Buzones de Paz en la CDMX: Un Nuevo Camino para la Búsqueda de Desaparecidos
Los buzones de paz han ayudado en Morelos a encontrar a personas desaparecidas, a partir de información que la comunidad deja en ellos de manera anónima
Andrea Vega | N+
COMPARTE:
Era la misa de domingo a medio día. El lugar estaba abarrotado. Antes del momento más solemne de la celebración, la homilía, las madres buscadoras avanzaron hasta el altar, portando las fotos de sus desaparecidos y un buzón, donde están depositadas sus nuevas esperanzas de encontrar a sus seres queridos.
En el altar, el párroco lo recibió, para después colocarlo en el atrio de la Iglesia de Santo Tomás, Ajusco, a los pies de la Virgen de Guadalupe. Era el 7 de julio de 2024. Fue el inicio de una nueva estrategia de búsqueda en la capital del país.
Ese buzón es una forma más de buscar de las madres y familiares de personas desaparecidas. Es el primero en su tipo en la Ciudad de México, entidad que acumula ya 4 mil 907 personas desaparecidas y no localizadas.
Los colectivos de buscadores han colocado estos llamados buzones de paz en otros estados, como Veracruz, Morelos y el Estado de México, para que quien tenga información de sus familiares y quiera darles algún dato o indicio, lo deje ahí, de manera anónima.
“Estos buzones surgen de la necesidad de hacer un llamado a las comunidades para que den información a las madres buscadoras, sabemos que es difícil que alguien la proporcione de manera directa, por eso se pensó en los buzones de paz, para que la sociedad civil, los testigos, puedan ponerla ahí, de manera anónima, sin que nadie sepa quien la dejó, sin verse comprometidos”, dice Juan Carlos Trujillo, de la Red de Enlaces Nacionales, que organiza año con año las Brigadas Nacionales de Búsqueda.
Jacqueline Palmeros, fundadora del colectivo Una Luz en el Camino, y quien busca a su hija Montserrat Uribe Palmeros, desaparecida en julio de 2020, en la alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México, asegura que se decidieron a colocar este buzón en el Ajusco, porque tienen pistas de que este lugar está lleno de fosas y que sus seres queridos pueden estar ahí. A ella, por ejemplo, le dejaron un mensaje anónimo por Facebook, en el que le dicen que a su hija la asesinaron y su cuerpo está en ese bosque, junto a un rancho.
Te recomendamos: Buscan a Pamela Gallardo Bajo los Escombros en el Ajusco, Pese a Retrasos y Desorganización
“Pero el Ajusco está lleno de ranchos, así que uno dice por dónde empiezo y aunque ese mensaje puede ser un distractor, nosotros tenemos que agotar todas las pistas que nos lleguen, solo que es muy difícil buscar ahí por la extensión del terreno”.
Palmeros recuerda que la idea de colocar los buzones de paz en la Ciudad de México surgió después de la brigada de búsqueda en el Ajusco, en 2023, en la que no tuvieron resultados positivos. El colectivo tuvo pláticas con las autoridades, con solidarios de la sociedad civil y con representantes de iglesias. De esos encuentros nació la idea.
Retejer el tejido social
El objetivo de estos buzones es que les puedan dejar información para encontrar a sus familiares, pero también que quien quiera les deje mensajes de ánimo o de consuelo y hasta donativos para seguir las búsquedas.
“Estos buzones son un instrumento de comunicación, una forma de retejer el tejido social, las personas pueden dejar ahí lo que quieran decirle a las madres y familiares buscadores, un mensaje de aliento, una oración, un dibujito”, dice Gabriela Espejo, integrante del Centro de Estudios Ecuménicos.
De hecho, tal como se hizo ese domingo 7 de julio, la colocación del buzón va acompañada de una charla de sensibilización sobre el tema de la desaparición y también de prevención. Desde el altar de la iglesia de Santo Tomás las madres buscadoras y los solidarios que las acompañaron hablaron de esta realidad que ha venido agravándose en el país.
Lo que se instaura con el buzón, explica Espejo, es un modelo integral de intervención sobre la desaparición que han venido construyendo las familias y que se trata de retejer el tejido social, es como se llama para traer paz.
Para que quien tenga información la dejé ahí y se quite ese peso de cargarla o para establecer un lazo con las madres buscadoras, no es para confrontar a nadie, no es para que las personas del crimen organizado vayan a decir me están calentando la plaza, no, no es la idea generar más violencia, sino retejer lo que está roto.
Jacqueline Palmeros es enfática en este punto. “Nosotras no queremos generar más violencia, no buscamos culpables, lo que queremos es saber dónde están nuestros familiares, eso es lo único que queremos, que nos los devuelvan”.
Después de este buzón se tiene la idea de colocar otros 19 más en la alcaldía de Tlalpan, empezando con las parroquias de los otros tres pueblos que componen el Ajusco, además de Santo Tomás, y que son: San Miguel, La Magdalena y San Miguel Xicalco.
La iglesia es una aliada fundamental en esta estrategia, que de hecho se empezó a materializar después de pláticas entre Monseñor Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, y las madres buscadoras del colectivo una Luz en el Camino.
