¿Por qué importan hoy las enseñanzas de Malcolm X?

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El 21 de febrero de 1965, Malcolm X fue salvajemente asesinado por más de 20 tiros en el pecho.

¿Por qué importan hoy las enseñanzas de Malcolm X?

¿Por qué importan hoy las enseñanzas de Malcolm X?

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Tras casos como el de la muerte del afrodescendiente George Floyd a manos de un oficial de la policía estadounidense, es pertinente recordar la polémica figura de Malcolm X. Porque, más allá de todas las controversias sobre su racismo o su violencia, este fue un hombre de pensamiento afilado que hubiera aportado importantes consideraciones al debate racial que todavía quema las entrañas de Estados Unidos. El 21 de febrero de 1965, Malcolm X fue salvajemente asesinado por más de 20 tiros en el pecho, las piernas y los brazos. Mucho se discute todavía sobre una muerte que nunca quedó clara: con su lengua vivaz y su capacidad de convocatoria, él era, tal vez, el blanco más evidente para todo tipo de represalias, por todo tipo de grupos. En cualquier caso, en los días antes de su muerte, Malcolm X dio discursos y entrevistas que iluminaban un punto álgido de su visión política. Una visión política que se estaba transformando con el tiempo, que había madurado de los encuentros con otros pensadores, en las lecturas, las decepciones, los miedos y las derrotas de una convulsa lucha. Como testimonio de la vida y obra de Malcolm X es importante hablar de su legado en términos de un camino roto. Un camino que fue del radicalismo más extremo hacia enseñanzas que, hoy en día, tienen una poderosa resonancia. Si Malcolm X viviera hoy tendría mucho que decir sobre su país. En su ausencia, nos queda dialogar con una voz cuyo eco parece imposible de callar.

(AP Photo)

El musulmán honesto

Al momento de morir, Malcolm X tenía 39 años. Se convirtió a la fe musulmana a los 23 años, pasó seis años en prisión, 12 más como portavoz de la poderosa Nación del Islam (NOI) y, en sus últimos años, cambió completamente su acercamiento a la lucha por los derechos de los negros en Estados Unidos. Ya no se trataba del combativo portavoz de Elijah Muhammad, el líder indiscutido de la NOI; no era el mismo hombre que hablaba del regreso a África, de separar Estados Unidos en dos estados racialmente segregados, de la supremacía de la raza negra y la inferioridad de los blancos; esos pequeños demonios de ojos claros creados por un malévolo científico llamado Yakub. No, en 1965, Malcolm X había dejado la NOI y todas sus enseñanzas, había abandonado -violentamente- la tutela de Elijah Muhammad y era odiado por todos sus hermanos musulmanes. Sin importarle las consecuencias, él estableció su fe en otro lado y optó por un islam mucho más ortodoxo que el que enseñaban en Estados Unidos los nuevos profetas negros. Fue entonces a la Meca, realizó el necesario peregrinaje que todo musulmán con posibilidades debe hacer, y se encontró con prominentes líderes islámicos de África.

Malcolm X Legado
Malcolm X con el rey Faisal Arabia Saudí en julio de 1964. (AP Photo)
Cuando regresó, no era el mismo hombre. En él, el Islam ortodoxo había reemplazado las creencias impuestas por Elijah Muhammad, el pan-africanismo -o el sueño de una unión de todos los pueblos de descendencia africana- reemplazó las ideas de segregación y superioridad racial. En él, nació una encarnación del Islam como una prédica compasiva que, tan apremiantemente, debería conocerse en Estados Unidos hoy en día.

“La religión del Islam es una religión basada en la hermandad y una religión en la que ninguna persona que la practica puede juzgar a un hombre por su color de piel. Lo que mide a un hombre en el Islam son sus actos y su comportamiento consciente.”

El radicalismo de su juventud se transformó, antes de su muerte, en tolerancia combativa:

 “A pesar de que estoy practicando la religión ortodoxa del Islam, no estoy ciego al hecho de que mucha gente en este país todavía tiene problemas que van mucho más allá de la religión. Así que establecimos otra organización que no es religiosa para todos aquellos que quieran participar en la lucha contra los males políticos y socio económicos que aquejan este país.”

Así, a pesar de ser categorizado como un peligroso extremista, el Islam que predicó Malcolm X en sus últimos años era un Islam de hermandad, exento de racismo. Algo más de lo que se puede decir dentro de ciertas corrientes conservadoras del catolicismo actual. Y la islamofobia de los últimos tiempos en Estados Unidos nos muestra qué tanto se han olvidado las lecciones de figuras como Malcolm X.

Aprender a defenderse no es buscar la violencia

La curiosidad intelectual de Malcolm X lo llevó a superar las ideas de supremacía racial de Elijah Muhammad para pensar, más bien, en la historia de discriminación de su país frente al mundo. Así, de ser un extremista por la segregación racial en Estados Unidos, Malcolm X se convirtió en un fino lector del racismo en su país. De pronto, los problemas de la comunidad negra en Estados Unidos se unieron, en su discurso, a los problemas globales, a todo colonialismo, a todo imperialismo. De pronto también, encontró que había otras comunidades raciales y otras formas de comprenderlas.

