Una Simulación, Búsquedas de Desaparecidos en CDMX, Acusan Familiares
En la Ciudad de México, la Comisión de Búsqueda local tiene poco personal, material y múltiples omisiones
Andrea Vega | N+
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“Esto es piedra volcánica, aquí ni vas a poder cavar y no puede haber nadie enterrado”, le dice Carmen Volante, madre buscadora, a un integrante de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México.
El trabajador se afana en quitar unas ramas grandes que hay sobre la piedra volcánica del suelo del Ajusco. Carmen le dice con tono fuerte que ahí no es posible que haya restos ni enterrar a nadie y le insinúa que mejor se ahorre los 40 minutos que va a gastar en quitar los restos de árbol.
La madre deja claro con ese diálogo que sabe más de cómo buscar que los de la propia Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México, que tiene entre sus funciones elaborar y ejecutar los programas de localización de personas desaparecidas en la capital.
Carmen, quien pertenece al colectivo Hasta Encontrarles CDMX, busca a su hija Pamela Gallardo, quien desapareció el 5 de noviembre del 2017, en el kilómetro 13.5 del Ajusco, a donde había asistido a un concierto.
El disgusto que le ocasiona el que el trabajador de la Comisión pretenda buscar restos en piedra volcánica es uno de los varios que se lleva en los dos días de trabajos que le han dado para encontrar algún rastro de su hija en el Ajusco.
Las buscadoras señalan que en la Ciudad de México se enfrentan a una Comisión con poco personal, pocos recursos y que comete múltiples omisiones.
La búsqueda de Pamela, el pasado 23 de mayo, por ejemplo, empezó cerca de las 10 de la mañana, en lugar de que arrancara mucho más temprano, a las 7:30 como estaba planeado, para evitar que las lluvias de la tarde interrumpieran los trabajos. La tormenta llega a la 1 pm y la búsqueda se suspende. “Fueron apenas tres horas de labores”, lamenta Carmen.
Y de labores mal hechas, agregara después, porque no se marcaron los polígonos para buscar, ni se organizó cuántas personas por grupo peinarían las zonas, tampoco se llevaban las herramientas suficientes.
Esto es una simulación, para que digan que están buscando
Edwin Alan Piñón González, abogado del Grupo de Acción por los Derechos Humanos, que acompaña el caso de Pamela, dice que esta búsqueda se planeó durante siete meses, con varias mesas de trabajo con las autoridades, justo para que todo estuviera organizado, para que se marcaran los polígonos.
“Es una simulación lo que está pasando aquí, dijeron que habría binomios caninos y apenas hay uno. La Guardia Nacional llegó a las 11 de la mañana, cuando es importante que estén para garantizar la seguridad de todos, en esta zona donde hay grupos del crimen organizado. La Comisión de Búsqueda local trae unas 10 personas apenas, cuando deberían venir unas 50 para peinar los polígonos que se tenían previstos, pero no tienen el personal suficiente”.
Tampoco el equipo necesario, señala el abogado. “Deberían de traer scanners que permitan rastrear si a metros de profundidad hay restos óseos, pero no los tienen. No traen en suficiencia ni lo básico, que son picos, palas, rastrillos, guantes, no alcanzaron para todos los que venimos”.
La Comisión, sus recursos y sus negligencias
Hacer un balance del trabajo de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México es difícil porque no hay información y no se proporciona o la hay de forma parcial.
N+ solicitó, vía Transparencia, desde principios de junio, los datos de cuántas búsquedas forenses en campo por año se habían realizado desde que se creó la Comisión capitalina, en 2019, pero no ha habido una respuesta a la solicitud, pese a que el INAI ya le ordenó responder.
Sobre cuánto personal tienen, informó que “en estructura” tiene sólo 11 personas, incluyendo al titular, Enrique Camargo, quien tomó el cargo en abril de 2022. En la lista aparecen solo directores y subdirectores de área, sin que quede claro si hay más personal y bajo qué figura trabajan.
Respecto a cuánto presupuesto se les ha asignado por año y cuánto se terminó ejerciendo, la Comisión respondió que, por ejemplo, para 2020 el presupuesto asignado fue de 17 millones 172 mil pesos, de los que solo se terminaron gastando 9 millones 650 mil pesos, en ese año en el que hubo 718 desaparecidos en la capital, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas del gobierno federal.
