Leyenda de Juan Manuel: ¿Por Qué No Dar la Hora de Noche en el Centro Histórico?

Son muchas las leyendas y mitos que se llevan a cabo en el Centro Histórico de la CDMX, la de Don Juan Manuel Solórzano es una de las más conocidas

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Algunas personas cuentan haber tenido un encuentro con Don Juan Manuel en la calle del Uruguay

Fuerte lluvia en las calles del Centro Histórico en 2020. Foto: Cuartoscuro | Archivo

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En la oscuridad de la noche el Centro Histórico de la Ciudad de México (CDMX) muestra una cara diferente a quienes lo visitan.

Sus viejas calles hacen casi inevitable pensar que al final de alguna avenida, o asomado en alguna ventana, veremos un fantasma.

No es raro pensar en espectros si estamos ahí de noche, porque el Centro Histórico fue, y sigue siendo, el escenario de sucesos extraños y macabros.

De hecho, cuenta una leyenda que si vas caminando por las calles del centro de noche y alguien te detiene para pedirte la hora, seguramente es el fantasma de Don Juan Manuel Solórzano, y por nada del mundo debes darle la hora.

A continuación te diremos cuál es el origen de la leyenda de Don Juan Manuel Solórzano, el fantasma del Centro Histórico que pide la hora, la 'hora de tu muerte'.

¿Cuál es la leyenda de Don Juan Manuel? 

De acuerdo con el respetado cronista Artemio de Valle Arizpe, en un texto sobre el pasado virreinal de la Ciudad de México, la leyenda original cuenta que el virrey Don Lópe Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta, se hacía acompañar a todas partes con Don Juan Manuel Solórzano, quien además de ser su amigo era su socio, con quien tenía negocios jugosos.

A pesar de ser el mejor amigo del virrey, se hizo ganar múltiples enemigos, por sus maneras de siempre salirse con la suya, pero las envidias no le eran de importancia por su estrecha amistad con el gobernante de la Nueva España.

Un día el virrey se vio forzado a salir de México, por acusaciones de corrupción, dejando en la desgracia a su gran amigo Don Juan Manuel, quien de milagro se libró de la cárcel. Triste y amargado decidió no salir de su casona y quedarse con la sola compañía de sus múltiples criados y su bella esposa Doña Ana Porcel.

Tal encierro, que se prolongó por meses, y algunos incluso señalan que años, parece haberlo perturbado. De la nada empezó a sentir celos sin sentido, que lo llevaron a espiar a su esposa de una manera obsesiva. Juan Manuel estaba seguro que ella tenía una aventura, y no podía permitir eso.

Era tanta la desesperación de Don Juan Manuel que, al no encontrar evidencias del  supuesto engaño de Doña Ana, decidió acudir a un brujo y darle lo que pidiera para conocer al supuesto hombre que tenía una aventura con su mujer.

El brujo lo citó en una oscura noche, a un costado de la iglesia de San Diego, luego de hacer diversos conjuros le dijo: Mi compadre Satanás acepta tu alma, don Juan Manuel de Solórzano. Él y yo sabemos quien es el amante de tu esposa; si tu también quieres saberlo para que tomes justa venganza, sal de tu casa a las 11 de la noche y al que pase a esa hora por la acera, mátalo porque él es quien te roba la honra y la dicha.

Vuelto loco por los celos, la noche siguiente, justo antes de las 11:00 pm, salió de su casona embozado en su capa; al primer sujeto que pasó se le acercó y preguntó: “¿Perdone que lo interrumpa en su camino señor, pero podría usted decirme qué hora es? "Las 11", le contestó, a lo que don Juan Manuel respondió: Dichoso usted que sabe la hora de su muerte clavándole a continuación un filoso puñal en el corazón.

Este acto no terminó con los celos de Don Juan Manuel, y cada noche volvería a salir y repetir un asesinato más durante varias semanas.

Con el paso del tiempo han salido distintas versiones de la leyenda. Foto: Pexels | Ilustrativa

Fue una madrugada cuando tocaron su portón para avisarle que su querido tío don Francisco Medano, había sido encontrado apuñalado afuera de su casa frente a la puerta, misma escena que se sucedió la noche siguiente, ahora con uno de sus primos más queridos.

Desesperado de sufrimiento y arrepentimiento, Don Juan Manuel buscó ayuda confesándose con un sacerdote, quien condicionó su absolución a  que durante tres días a la medianoche, rezara un rosario bajo la horca que se hallaba en la Plaza Mayor, y que al rezar el último rosario volviera y el cura le daría el perdón.

La primera noche, al finalizar el rosario, Don Juan Manuel huyó aterrorizado de la Plaza, pues una voz del 'más allá' le dijo: ¡Un padre nuestro y una avemaría por el alma de don Juan Manuel Solórzano!. Asustado contó lo sucedido al confesor y este le ordenó que continuara con la penitencia. La segunda noche fue peor, porque vio pasar su propio entierro.

Regresó con el cura a rogarle que ya le diera el perdón; este lo absolvió, pero le dijo que, para ser efectivo, tenía que concluir la pena que le había mandado al inicio. Con mucho miedo se dirigió nuevamente al pie de la horca. Al día siguiente la capital entera se conmocionó, pues el cadáver del amigo del virrey, Don Juan Manuel Solórzano, estaba colgado de la horca de la Plaza Mayor.

Desde entonces, algunas personas cuentan haber tenido un encuentro con Don Juan Manuel en la calle del Uruguay en el Centro Histórico o cerca de la Plaza Mayor antes de la medianoche, quien se acerca para pedir la hora y decir Dichoso usted que sabe la hora de su muerte.

¿Existió Don Juan Manuel Solórzano?

Ahora bien, aunque muchos dudaban de la existencia del personaje, José Justo Gómez de la Cortina, fundador de la Academia de la Lengua y socio fundador de la Sociedad Mexicana de Geografía, descubrió, en el siglo XIX, las pruebas de la existencia de Don Juan Manuel Solórzano.

No sólo eso, sino que se detalló una historia igualmente oscura detrás del origen de la leyenda. 

En realidad, Don Juan Manuel no se encerró en su casa después de la caída de su amigo el virrey, sino que fue tomado preso.

Uno de sus enemigos personales, Francisco Vélez de Pereira, comenzó a visitar a su mujer en un horario "indecente" para pedir favores sexuales a cambio de ayudar en la liberación de Don Juan Manuel.

Don Juan Manuel usó su dinero para sobornar a los guardias de la cárcel y pudo salir de prisión varios días seguidos, embozado y en la oscuridad, para constatar el hecho y, eventualmente, lavar su honra matando cerca de las 11 de la noche a Vélez de Pereira.

Este hecho metió en un problema al gobierno de la Ciudad, no se podía hacer pública la razón detrás del asesinato, porque sería una prueba de la corrupción y tratos desiguales a los ricos en la cárcel. Así, cuando misteriosamente encontraron el cadáver de Juan Manuel de Solórzano colgado en la horca se terminó un problema para el gobierno, y dio inicio a una leyenda.