Luis, el Reo que se Tituló como Ingeniero Desde la Cárcel

Luis se ganó el respeto dando clases de matemáticas a otros reos en la improvisada biblioteca en el Centro Varonil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla

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Luis busca hacer una maestría en la cárcel

Luis enseña matemáticas y álgebra a otros reos. Foto: Enrique Martínez | N+

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El lugar favorito de Luis es una pequeña biblioteca con libros donados por desuso colocados en mobiliario de oficina viejo.

Desde ahí prefiere poner su atención en un par de cuadernos de ejercicios matemáticos para que su vista no alcance una lejana barda de concreto imponente como su realidad de sentenciado en el Centro Varonil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla.

Se ganó el respeto como profesor en la cárcel

"Hay muchas maneras de ganarse el respeto en la cárcel" señala Luis Velazco con 29 años en un cuerpo que aparenta más edad con el pantalón y camisa beige que caracteriza a los presos de la Ciudad de México.

Luis estudia en sus tiempos libres en la biblioteca de la cárcel. Foto: Enrique Martínez | N+

Él se ganó el respeto dando clases de matemáticas a otros reos en la improvisada biblioteca de la cárcel que adoptó como su sitio predilecto.

También causó admiración en la población penitenciaria el hecho de que, sin salir de la cárcel, Luis concluyó la carrera de Ingeniería Civil y con ello pudo titularse por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Sorprendidos, primeramente porque se sorprenden de que alguien se titule aquí. Es algo que no es común. Conozco a otros que igual dejaron sus carreras inconclusas y que igual después de esto fue un incentivo para poder terminar y también querer hacerlo. Fue algo inspirador tanto para mí cómo para ellos." comenta Velazco Mata.

Para titularse Luis tuvo que entregar un par de proyectos a la Facultad de Ingeniería de la UNAM con sede en Ciudad Universitaria. Un grupo de profesores lo evaluó a distancia.

Con esos proyectos finales acreditó dos materias que tenía pendientes para terminar la carrera de Ingeniería Civil. El reto fue mayor para el alumno al estar en una prisión donde no tiene internet, celular, computadora y comunicación directa con los maestros.

Perdió la libertad, pero no las ganas de estudiar

Sus únicas herramientas eran lápiz, papel, una limitada bibliografía que le dio la universidad y sus vagos recuerdos de la carrera de Ingeniería que dejó trunca en 2018.

Tiempo después perdió su libertad por delitos menores que no quiere ventilar. 

“Lo más complicado era no tener el asesoramiento de un profesor como lo tenía allá afuera en la facultad para resolver algún problema o que no tuviera el conocimiento. Yo escribía mis dudas, las llevaban (autoridades del penal) y posteriormente dos o tres días después me contestaban los profesores y el no tener los programas adecuados para los cálculos reducidos” recuerda Luis.

Luis se tituló como ingeniero desde la cárcel
Luis accede a una vieja computadora para realizar sus tareas. Foto: Enrique Martínez | N+

Académicos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM acudieron al penal a la graduación de Luis. Ahí lo conocieron físicamente.

También estuvo su mamá, su hermana y otros familiares que pudieron pasar a la cárcel con más tiempo de visita a lo siempre acostumbrado los fines de semana.

Con firmeza y una sonrisa espontanea, Luis dice que jamás se borrara de su mente aquel día. “Me ayudo a recordar la universidad, realmente me siento muy orgulloso de pertenecer a la UNAM".

"Eso me hizo que mi mente se fugara un poco de este lugar, esos instantes de estar estudiando, recordé de las veces que estaba en la facultad, pasar por los andadores en Ciudad Universitaria, fue algo mágico que recuerdo con gran sentimiento en este lugar”.

