¿Falsos Localizados? Familias Buscan a sus Hijos mientras Autoridades los Dan por Ubicados

El gobierno federal asegura que se han ubicado a casi 18 mil personas de las más de 100 mil que están desaparecidas en México

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Maximiliano Arozqueta

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A pesar de que el gobierno asegura haber localizado a casi 18 mil personas desaparecidas, muchas familias continúan sin tener pruebas de vida de sus seres queridos.

A pesar de que el gobierno asegura haber localizado a casi 18 mil personas desaparecidas, muchas familias continúan sin tener pruebas de vida de sus seres queridos.

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Rodrigo Ricardo Rico Fernández desapareció el 28 de septiembre de 2019 en la zona del Ajusco al sur de la Ciudad de México, un lugar montañoso que está siendo utilizado para depositar cuerpos, según activistas, debido al gran número de predios, senderos y vegetación que lo componen.

El día que Rodrigo desapareció marcó a su familia, la cual lleva más de cinco años buscándolo y esperando tener alguna respuesta sobre qué pasó con él. Rodrigo peregrinaba hacia Chalma, al igual que lo hacen alrededor de 20 mil peregrinos al año. Todos caminan aproximadamente 50 kilómetros para ir a la fiesta de San Miguel Arcángel, y en su mayoría salen desde la capital con rumbo al Santuario del Señor de Chalma.

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Salió desde su casa en la alcaldía Cuauhtémoc y, de acuerdo con su madre, Mirna Lucía Fernández, se dirigió hacia Pino Suarez; ahí abordó un camión que lo dejó en Santo Tomás Ajusco y en ese punto tomó un taxi particular que lo dejó en el camino de los chalmeros, que es conocido por todos los que peregrinan año con año a Chalma. Pero Rodrigo nunca llegó al Santuario y tampoco regresó a casa.

“Le dije a mis hijos que había pasado algo con él, que lo íbamos a buscar para ver como lo encontrábamos”, dice Mirna Lucía, quien desde el primer momento decidió buscarlo por su propia cuenta junto con sus hijos, uno de ellos, Miguel Ángel Rico Fernández, quien siempre acompañaba a Rodrigo en la peregrinación a Chalma.

“Le digo a mi mamá que no llegó y me dice hay que darle esta noche a ver si llega, y ya le dimos el 29, no llegó y nada. Hasta el 30 nos venimos a buscar, recorrimos todo el camino y no encontramos nada. Llegamos a Santa Martha, a Chalma y preguntábamos con nuestro teléfono si lo habían visto y nadie lo había visto”, cuenta Miguel Ángel sobre cómo fueron los primeros días tras la desaparición de Rodrigo.

“Peinamos la zona, empezamos a buscar entre la maleza, nada más que hay que tener más precaución porque hay víboras de cascabel”, narra Mirna la primera búsqueda en campo que se hizo de su hijo. A cinco años de la desaparición de Rodrigo, Mirna señala que se ha encontrado con distintas versiones de lo que le pudo haber pasado, pues dice que quienes lo acompañaban han señalado “que se adelantó, otro que se sintió mal y se quedó y el otro que nada más él lo vio y se siguió”. Le han querido cobrar por darle información.

Mirna también denuncia que las autoridades no le han dado la atención adecuada y que lo hecho, ha estado mal. Asegura que la primera alerta que se levantó sobre la desaparición fue en la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México y no en el Ajusco, que fue el sitio en donde se le vio por última vez. Sin embargo, no es la única inconsistencia de las autoridades a la que se ha enfrentado. Mirna se percató de que su hijo no figura como desaparecido en el Registro Nacional de Personas de Personas Desaparecidas y No Localizadas, sino que “sale que está localizado, pero no visibilizado. O sea, que ya fue o hubo un registro, una hospitalización, pudo haber salido, pero yo creo que no lo han visto”.

Mirna no es la única que se encuentra en esta situación. Al menos otras cinco mujeres dentro del grupo de madres buscadoras al que pertenece están viviendo lo mismo. Aunque por seguridad no quisieron hablar, confirmaron que sus hijos aparecen “con indicios” o “localizados” en el nuevo Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas que se inició durante el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador, como parte de un censo que se hizo para tener plena certeza de cuántos desaparecidos hay.

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“Han inventado estos términos y tenían una pretensión electorera, tratar de reducir los números de personas desaparecidas a sabiendas de que no hablamos de números, ni cifras, sino de personas”, dice Santiago Corcuera, expresidente del Comité Contra las Desapariciones Forzadas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la nueva estrategia del gobierno para localizar a quienes han desaparecido en México.

Según Santiago Corcuera, “se empezaron a usar terminologías ajenas al protocolo homologado de búsqueda y a la ley general de desapariciones forzadas vigente en México y usan conceptos como ubicación de personas sin prueba de vida, registro sin datos suficientes o sin indicios que permitan la búsqueda. Bajo esos conceptos ajenos a la legislación y al protocolo es que han dado por aparecidas a personas que en realidad aún se desconoce su paradero”.

Esto ha provocado que, en la mayoría de los casos, “sigan desaparecidas las personas que han pretendido cancelar su registro a través de este método de rasurado de registro”, explica Corcuera, quien habla con base en testimonios de las madres de personas desaparecidas. 

Actualmente en México se tiene el registro de al menos 116 mil personas desaparecidas y de todas ellas, según cifras otorgadas por la administración del expresidente López Obrador, hay casi 18 mil personas ubicadas, es decir, que se les ha encontrado en bases de datos. Sin embargo, no se cuenta con una prueba de vida, ya que no los han visto cara a cara. De esta cifra, al menos 3 mil 100 han sido ubicados a través de llamadas telefónicas, es decir, hablando directamente con ellos o con algún familiar. Rodrigo Ricardo Rico Fernández pertenece a esta estadística y, a pesar de que el gobierno lo da por ubicado, su familia lo sigue buscando.

A cinco años de su desaparición, Mirna sigue buscando a su hijo. Su camino empieza igual que la primera vez: sale con su familia para reunirse con el colectivo de buscadores, emprenden el viaje hacia el Ajusco, toman picos y palas y empiezan a caminar. “¿Qué espero [de esta búsqueda]? Que hoy sí encontremos algo de él o, si no sé de él, de alguien más. Que regresemos a un angelito a casa”, dice antes de empezar con una búsqueda más de su hijo. 

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