El Mito Trans de la Monja Alférez, una Historia de Aventura de Gabriela Cabezón Cámara

La escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara habla con N+ sobre ‘Las niñas del naranjel’, novela que aborda la vida de la Monja Alférez, personaje histórico queer del siglo XVII

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Elisa de Gortari | N+

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Gabriela Gabezón Cámara, escritora argentina

Gabriela Gabezón Cámara, escritora argentina, habla con N+. Foto: Alejandra López

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“Soy inocente y tan a imagen y semejanza de Dios como cualquiera, como todos, no obstante haber sido grumete, tendero y soldado, más antes -antes- niñita en tu falda”. Así comienza Las niñas del naranjel, la más reciente novela de Gabriela Cabezón Cámara (Argentina, 1968). Este libro aborda la vida de la española Catalina de Erauso, conocida como la Monja Alférez, un personaje histórico que vivió como hombre en América.

Antonio de Erauso, como también se hizo llamar la Monja Alférez, pasó por varias etapas llenas de claroscuros, crímenes y aventuras. Escapó del convento a los quince años para ser una nómada en España, llegó a América y se convirtió en soldado. Participó en la Guerra de Arauco y ganó en una batalla el grado de alférez. Su larga y revuelta leyenda culminó en Veracruz, donde falleció cerca del año 1650.

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Un personaje histórico para hablar del presente

En entrevista, Gabriela Cabezón Cámara explica que este personaje trans le sirvió para examinar cómo las nociones de género se modifican con las generaciones:

Este personaje y algunos otros que fui descubriendo me hacen pensar que, por supuesto, la división y la clasificación de los géneros siempre es social histórica y va cambiando; y que en esa época evidentemente se organizaban los géneros con algún criterio diferente al nuestro.

Portada de Las niñas del naranjel de Gabriela Cabezón Cámara. Foto: Penguin Random House

En Las niñas del naranjel (Literatura Random House, 2023), Antonio recorre la selva americana, que poco a poco se erige como un personaje más, en una clara conexión con la anterior novela de Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron, una reinterpretación audaz del Martín Fierro, obra crucial de la literatura argentina:

Las aventuras de la China Iron terminaba en la selva y a mí algo en ese espacio me llamaba mucho, esta forma de la vida de la tierra en la que más evidentemente te das cuenta esta cuestión de ser un tejido: nosotros no somos una forma de vida separada de las otras, somos parte de la vida de la tierra. Y en la selva eso se nota un montón.

A la selva y la identidad queer de Antonio de Erauso se añade el trasfondo de la Conquista. Al respecto, la autora explica:

Por otra parte, estaba la cuestión de la Conquista, que observé bastante no solo por su periodo estrictamente histórico, digamos el periodo en que fuimos colonia de España, sino por todo lo que siguió después en la que nuestros estados nunca dejaron de ser coloniales, nunca dejan de ser colonias y a la vez son coloniales, siguen conquistando, siguen considerando a los pueblos amerindios prácticamente no humanos.

Aunque aborda un personaje histórico, Las niñas del naranjel no es una novela histórica en el sentido estricto del término. En este libro Cabezón Cámara usa la historia para ensayar sobre sus propios intereses, sin el afán de enumerar los hechos cronológicos en la vida de la Monja Alférez. Este ejercicio estaría hermanado con los de Álvaro Enrigue en Muerte súbita y de Juan Cárdenas en Peregrino transparente. Para Gabriela Cabezón Cámara lo que hermana a esta clase de tramas es que sirven para examinar la América actual:

Hay muchas preguntas por el surgimiento de la modernidad, por la definición de progreso. Entonces me parece que ahí hay preguntas por estas cuestiones que son en este momento parte del imaginario y de lo que nos estamos cuestionando en América Latina y esas preguntas van apareciendo en nuestras obras.

Gabriela Cabezón Cámara, escritora
Gabriela Cabezón Cámara, autora de Las niñas del naranjel. Foto: Alejandra López

“No tengo que pensar en hacer personajes queer

Hay dos autores latinoamericanos que son una presencia constante en Las niñas del naranjel: Reinaldo Arenas y João Guimarães Rosa. Las prosas exuberantes del cubano y del brasileño tienen una resonancia tan fuerte en este libro que son mencionados en la sección de agradecimientos. Gabriela Cabezón Cámara no niega la cruz de su parroquia:

Estoy completamente emparentada. Son mis papás. Ellos tuvieron sexo y salí yo, no sé si salí bien, no me siento para nada a la altura de mis padres, pero me siento muy hijita de ellos dos, son papá y papá.

Esta prosa barroca, juguetona y valiente es el vehículo que usa la autora para contar la vida de un personaje trans que aún hoy es materia de polémica. Sin embargo, a diferencia de otros autores, Gabriela Cabezón Cámara aborda la identidad de género de Antonio de Erauso con una naturalidad inaudita. Para ella, el motivo de esta familiaridad es contundente:

Yo nací queer, no trans, pero sí queer. Mi vida es queer. Mi mejor amiga cuando yo tenía 16 años era una chica travesti y sus amigas travestis. Entonces no tengo que pensar en hacer personajes queer. Me salen, me interesan. Me resultan mucho más interesantes. No me calientan las historias heterosexuales.

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