‘La Ficción nos Hace Humanos’: Jorge Volpi Lanza el Libro ‘La Invención de Todas las Cosas’
Elisa de Gortari | N+
En ‘La invención de todas las cosas’, Jorge Volpi presenta una historia de la ficción y cómo esta ha moldeado el mundo tal y conocemos; N+ habló con el autor sobre este lanzamiento
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Jorge Volpi ha publicado su nuevo libro La invención de todas las cosas. Enmarcado como “una historia de la ficción”, este volumen aborda cómo las narraciones han moldeado a las sociedades y a los individuos desde el surgimiento de la civilización. N+ habló con el también autor de Una novela criminal sobre este ensayo total donde se indaga en cómo la ficción nos hace humanos.
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“La ficción es lo que nos hace humanos”
Pregunta: ¿Cómo nació la idea de escribir un libro sobre la historia de la ficción?
Respuesta: El libro nace después de 30 años de estar dedicándome a escribir ficciones, a vivir ficciones y a estar obsesionado con la ficción, de tratar de entenderla. La primera aproximación que tuve con el tema fue en Leer la mente, un librito breve sobre la ficción y el cerebro, pero que ya tiene 15 años.
Siempre pensé que en algún momento lo iba a tratar de ampliar ya a una teoría completa de la ficción y una historia completa de la ficción, que son las dos cosas. Entonces los últimos cuatro años a lo que me he dedicado un cuerpo y alma es a este libro, pero también te podría decir que en realidad me he dedicado a esto los últimos 30 o los últimos 15 años. Desde que leí Cosmos, siendo un niño, siempre admiré estos libros comprensivos que tratan un tema completo a lo largo de la historia.
Pregunta: En La invención de todas las cosas se menciona el célebre ensayo de Thomas Nagel “¿Qué se siente ser un murciélago?” y este ensayo pone en duda que sea posible tener experiencias universales. ¿Crees que las ficciones aún pueden ser universales?
Respuesta: Creo que la ficción es lo que nos hace humanos, porque somos la única especie que nos reproducimos en la ficción. Muchas otras especies tienen inteligencia, emociones, conciencia, autoconciencia, neuronas espejo, en fin. Pero sí somos la única especie que produce ficciones de sí misma, porque creo que nuestra única manera de aproximarnos a la realidad es construyendo ficciones de la realidad. Una de esas ficciones es que las ficciones sean universales, por supuesto. Esa sería la respuesta a tu pregunta.
Como historia de las ideas, y en este caso historia de las ficciones, sí es antropo-eurocéntrica la idea de que las ficciones son universales. Eso aparece sobre todo desde el Renacimiento y luego se va a ir afianzando hasta el siglo XIX, donde se vuelve todavía más claro la idea de que las ficciones europeas son las ficciones universales.
La idea de universalidad de la ficción creo que estaría ahí. Y al mismo tiempo vemos que no, que hay todo tipo de ficciones variadas y contrastantes en áreas, culturas y tiempos diferentes.
Al mismo tiempo también es cierto que el cerebro está construido de cierta manera y todos los seres humanos tenemos esta misma construcción neuronal. Y eso provoca que los tipos de relato que se producen incluso en épocas o en lugares distintos tienen ciertas conexiones que hacen que no haya tantas maneras distintas de contar.
“No todas las ficciones son mentira”
Pregunta: En el prólogo de La invención de todas las cosas invitas a no confundir entre la ficción y la mentira
Respuesta: En el libro se discute mucho los grandes temas relacionados con esto: la relación entre realidad y ficción, entre realidad e imaginación, entre mentira y verdad, entre mentira y ficción. La mentira por supuesto es una categoría de la ficción, pero no todas las ficciones son mentira.
El cerebro humano la única manera que tiene de relacionarse con el mundo es modelándolo y completándolo. Esa manera de modelar y completarlo se ha llamado de mil maneras distintas a lo largo de la historia de la filosofía o la teoría del conocimiento, pero en cualquier caso, eso es a lo que yo llamo ficción: lo que el cerebro crea para completar la realidad, modelarla, darle sentido, incluida el propio observador; o sea, incluida la conformación del propio yo, que a mí me parece una de las grandes ficciones con las que contamos.
Pregunta: En la última novela de Anthony Doerr, Ciudad de las nubes, hay un personaje que vive en Constantinopla en el año mil y se jacta de tener “demasiados libros”. Tiene solo seis libros, uno de ellos es la Odisea, pero a él le parece un exceso. ¿Crees que puede haber, como sugiere este personaje, un exceso de ficción?
Respuesta: Todas las épocas han producido enorme cantidad de ficciones, pero producían marcos ficcionales bastante cerrados. Las variaciones no se toleraban demasiado, las mutaciones provocaban conflictos bélicos o autos de fe. En cualquier caso había ciertos patrones ficcionales que se conservaban durante mucho tiempo y en los que la gente se sentía cómoda.
Y yo sí creo que algo que marca esta época es la vertiginosa sustitución de una ficción con otra a una velocidad récord. Si pensamos en los más jóvenes, conectados a los teléfonos, que son productores de ficciones, en los que están prácticamente todo el día, pues sí, yo creo que ahí es cuando tenemos un exceso de ficción. Y creo que la preocupación porque “no existe la realidad” tiene que ver con estar sometido a ficciones todo el tiempo que también (la otra novedad) es que las producen en tiempo real.
Pregunta: ¿Por eso nada de tus propuestas de lo que pude leer fue enseñar a los jóvenes ya no tanto a leer literatura a la vieja usanza sino a entender las ficciones que les rodean, incluido el ánime, los videojuegos y lo que ven en redes?
Respuesta: En la educación formal, desde la primaria y creo que de ahí en adelante, debería de haber clases de ficción, por decirlo de alguna forma, que mostrase justo cómo los seres humanos somos seres ficcionales, cómo producimos ficciones todo el tiempo, cómo consumimos ficciones todo el tiempo y cómo nos enredamos en ellas de todas las maneras posibles en todos los formatos posibles.
Los jóvenes viven una disonancia cognitiva cada vez mayor que ya tenía nuestra generación con el cine y la televisión, pero que ahora se ha exacerbado con los teléfonos a extremos inauditos: por un lado tienes la educación formal que te dice “las ficciones correctas, las ficciones valiosas son estas que estudiamos aquí y las tienes que estudiar obligatoriamente”. Y, en cambio, tú tienes allá afuera todo un conjunto de ficciones que estás consumiendo o creando y frente a las cuales la educación formal no hace nada.
Entonces, sí creo que podría haber un vínculo entre las ficciones en las que están rodeados permanentemente los jóvenes, desde muy tempranas, con las ficciones que hemos formalizado. El vínculo sería para encontrar simplemente cómo funciona la ficción y encontrar también maneras de distinguirlas unas de otras: distinguir qué ficciones son profundas frente a las que son superficiales; qué ficciones son dañinas frente a las que pueden ser positivas; qué ficciones propician la cooperación y qué ficciones lo que propician es el odio y la discriminación. Creo que así los jóvenes tal vez podrían saltar más fácilmente de un libro a un ánime y de un ánime a un videojuego y de un videojuego a una novela.
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