Meca durante el hajj.
La idea fundamental de todo esto era formar una comunidad (umma) en la que se enseñara la compasión y en la que se distribuyeran equitativamente las riquezas. Como señala Karen Armstrong:

“La justicia social era, pues, la virtud fundamental del islam. (...) El bienestar político y social de la umma tendría para los musulmanes el valor de un sacramento. Si la umma prosperaba, ello constituía un signo de que los musulmanes vivían según la voluntad de Dios, y la experiencia de vivir en una auténtica comunidad islámica, que realizara aquella entrega existencial a lo divino, proporcionaría a los musulmanes un atisbo de la sagrada trascendencia.”

La religión de Mahoma nació, entonces, de un deseo de reforma y de unidad entre las tribus dispersas de Arabia. Pero el carácter social y comunitario de esta religión no fue la única reforma de Mahoma. El profeta musulmán también les dio a los árabes una gran religión monoteísta que integró elementos de las dos otras grandes creencias reveladas de la época: el cristianismo y el judaísmo.

El Islam y su relación con otras religiones

El Islam es una religión monoteísta que nació en el séptimo siglo después de Cristo. En la península arábica de ese entonces no había una gran religión revelada y las tribus que la habitaban practicaban un paganismo politeísta. El Medio Oriente sólo conocía las dos otras grandes religiones reveladas por contigüidad: el judaísmo y el cristianismo. Según la prédica de Mahoma, Dios había enviado mensajeros en todo el mundo para anunciar la verdad. Y todas las grandes religiones pasadas eran la manifestación de esta misma voluntad divina. Si el pueblo de Israel había recibido a sus profetas, sólo era cuestión de tiempo para que los árabes recibieran al suyo. Así, Mahoma no vino a cambiar la fe del pasado, ni a negar las otras religiones, sino que su mensaje era el mismo que el de los otros profetas que habían sido bendecidos por la palabra divina: David, Salomón, Moisés y, por supuesto, Jesús.

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El Corán es, en este sentido, sumamente respetuoso de las otras religiones. En ningún momento prescribe algún tipo de coacción religiosa o insta a los musulmanes a convertir a judíos o cristianos:

“No discutáis (con los “seguidores de una revelación más antigua” sino con buenos modales (...), excepto con los que hayan obrado impíamente. Y decid: “creemos en lo que se nos ha revelado a nosotros y en lo que se os ha revelado a vosotros, Nuestro Dios y vuestro Dios es uno. Y nos sometemos a Él” (Sura 29, 46)

Mahoma nunca se dijo ser Dios o una encarnación de Dios sino, simplemente, su mensajero. Y la religión musulmana se planteó primero como una reforma a las dos religiones anteriores y no como una nueva religión. Así, tanto cristianismo como judaísmo e Islam son religiones reveladas (es decir, que tienen profetas); son monoteístas (es decir, que creen en un solo Dios); y las tres creencias reconocen a los mismo patriarcas:

“Por cierto que te hemos concedido la revelación como lo hicimos con Noé y con los Profetas que le sucedieron. Asimismo revelamos a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, a las doce tribus, Jesús, Job, Jonás, Aarón y Salomón. Y concedimos a David los Salmos.” (Sura IV, 163)

¿Qué hay entonces de Jesús? ¿Si los judíos no creen en Cristo, podría ser posible que los musulmanes si lo consideren en su devoción?

Cristo en la religión de Mahoma

En todo el Corán aparece cinco veces el nombre de Mahoma mientras que el nombre de Jesús se menciona en 25 ocasiones. Esto señala la importancia de Cristo para el Islam. Sin embargo, el Cristo de la religión musulmana es muy distinto al Cristo católico. En primer lugar, la concepción del nacimiento de Jesús es radicalmente distinta. En la sura 19 se narra cómo María se apartó de su familia para retirarse a un lugar al este y vistió un velo para ocultarse de la vida de los hombres y adorar a Allah.