Hace un año, en 2022, el presupuesto fue de 22 millones 373 mil pesos, de los que se terminaron ejerciendo sólo 17 millones 806 mil pesos, pese a que se tiene registro de mil 375 personas desaparecidas durante el año pasado.
Vía Transparencia también se le preguntó a la Comisión con qué recursos materiales contaba, a lo que respondió, sin especificar el número, que tiene: picos, palas, georadar (que no llevaron a la búsqueda de Pamela), dron (así en singular), GPS, cuerdas de rappel, cascos, lámparas, pantaloneras, rastrillos, azadón, barreta, machete, entre otros instrumentos básicos.
Los colectivos y la poca información proporcionada dicen mucho de las omisiones de esta Comisión de Búsqueda capitalina.
Jacqueline Palmeros, del colectivo una Luz en el Camino, y quien busca a su hija Jael Montserrat Uribe Palmeros, de 23 años, dice que en la CDMX, las autoridades están afanadas en invisibilizar el fenómeno de la desaparición, por eso insisten en que los desaparecidos solo están ausentes, que se fueron por su voluntad, por problemas con la familia o por andar de fiesta.
Quieren hacer parecer que todos se van porque quieren y hacen acciones tardías, sin seguir los protocolos. Hay omisión, negligencia y negación en el problema de desaparición en la Ciudad de México
La Ley general en materia de desaparición forzada de personas, desaparición cometida por particulares y del sistema nacional de búsqueda de personas establece en su artículo 58 que las comisiones locales de búsqueda deben contar con un área de análisis de contexto para elaborar informes que incorporen a los procesos elementos sociológicos, antropológicos y victimológicos.
Esto a fin de fortalecer las acciones de búsqueda, pero al solicitarle a la comisión capitalina que entregará los informes de estos por año, proporcionó solo el link http://comisiondebusqeda.cdmx.gob.mx/informes, en el que no se encontró como tal los documentos.
También se solicitó el diagnóstico, que se debe de hacer por Ley, para identificar modos de operación, prácticas, patrones de criminalidad, estructuras delictivas y asociación de casos para el diseño de acciones estratégicas en la localización de personas y la respuesta fue que después de una “búsqueda exhaustiva” no se localizó la información.
“No se hacen las investigaciones adecuadas, no se hacen los análisis de contexto, somos las familias quienes tenemos que andar investigando, aportando información, y peleando para que se hagan las búsquedas”, dice Carmen Volante.
N+ también solicitó una entrevista con el comisionado Enrique Camargo, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
Buscar en el fango
Jacqueline Palmeros apenas puede mover las piernas entre el fango y el lirio. Toma toda su fuerza para levantar una pierna y dar un paso, después toma aire, y hace el mismo esfuerzo para levantar la otra y dar otro paso. Se detiene entonces a remover la vegetación acuática en busca de cualquier indicio del cuerpo de la mujer que buscan hoy o de cualquier otro desaparecido.
Así muy lento avanza, junto con su pequeña célula de búsqueda, de cuatro personas, para tratar de peinar un terreno tan grande que la vista no alcanza a verle el fin.
Después de tres horas de ese esfuerzo que los deja sin aliento, apenas han logrado peinar una de las orillas de la presa de San Lucas, en Xochimilco, donde se cree que podría estar el cuerpo de Dulce María Sánchez Dávila, desaparecida en esa zona hace más de dos años.
Después de dos días de trabajos de unas 30 personas, entre autoridades, familiares y colectivos de familiares de desaparecidos, la conclusión es que buscando así no se logrará nada.
En el círculo que forman quienes han buscado en dicha zona, ese jueves 1 y viernes 2 de junio, para dar sus opiniones al término de los trabajos, autoridades, familiares y colectivos coinciden en que es necesario drenar el terreno.
La pregunta que flota en el aire es por qué no se ha hecho antes esto, si hay indicios de que aquí podría estar no sólo el cuerpo de Dulce, sino también los de otros desaparecidos. El argumento de un integrante de la Comisión de Búsqueda de la CDMX es que primero había que buscar así, para ver qué tantos indicios había y si al meter maquinaria no se iba a barrer con estos sin saber.
El punto es que han pasado más de dos años y apenas se le dio a la familia de Dulce esta primera búsqueda conjunta con las autoridades. Aunque ellos, dice su madre, ya han peinado no solo esta zona sino muchas otras, solos, con sus propios medios.