“Cuando fui a la Mecca y vi a todas estas personas que eran rubias y con ojos azules y la piel blanca y todas esas cosas, dije “¡Bueno!” Y luego los observé más de cerca. Y noté que, a pesar de ser blancos, y de que se llamaran a sí mismos blancos, había una diferencia entre esos blancos y los blancos de aquí. Y la diferencia básica era ésta: en Asia, en el mundo árabe o en África, en donde están los musulmanes, si encuentras a alguien que dice que es blanco, sólo está usando un adjetivo para describir algo que es incidental sobre él. Pero cuando un hombre blanco, aquí en América, te dice que es blanco, se refiere a algo totalmente distinto. Lo puedes escuchar en el sonido de su voz: cuando dice que es blanco, está diciendo que es tu jefe.”

(AP Photo)
decía: "Hagan algo con Malcolm X. Ya basta de esta violencia negra en Nueva York.” Sin embargo, el discurso de Malcolm X tenía una forma particularmente seductora de proponer el derecho negro a la legítima defensa. Porque sus argumentos, siempre comparativos, siempre retóricos, sabían pegar perfectamente en el blanco de las hipocresías en su país. Y estas hipocresías siguen siendo, hoy en día, apremiantes:

“Cuando respetas la inteligencia de las personas negras de este país como iguales de los blancos, entonces te das cuenta de que la reacción de un hombre negro a la opresión será la misma que la reacción de un hombre blanco frente a la opresión. El hombre blanco no va a mostrar la otra mejilla cuando lo opriman. No va a practicar una doctrina de amor hacia un Klan o un Consejo Ciudadano o cualquiera otra cosa del estilo. Al mismo tiempo, el hombre blanco le está pidiendo al hombre negro que hagan exactamente eso.”

Malcolm X legado
Demostración del KKK en 1939 (AP Photos)

El racismo es una estructura

En cierto sentido, también, la lucha de Malcolm X no era una lucha frontal contra las instituciones. Como tampoco su doctrina era un llamado al levantamiento en armas inmediato e irreflexivo. Para Malcolm X, más bien, era importante considerar la violencia sistemática de un sistema racista. Como su hija bien dijo, “Malcolm no creó el enojo de los negros con sus discursos: él se organizó para darle a este enojo una dirección”. Malcolm X nunca se consideró un incitador de la violencia, un mercader de sangre:

“No creo ser un incitador. ¿Cómo vas a incitar a personas que están viviendo en basureros y ghettos? Es la estructura de la ciudad la que los incita. Una ciudad que sigue permitiendo que la gente viva en nidos de rata subterráneos en Harlem pagando una renta mayor que si vivieran en el centro. Eso es lo que los incita. (...) Una ciudad que no va a crear ninguna oportunidad de empleo para gente que no consigue empleos sólo porque su piel es negra. Eso es lo que incita. Nunca acuses a un hombre negro de expresar su resentimiento y su insatisfacción sobre la condición criminal en la que vive su gente y luego le digas que incita la situación. Tienes que reclamarle a la sociedad que permite que estas cosas ocurran.”

(AP Photo)
declaraciones sobre los mexicanos como violadores, asesinos, criminales:

“Cualquier cosa que haga el gobierno, siempre lo va a querer hacer con el público de su lado. Así que usan a la prensa para crear imágenes. En el nivel local, crearán una imagen dando estadísticas a la prensa para que ésta muestre la alta tasa de criminalidad en la comunidad negra. Mientras que esta tasa de criminalidad se mantenga enfatizada en la prensa, la gente va a ver a la comunidad negra como una comunidad de criminales. (...) Una vez que el público acepta esta imagen, pavimenta la vía para una actividad típica de un estado policíaco dentro de la comunidad negra.”

“Vivir aquí no te hace estadounidense”

Las últimas enseñanzas de Malcolm X dieron algunas de las imágenes más crudas de la realidad negra en Estados Unidos. Y esta realidad sigue resonando poderosamente hoy en día:

“El hecho de estar en este país no te vuelve estadounidense. No, tienes que ir más lejos antes de convertirte en estadounidense. Tienes que gozar los frutos de Estados Unidos. Porque no has disfrutado de esos frutos. Has disfrutado de las espinas. Has disfrutado los cardos. Pero no has disfrutado los frutos. Has peleado más duro que ningún hombre blanco por esos frutos pero los has disfrutado menos.”

Malcolm X hablaba así de la dificultad de una lucha que no parece rendir frutos; la lucha cotidiana de las comunidades negras y la imposibilidad de acceder a la bonanza económica que siempre prometió el sueño americano.

