¿Por qué deberíamos estar leyendo Rebelión en la granja de George Orwell?
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En Rebelión en la granja, cada grupo de animales representa una fuerza histórica activa durante la organización que siguió a la revolución rusa.

¿Por qué deberíamos estar leyendo Rebelión en la granja de George Orwell?
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Para no repetir una historia, es necesario entenderla y recordarla
El 17 de agosto de 1945 se publicó en Inglaterra el quinto libro de George Orwell. Estamos hablando de Rebelión en la granja, que narra los problemas por los que pasan los animales de una granja para liberarse del yugo humano y vivir en libertad. La historia comienza cuando, con la fuerza de sus últimos días, un viejo cerdo incita a los demás animales del lugar a organizarse para su emancipación. Poco a poco, los animales se vuelven conscientes del provecho que los hombres obtienen de su explotación y deciden cambiar la situación. Rápidamente, los cerdos de la granja encabezan una nueva sociedad. Sin embargo, pasado algún tiempo, la estructura renovada se vuelve tan injusta y represiva como la anterior. A tal grado que, al final de la novela, es imposible distinguir entre cerdos y hombres. Muchos lectores de la obra han observado que la novela narra en clave el régimen estalinista en la Unión Soviética posterior a la Revolución de 1917. Esta teoría puede extenderse aún más: en Rebelión en la granja se insinúa el camino que sigue todo régimen totalitario.
Una historia más allá de las equivalencias
En Rebelión en la granja, cada grupo de animales representa una fuerza histórica activa durante la organización que siguió a la revolución rusa: Viejo Mayor representa las ideas de Vladimir Lenin; Napoleón, las de José Stalin; Snowball, las de León Trotsky y Squealer hace las veces de la propaganda soviética. De forma que, cualquier persona que conociera a los principales protagonistas del régimen soviético, entendería las referencias.
A diferencia de los hombres, la mayoría de las bestias está limitada naturalmente por su corto periodo de vida y por la consecuente brevedad de su memoria. Aún más, sus distintas características físicas niegan la versatilidad de los humanos. Sus estructuras de clase están fijas por sus funciones inmutables en la granja: un caballo jamás podría hacer el trabajo de una gallina.
En el mundo de los humanos esto no es así: distintas personas pueden hacer el mismo trabajo si se preparan para ello. La educación profesional y el entrenamiento técnico son formas de aprendizaje disponibles para mujeres y hombres. Una de las críticas más profundas que Orwell hace al régimen soviético es precisamente ésa: la estructura social parecía natural e inmóvil cuando, en realidad, había sido creada a lo largo del tiempo. La repartición de trabajos entre los animales y entre los hombres no opera de la misma manera. Esto quiere decir que la división entre clases dominantes y clases oprimidas no es natural y, por lo tanto, puede transformarse y desaparecer. En Rebelión en la granja se muestra el nacimiento de un gobierno represor e injusto. El proceso de su formación es fácilmente comprensible porque se presenta de forma simple. Por ejemplo, uno de los mecanismos de un régimen para ejercer control total sobre la población es borrar o prohibir la memoria histórica. En la novela uno de los síntomas de que la situación se está haciendo cada vez más oscura es la negación de varios acontecimientos del pasado (como el papel de Snowball durante la revuelta) y la alteración de los acuerdos hechos al comienzo de la nueva organización (con el paso del tiempo, los siete mandamientos iniciales se acomodan al comportamiento de los cerdos).
La perversión del poder político o el fracaso de la revolución
Rebelión en la granja se ha leído como una visión desencantada de cualquier revolución proletaria porque, en apariencia, hay fuerzas inapelables que pervierten a quienes en un primer momento buscaron liberarse de la opresión. Si la pregunta de fondo es cómo preservar el carácter democrático de una revolución, la respuesta está en lo que diferencia a los animales de los humanos: la educación y la conciencia de sí son vías para preservar el sentido de justicia e igualdad. Desde luego, su distancia crítica del régimen soviético hizo que George Orwell enfrentara algunos problemas para publicar su libro en 1945. Por un lado, los soviéticos y sus simpatizantes rechazarían el texto por considerarlo difamador; por otro, los grupos conservadores intentarían usarlo para desprestigiar la revolución socialista. Sin embargo, la intención de Orwell no era deslegitimar el socialismo, sino mostrar la perversión del régimen soviético. En un ensayo, el escritor explica que:
Lo que sucede una y otra vez es que un movimiento proletario rápidamente es canalizado y traicionado por gente astuta a la cabeza, y entonces surge una nueva clase gobernante. La única cosa que nunca llega es la igualdad. La masa de personas nunca tiene la oportunidad de usar su decencia innata para controlar los asuntos, lo cual da espacio para la cínica idea de que los hombres sólo son decentes si carecen de poder.
En un prólogo que escribió algún tiempo después de la primera edición del texto, el autor aseguró que su interés radicaba en mostrar el carácter opresivo de la organización soviética y separarlo del movimiento libertario socialista. El formato de fábula permitiría que muchas personas entendieran el mensaje de la obra y facilitaría su traducción a muchas lenguas, lo cual volvería muy accesible el mensaje.
La metamorfosis del cerdo en hombre
Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.
La degeneración de los cerdos libertadores en los actores de la opresión de la granja es asombrosa porque es la culminación de un proceso que presenciamos a lo largo de toda la narración. Unas páginas antes del final, hay una premonición discursiva del terrible final: en la pared que algún momento sirvió de lienzo para los acuerdos de la nueva sociedad puede leerse una afirmación absurda en toda su brutalidad.
Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.
En la historia del régimen soviético, los ideales igualitarios del socialismo primitivo adoptaron una lógica capitalista que encuentra espacio para la competencia y la jerarquía incluso en las ideas más contrarias a su espíritu. La principal propiedad de la igualdad es que anula la posibilidad de los abusos; sin embargo, con la violencia necesaria, incluso la sociedad más equitativa termina por ser injusta. [separador][/separador] Ilustración de la portada por @Ponchobot. Texto por Nayeli García.