Luis goza de uno de los anhelos más codiciados de la cárcel: tener una celda individual donde en solitario con la intimidad de la conciencia, los pensamientos fluyen más rápido para estudiar ingeniería civil, hacer ejercicios matemáticos, estimular la memoria con recuerdos de libertad o simplemente para dejar volar la mente más allá de los muros, las rejas, los espirales de púas y las torres de vigilancia de uno de los penales más viejos del oriente de la Ciudad de México en la calzada Ermita Iztapalapa.

Este beneficio lo obtuvo como parte de los estímulos que ofrece el Sistema Penitenciario de la capital del país a reos con buena conducta que participan en todo tipo de cursos, clases y actividades que fomenten lo que las autoridades llaman "reinserción social". 

Luis tiene acceso a una bibliografía limitada. Foto: Enrique Martínez | N+

La biblioteca del penal está a cinco minutos de la celda de Luis caminando por laberintos de estrechos pasillos enrejados. Todos se conectan con casetas de filtros de seguridad en un área a cielo abierto que permite observar la arquitectura carcelaria de edificios grises mezclados con algunas áreas verdes, deportivas y de usos múltiples.

En el ambiente se percibe un silencio extraño que inquieta al pensar en la vida de cada persona que deambula con uniforme beige.

Luis puede caminar en ciertas zonas de la cárcel sin la marca personal de los custodios porque es un reo de conducta correcta y baja peligrosidad. Él no tiene contacto con los presos más peligrosos que dentro de Santa Martha Acatitla están en una zona de mayor seguridad aislados del resto de la población.

La ansiedad por la libertad

En ese pequeño espacio de libertad al aire libre, Luis confiesa que el trayecto lo aprovecha para mirar al cielo, para buscar respuestas en las nubes sin importar que torres de vigilancia con vidrios polarizados y custodios con uniformes negros sean parte del escenario. Es en estos pasillos del penal dónde el semblante de Luis se torna cabizbajo.

Parece que el tiempo no avanza, que la libertad es tan lejana como soportar 5 años 6 meses de sentencia que tiene que cumplir lejos de lo que más ama: a su mamá y a su hermana quienes nunca lo han abandonado como a miles de hombres y mujeres que en el encierro pierden a la familia.

Una fiesta, una pelea y mucho alcohol; todo se salió de control

¿Qué pasó, por qué estás aquí? El recién titulado en Ingeniería Civil traga saliva, guarda silencio y esquiva la mirada para responder a la pregunta lanzada a quema ropa. Un minuto después sale de su boca: “Una fiesta, una pelea, todo se salió de control. Había mucho alcohol”. De inmediato cambia la conversación y remata sincerándose con la lista de lugares que extraña de allá afuera: “tal vez no ir a la plaza, al centro comercial a ver una película al cine, mi familia, es la parte más difícil, que me pega mucho, el no estar con mi familia”.

luis camina por los pasillos
Luis camina cabizbajo por los pasillos de Santa Martha Acatitla. Foto: Enrique Martínez | N+

De su condena, Luis ya acumula dos años de prisión. Su titulo universitario podrá ser la llave a la libertad anticipada con un tramite judicial de reducción de sentencia que él mismo explica: “Mi sentencia es de 5 años 6 meses. con esto de ir a los cursos, de estar aplicado aquí en el centro, de la titulación podría irme al 50%.

Prácticamente me faltarían 9 meses para poder meter un beneficio y poder irme antes” El tiempo de la visita en la cárcel para la entrevista con Luis se ha agotado.

Un caso muy poco común

El ingeniero civil se despide con un choque de puños agradeciendo que su historia sirva para documentar que con él suman 14 personas privadas de su libertad en penales de la Ciudad de México que se titulan por la UNAM en educación superior de 2007 a la fecha. Antes de perderse en los estrechos pasillos de la cárcel que lo conducirán a sus clases de matemáticas, Luis regresa por algo que olvidó comentar: “libre o en el tambo, me gustaría estudiar la maestría que creo que es el siguiente paso. Igual actualizarme en una especialidad. Tal vez en sistema de transportes” .

Con información de Enrique Martínez

HAVJ/JLR