“Luchar, para ti, es como estar parado en una rueda que da vueltas: estás corriendo pero no estás yendo a ningún lado. Corres más rápido y más rápido y la rueda sólo se acelera. Nunca dejas el lugar en el que estás parado. Así que es importante que tú y yo veamos que la única manera en que va a resolverse nuestro problema será cuando encontremos una solución para las masas. No hay un negro de clase superior porque todos los negros sufren el mismo infierno. Esa es una de las cosas buenas del sistema racista: que nos ha unido a todos.”

Malcolm X legado (AP Photo/Duane Burleson)" /> Este tipo de declaraciones fatalistas siguen siendo una realidad apremiante. En 2015, un reporte de CNN mostró que el 55% de los afroamericanos creía vivir mejor que sus padres, económicamente hablando. Esto parece ser un gran avance si lo comparamos con el 35% de los blancos que respondieron afirmativamente la misma pregunta. Y, sin embargo, la disparidad económica entre blancos y negros es cada vez más marcada en Estados Unidos. En 2013, la riqueza promedio de un hogar blanco era 13 veces mayor que la riqueza promedio de un hogar negro. Para volver aún más válido el punto de Malcolm X, se ha demostrado que la escolaridad universitaria cambia muy poco estas cifras. Mientras que la riqueza promedio de un hogar blanco en el que los que aportan el dinero tienen un título universitario es de 301.300 dólares, en un hogar negro con un título universitario la riqueza promedio es más de diez veces menor (26.300 dólares). De la misma forma, mientras que un 72% de las familias blancas son propietarias de sus casas, sólo el 43% de las familias negras en Estados Unidos son propietarias. Y, al parecer, la brecha económica entre razas es casi imposible de franquear: los blancos han tenido, históricamente, más riquezas y ese principio fundamenta el futuro asegurado de una disparidad racial.

Los cardos sin fruto

A pesar de todas las luchas por los derechos civiles, a pesar de todos los progresos, hay cosas que nunca cambian. La disparidad económica entre comunidades raciales sigue siendo un problema; el racismo sistemático de las instituciones de impartición de justicia sigue siendo un problema; la criminalización racial sigue siendo un problema. La violencia de la policía hacia la comunidad negra ha seguido aumentando: desde los disturbios de 1992 en Los Ángeles hasta los disturbios de Ferguson en 2015, cuando se cumplieron cincuenta años de la muerte de Malcolm X, los levantamientos siguen clamando por la violencia policiaca, por la marginación, por el olvido del ghetto. Independientemente de las respuestas calurosas de manifestantes y de las redes sociales, no existe hoy en día una voz firme y provocadora que recuerde los acalorados debates entre los seguidores de King y los seguidores de Malcolm X. Se habla de Black Lives Matter pero no se creó un movimiento de fuerza consecuente. Enfrentamientos en Ferguson en 2014 (AP Photo/David Goldman, File)" /> En su último discurso como presidente de Estados Unidos, Barack Obama habló de la permanencia del racismo en la sociedad estadounidense.

“Los blancos tienen que aceptar que los efectos de la esclavitud y de Jim Crow no desaparecieron mágicamente en los años sesenta; que cuando se escucha la voz de grupos minoritarios enojados no están practicando racismo inverso o corrección política; que cuando se manifiestan pacíficamente no están pidiendo un trato especial sino el trato igualitario que los fundadores de nuestra patria prometieron.”

El racismo permanece, ese mismo racismo que trató de borrar Malcolm X regresándole algo del orgullo perdido a una comunidad históricamente maltratada. Una comunidad que creció odiando lo que el racismo les impuso como una cruz y una cadena.

“Nuestro color se convirtió en nuestra cadena. Sentíamos que nos retenía. Nuestro color se convirtió en nuestra prisión, porque nos sentimos confinados por él, porque no nos dejaba avanzar en tal o tal dirección. Sentíamos que todas estas restricciones estaban solamente basadas en nuestro color. (...) Y se volvió algo odioso para nosotros, nos hizo sentir inferiores; nos hizo sentir inadecuados; nos hizo sentir desesperados.”

A 55 años de su muerte, Malcom X debe permanecer vivo en las conversaciones. Porque su trayectoria, los cambios en el discurso con el que defendió a los suyos, el paso fundamental que comenzó a llevar del extremismo segregacionista hacia la aceptación combativa de opiniones cada vez más diversas, sólo pudo frenarse con un acto terrible de violencia. Si Malcom X hubiera vivido más años, tal vez, el panorama oscuro de este mundo, que es a cada momento más intolerante, sería otro. Por desgracia, nunca lo sabremos. Por eso es importante recordar, frente a la Alt-Right y a todos los que niegan el racismo sistemático en Estados Unidos, al hombre que luchó hasta su muerte por convertir la desesperación en algo más que rabia; que buscó el pensamiento y el debate; que murió por la posibilidad del cambio y por la dignidad de un pueblo que caminó, demasiado tiempo, entre las sombras.

Malcolm X legado
(AP Photo)