El analfabetismo digital y el peligro de no identificar las "fake news"
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El analfabetismo digital y el peligro de no identificar las "fake news"

El analfabetismo digital y el peligro de no identificar las "fake news"
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Si gana la presidencia Andrés Manuel López Obrador, confiscará la mitad de las casas y los ingresos de los mexicanos. Así decía una alarmante publicación que circulaba por internet durante el proceso electoral de 2006; supuestamente el texto formaba parte de las iniciativas del entonces candidato. Finalmente, en el 2018 y tras tres procesos electorales, López Obrador es presidente y ninguna de estas supuestas políticas se llevaron a cabo. Dichos textos eran falsos, producto de propaganda negra. Es difícil saber a ciencia cierta el impacto de estas fake news en el voto de los mexicanos, lo cierto es que todos conocemos a familiares y amigos que las dieron por válidas. Esta incapacidad de valorar la veracidad de la información está relacionada con un concepto llamado analfabetismo funcional, definido como la falta de condiciones para que las personas lean y escriban, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Como señala el texto de la Cepal, una parte del analfabetismo funcional en el contexto de la sociedad de la información es el analfabetismo digital, es decir, la falta de competencias digitales. Los mayores dicen de los post millennials o "nativos digitales" que "ya traen otro chip", y si bien es cierto que es la generación con más acceso a la información, también podría tratarse de la generación peor informada. Actualmente los jóvenes cuentan con tantas plataformas de información que el problema es distinguir aquello que es verdadero y útil de lo que son solo mentiras e información basura. De hecho, la problemática es aún más alarmante, pues va más allá de la incapacidad de distinguir entre verdadero y falso. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Stanford, una gran cantidad de los jóvenes en Estados Unidos no saben diferenciar una noticia de un anuncio publicitario en redes sociales.
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En cada caso y en cada nivel, fuimos tomados por sorpresa por la falta de preparación de los estudiantes.
Por ejemplo, 203 estudiantes de secundaria (el 80% de los participantes de ese nivel escolar) confundieron un anuncio comercial en una página de internet con una noticia pese a que contenía la leyenda "sponsored content" (contenido patrocinado). El objetivo del estudio era evaluar el razonamiento cívico en línea, es decir, la capacidad de distinguir la información falsa de la verdadera.
De acuerdo con Sam Wineburg, investigador participante en el estudio iniciado en el 2015, el problema es que como la gente ve que los jóvenes manejan con fluidez las redes sociales, dan por hecho que saben evaluar la veracidad de la información de lo que aparece ahí, y no es el caso. La carencia de razonamiento cívico en línea tiene implicaciones políticas: un ciudadano que acepta como verdadera cualquier noticia que llega a su teléfono celular es vulnerable a ser manipulado por distintos grupos políticos. Con el avance tecnológico, no serán robots asesinos los que nos esclavicen sino individuos que utilicen a las máquinas para su ventaja, como señala el politólogo David Runciman en su libro How democracy ends. Runciman pone como ejemplo a los políticos que utilizan big data para enviar fake news y mensajes específicamente diseñados para reforzar ciertos prejuicios.
Las fake news no amenazan a la democracia; el analfabetismo digital, sí
A lo anterior se suman las redes sociales. Actualmente los partidos políticos han perdido gran parte de su poder de convocatoria. El padrón de la mayoría de los partidos políticos se desangra año con año, en parte, por la pobreza de los resultados dados por sus representantes y también por el crecimiento de sus aparatos burocráticos que aumenta la distancia entre las bases y la cúpula. En cambio, hoy las redes sociales generan un fuerte sentido de pertenencia a través de la formación de grupos en torno a figuras políticas, movimientos o causas. Sin embargo, como señala Runciman, el problema es que estas nuevas agrupaciones rechazan cualquier forma de disentimiento. Si alguien propugna la autocrítica, los demás piensan que es un infiltrado o un ignorante. Es por ello que los grupos en redes sociales no terminan por destronar los mecanismos de control del poder, sino que los fortalecen. Gobiernos y partidos políticos se han convertido en grandes acumuladores de big data proporcionada por las redes sociales y los buscadores. Y es que investigar en internet es, al mismo tiempo, ser investigado: con nuestras búsquedas damos a conocer nuestros patrones de consumo, aficiones, lugares que frecuentamos, inclinaciones políticas, filias, fobias, y lo más importante para los políticos, nuestros prejuicios. Por medio de la big data obtenida por redes sociales, los políticos de izquierda, derecha, arriba y abajo pueden mandarnos a nuestras redes noticias -falsas o verdaderas- a la medida, que refuercen nuestra forma de ver las cosas. Se trata de algo llamado sesgo de confirmación. Por ejemplo, si tú ya piensas que algún político es corrupto, entonces es probable que des por cierta cualquier noticia que sirva de ejemplo de su corrupción y que con gran facilidad la reproduzcas. "Ya ven, fulano es corrupto. Se los dije". "El papa apoya a Trump" es un ejemplo de una de las noticias falsas más exitosas de la elección del 2016 en Estados Unidos. Para alguien que no simpatice con Trump y que tenga una somera idea del pensamiento del papa Francisco puede ver con sospecha dicho planteamiento; sin embargo, para los partidarios del político neoyorkino, fue una verdad indiscutible digna de compartirse en sus respectivos muros de Facebook. Aquí el problema es que si la noticia llega a tu feed y es complaciente con tu forma de ver las cosas es poco probable que la corrobores. Además, está el hecho de que las redes sociales propician el reforzamiento de tu visión de las cosas al facilitarte el acercamiento a medios y tuiteros que piensan como tú. Por lo tanto es improbable que estas redes permitan el autocuestionamiento, el contraste de ideas y la corroboración de las noticias. Los partidos políticos en todo el mundo están metidos de lleno en el uso de bots, fake news y propaganda negra digital. En este contexto se vuelve apremiante la necesidad de incorporar a los programas educativos de nuestro país la alfabetización digital, ir más allá de la enseñanza del uso de la computadora, y que abarque aspectos como la identificación de fuentes y la corroboración de información. De otro modo, las nuevas generaciones quedarán a merced de "las benditas redes sociales".