La primera sura en una copia manuscrita del Corán de Hattat Aziz Efendi.
Ahí, la fue a visitar el Ángel Gabriel en forma humana. Y le explicó que venía para agraciarla con un hijo puro. Ese hijo, nacido de la voluntad de Allah, estaba destinado a convertirse en “signo para la humanidad y una misericordia”. Después de que el niño fue concebido, María se retiró a un lugar apartado y encontró un oasis en el desierto. Ahí, junto al tronco de una palmera se quejó de los dolores del parto y de las dificultades que le traería: una mujer virgen iba a regresar con sus familiares cargando un niño. Pero un ángel vino a apaciguarla y le señaló un riachuelo bajo sus pies y le explico que caerían dátiles “maduros y frescos” de la palmera. Al regresar a su pueblo, como María había sospechado, todos le recriminaron el hecho de que apareciera con un niño. Pero Jesús, siendo un infante de cuna, les habló a los que no creían y les indicó que era el siervo de Allah y su profeta. En lo que ahí expone Jesús, está toda la esencia de su ser en el Islam: no se trata del hijo de Dios sino de la voluntad de Dios expresada. Dios quiso que fuera, que naciera, y así fue. María es y seguirá siendo pura y virgen pero Jesús habrá nacido de ella por voluntad divina. Todas las discrepancias de las otras religiones sobre la naturaleza de este profeta serán castigadas, según el Corán, en el día del Juicio Final en el que Jesús regresará a la tierra. Mientras tanto, para el Islam, Jesús nunca murió en la cruz. Y así lo expresa en la sura 4:

“Y dijeron [los judíos]: Hemos matado al Mesías, Jesús hijo de María, el Mensajero de Allah. Pero no le mataron ni le crucificaron, sino que se les hizo confundir con otro a quien mataron en su lugar. Quienes discrepan sobre él tienen dudas al respecto. No tienen conocimiento certero sino que siguen suposiciones, y ciertamente no lo mataron. (Sura 4, 158) Allah lo ascendió al cielo [en cuerpo y alma]. Allah es Poderoso, Sabio. (Sura 4, 159)”

Así, para los musulmanes Jesús no nada más existió sino que fue un importante profeta de Allah. Claro está, el Islam no puede aceptar, de ninguna manera, la naturaleza divina de esta figura. No es el hijo de Dios, sino un mensajero; no es Dios mismo, porque sólo hay un Dios; no hay nada divino en él o en su madre.

“Y cuando dijo Allah: ¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Eres tú quien ha dicho a los hombres: Tomadnos a mí y a mi madre como divinidades en vez de Allah? Dijo: ¡Glorificado seas! No me corresponde decir algo sobre lo que no tengo derecho. Si lo hubiera dicho Tú lo sabrías. Tú conoces lo que encierra mi alma, mientras que yo ignoro lo que encierra la Tuya. Tú eres Quien conoce lo oculto. (sura 5, 116)

Así, también resulta imposible la idea de que Jesús haya muerto en la cruz para resucitar al tercer día. Se le admiten milagros: hablar desde niño, curar a los ciegos, traer mesas llenas de riquezas; pero no se admite que sea más que un hombre bendecido. Algunos exegetas, incluso, afirman saber dónde se encuentra la tumba de Jesús.

Tumba jesús islam
Rara fotografía de la tumba de Jesús. Según Mohammed Zafrulla Khan, un importante investigador del islam, el cuerpo terrenal de Jesús se encuentra en esta tumba en Cachemira. (AP Photo/S.P. Sahni)
En todo caso, la figura de Cristo tiene un lugar importante en el Corán y sus muchas apariciones atestiguan de una religión que se formó sin la voluntad de destruir creencias anteriores. Es cierto, el islam se plantea, como toda religión, en términos de fe única y verdadera. Sin embargo, sigue siendo cierto lo dicho por Bill Chalmers en el debate "Christianity and Islam" del 5 de junio de 1983:

"Creo que puede decirse que hay más consideración, en la religión islámica, por el fundador de la cristiandad que en la cristiandad por el fundador del Islam”

Para combatir la intolerancia y darle verdadera voz a todas las creencias del mundo tendríamos que voltear a ver lo que en ellas se expresa. Y el Corán debería leerse por su enorme importancia histórica y religiosa además de la inigualable belleza estética de sus páginas. ¿Si en él se plantean tantas consideraciones interesantes sobre el padre del cristianismo no tendrían que voltear a ver, también, los cristianos, las enseñanzas de Mahoma?