La pista de Dulce María se perdió, en Tejomulco el Alto, después de que abordó un taxi, el 23 de abril de hace dos años.
“La primera búsqueda la hicimos la familia, el día 24 anduvimos aquí (en el vaso regulador), nos fuimos a Cuemanco, anduvimos por todos los charcos, buscando solos, sin las autoridades, que apenas a dos años nos dan una búsqueda oficial”, señala Ana María Dávila Pérez, mamá de Dulce, quien al momento de desaparecer tenía 36 años.
Cómo se organizan las búsquedas
Las búsquedas tienen que pedirlas las familias a la Comisión para que se hagan, así lo confirman las madres buscadoras que han tenido jornadas de localización. No tendría que ser así.
“Hay un principio en la búsqueda de personas que está establecido en instrumentos internacionales y que ha sido adoptado por la legislación nacional, particularmente en la Ley general en materia de desaparición forzada de personas, desaparición cometida por particulares y del sistema nacional de búsqueda, que señalan que estas tienen que ser oficiosa, esto implica que la autoridad debe realizarla sin que se lo pidan”, dice Edwin Alán Piñón.
Además, el abogado señala que otro principio es que estas búsquedas deben ser exhaustivas, pero eso no está sucediendo.
Hablamos de menos de 20 personas de la Comisión que están para realizar las búsquedas, eso comparado con las cifras de desaparición que hay en la Ciudad de México es a todas luces insuficiente
Patricia Morales, abogada del área de Investigación de la organización Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD), subraya que se supone que se hacen mesas de trabajo para que todo esté planeado y listo para la búsqueda, pero “nos ha pasado que llegamos a terreno y nos dice la Comisión, aquí no podemos entrar porque no traemos el equipo necesario, cuando se supone que en las mesas de trabajo se estudiaron los terrenos”.
Esto, agrega, “es una pérdida de tiempo, de recursos y también es una frustración y un desgaste muy grande para las familias, porque ellas ya van decidas a meterse donde haya que meterse, de hecho hay buscadoras que solitas buscan cómo capacitarse en técnicas de rappel y otras, por la inaccesibilidad de los terrenos”.
Morales coincide con que faltan equipos y personal capacitado y sensibilizado para realizar las búsquedas y que el problema de desapariciones que se está presentando en la Ciudad de México está rebasando a la Comisión.
De acuerdo con el Registro de Personas Desaparecidas y No Localizadas tan solo este 2023, con corte al 31 de julio, hay 934 desaparecidos. Eso quiere decir que las autoridades necesitarían realizar tres búsquedas al día para tratar de ubicarlos a todos, lo cual no pasa, aunque no se puede saber cuántas se realizan porque la Comisión se niega a transparentar esa información.
Una aguja en un pajar
Otra madre a quien apenas le dieron una primera búsqueda oficial es a la señora Lucía Rico, esto pese a que ella la ha solicitado desde que su hijo, Rodrigo Ricardo Rico, desapareció, el 28 de septiembre de 2019, se presume que también en una zona del Ajusco.
Lucía, cuenta, en entrevista con N+, que la familia ha buscado por su cuenta muchas veces. Al menos hacemos una búsqueda al mes. La madre buscadora cuenta que a las seis de la mañana se van, ella, uno de sus otros hijos y su esposo, en transporte público y luego en una taxi que los sube hasta el kilómetro 35, paraje las cruces.
A partir de ahí van caminando, pegando lonas, pegando fotovolantes “y buscando como podemos, pero los mismos pobladores nos dicen que no nos bajemos muy tarde, que no nos arriesguemos porque la situación está peligrosa en la zona”.
Pero, señala la señora Lucía, es como buscar una aguja en un pajar, “porque las autoridades no hacen su trabajo, no tienen líneas de investigación, hay una carpeta que está llena pero de oficios para esto y para lo otro y toda la información relevante la hemos entregado nosotros”.
Del balance de la búsqueda que se acaba de hacer con las autoridades, dice que no fue ni siquiera un ministerio público y refrenda que falta personal capacitado, herramientas suficientes, equipo para buscar como drones y scanners.
Lo cierto es que las familias son las que están buscando, con sus propios recursos, y capacitándose cómo pueden, la mayoría de las veces, bajo el cobijo y la asesoría de otros colectivos ya más experimentados como los de Tamaulipas, Guanajuato, Guerrero o Michoacán.
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