De hecho, además de los 19 buzones que proyecta colocar el colectivo, esta arquidiócesis tiene el plan de colocar decenas de ellos en la capital del país, cuenta Monseñor Acero. Aunque señala que aun no pueden dar un número explica que la iniciativa se lanzará por parroquias y el inicio lo ha marcado la colocación en la iglesia de San Tomás Ajusco.
“La iniciativa se hará oficial a finales del mes de agosto, pero se va a ensayar antes en algunas parroquias del sur de la CDMX. Y es una iniciativa que se planteó en los encuentros mensuales con las mamás, surge de ellas y es muy importante porque se trata de tener información sobre los desaparecidos, pero también de sensibilizar a la gente sobre esta realidad y crear paz”, dice Monseñor Acero.
El religioso adelanta que no solo se pretende tenerlos en iglesias sino también en universidades y en otros espacios donde se hagan obras sociales. El procedimiento para abrirlos, describe Monseñor Acero, es que, por mes, los mensajes se van a enviar a la Vicaria de Laicos en el Mundo y desde ahí se les van a ir distribuyendo a las mamás.
Te recomendamos: Una Simulación, Búsquedas de Desaparecidos en CDMX, Acusan Familiares
El próximo se colocará en la Iglesia de San Miguel Ajusco a principios o mediados de agosto. En esta zona han desaparecido varios jóvenes, entre ellos Axel Daniel González y Leonardo Sandoval Cázares.
“La colocación de estos buzones nos llena de esperanza y de fe. Esperamos en algún momento tener resultados y que nos dejen alguna información, un mapita, algo que nos lleve a nuestros hijos. Sabemos que puede tardar, pero estamos muy esperanzadas y ojalá que tengamos algún dato antes de la brigada de búsqueda en el Ajusco, que se hace cada año desde 2021, y que será, probablemente, en octubre próximo, para ir sobre algo más preciso”, dice Daniela González, mamá de Axel Daniel y quien también es parte del colectivo Una Luz en el Camino.
La historia de los buzones
Los buzones de paz nacieron en la Brigadas Nacionales de Búsqueda, que hacen, desde 2016, colectivos de todo el país, cada año, en un estado específico. En estas brigadas se desarrollan diferentes actividades que abarcan desde prevención de la desaparición hasta búsqueda forense en campo.
Fue en la brigada de 2016, cuando a un sacerdote se le ocurrió, previo a que iniciarán las búsquedas, pedirle a las personas que acudían a las misas que si tenían información sobre personas desaparecidas, la dejarán en la alcancía de la iglesia, y de ahí surgieron los buzones de paz, que empezaron a utilizarse formalmente en 2018.
Desde entonces, en cada Brigada Nacional de Búsqueda se usan cajitas de cartón en iglesias o en reclusorios. “En medio de la Eucaristía se les pedía a los sacerdotes que nos dejaran hablar con la comunidad y eso ayudó a tener información que sí ha servido para ubicar desaparecidos”, dice Juan Carlos Trujillo, de la Red de Enlaces Nacionales. En Morelos, por ejemplo, en un buzón se dejó información que ayudó a ubicar una fosa clandestina.
Cuando se terminan las Brigadas Nacionales de Búsqueda algunos de estos buzones se quitan y otros se quedan, en Morelos, donde se hicieron las brigadas en 2021 y 2022 se han quedado algunos.
“Aquí hemos llevado buzones de paz a escuelas, a preparatorias, y a penales, donde entramos, damos una plática y repartimos papelitos y plumas y les pedimos que nos escriban lo que quieran, así no se sabe quién deja qué y al irnos nos llevamos la cajita, ahí no se deja, pero en iglesias sí hay permanentes, debe haber más de 20”, dice Angélica Rodríguez, de colectivo Regresando a Casa y madre de Viridiana Morales, desaparecida en agosto de 2012.
En el Estado de México también hay buzones de paz, al menos dos, uno en la Universidad Autónoma del Estado de México, la UAEM, en Atizapán, y otro donde fuera la casa de Diego Maximiliano Rosas Valenzuela, secuestrado el 4 de septiembre de 2015, en Ecatepec de Morelos.
Verónica Rosas, madre de Diego, e integrante del colectivo Uniendo Esperanza, colocó el buzón en la Colonia Llano de los Baez, en la manzana G, en el edificio C3, en Ecatepec, Estado de México, donde vivía con su hijo y por donde pasan los vecinos y quienes, está ella segura, se llevaron a su hijo.
Tengo la esperanza de que en algún momento me dejen alguna información que me lleve a Diego, o a algún otro desaparecido. Pero también es bonito porque el buzón está acompañado de un mural y todo alrededor de él está ya graffiteado, pero el mural no, la comunidad lo ha respetado y eso me llena de esperanza, lo mismo que los mensajes de ánimo y aliento que han dejado en este buzón y en la UAEM.
Verónica desdobla algunos de los papelitos y los empieza a leer. “Que encuentre la paz y la luz en medio de la oscuridad, que la justicia les asista y la esperanza nunca las abandone”, lee en uno. “Te esperamos en vida. Tu familia aún te busca”, está escrito en otro. “Espero de todo corazón que todo salga bien, no se cansen de luchar, eso marca la diferencia, la esperanza muere al último”, dice uno más.
“Todos esos mensajes nos fortalecen y nos dan esperanza. Yo tengo mucha fe en que estos buzones llevarán a mucha gente a casa”, cierra Verónica Rosas, con un suspiro.
Historias recomendadas: