Buscan a Pamela Gallardo Bajo los Escombros en el Ajusco, Pese a Retrasos y Desorganización
Las omisiones, negligencias y faltantes de equipo básico marcan la nueva búsqueda que se hace en el Ajusco, CDMX, de Pamela Gallardo Volante, desaparecida en 2017
Andrea Vega y Andrés M. Estrada
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Los ojos de Carmen destellan enojo. La búsqueda de su hija Pamela Gallardo Volante debió comenzar a las 7 de la mañana, pero fue hasta dos horas después que arrancó. Las autoridades no trajeron la maquinaría apropiada para remover la tierra y escombros, de donde se cree podría haber una fosa clandestina. La excavadora se atora con unas simples rocas y se le dificulta avanzar.
Otro de las frustraciones de la madre buscadora es ver a los agentes de la Fiscalía de Búsqueda parados. Sin hacer nada. “Se supone que el protocolo dice que sí haces investigación, también debes hacer barrido”, dice en voz alta para que la escuchen al referirse a que deberían examinar el área y hacer investigación de campo. Enseguida reprocha con el mismo tono: “Cómo les encanta sólo tomar fotos”.
Son las 11 de la mañana del lunes 22 de abril de 2024, y este es el primer día en el que se reanudan las labores de búsqueda, cerca de las faldas del Ajusco, al sur de la Ciudad de México. Ha pasado un mes y medio desde que se encontraron restos óseos que aún no han sido identificados.
“La gente llegó tarde. Para nosotros eso es muy grave, porque aquí al mediodía el sol te mata o empieza a llover”, se queja Carmen en tanto trata de dar indicaciones del punto dónde se debe excavar.
En eso arriban elementos de la Guardia Nacional. “Apenas van llegando, cuando son los que tienen que cuidarnos desde el arranque”, lamenta, mientras la excavadora continúa con la remoción de más piedras, basura y tierra que hay, aunque es demasiado pequeña para la magnitud de la labor. Apenas logra sacar un poco de cascajo en cada arrastre. El conductor trata de controlarla, pero se nota la inexperiencia y los nervios.
Esto genera uno más de los retrasos en los trabajos de hoy. Las horas se van desperdiciando y aunque son cuatro días de búsqueda, el tiempo efectivo se reduce.
Con el área un poco despejada, uno de los binomios caninos de la Fiscalía entra a inspeccionar.
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El perro huele, intenta buscar, pero se distrae y corre hacia otro lado. El agente a cargo opta por sacarlo. “Si te fijas todavía está muy verde. No capta. Como que le hace falta que lo entrenen más en cuestiones de este tipo de búsqueda”, suelta la madre de Pamela. Enseguida ingresa otro canino con mayor experiencia de la GN y uno de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX. Ella reflexiona: “Los perros están insistentes en un punto y es por algo”.
Segundos después también una arqueóloga forense revisa el área pero no encuentra nada.
El cielo comienza a nublarse, con amenaza de lluvia, pero Carmen y la agente de la Comisión de Búsqueda de la CDMX, encargada del caso, miran al cielo; como si fueran meteorólogas aseguran que el agua se precipitará en dos horas, contrario a lo que ocurrió en la pesquisa de febrero, cuando el sol quemaba y sofocaba.
Los hallazgos
Esa búsqueda, del 19 al 23 de febrero, se dió después de un año sin explorar el lugar: hubo el hallazgo del hueso de una mano. Un metacarpo. Tras la localización, las labores se extendieron una semana más y el miércoles 28 de febrero y el viernes 1 de marzo se volvieron a encontrar más restos humanos.
Apenas caen unas gotas del cielo llega otra excavadora más grande. La madre buscadora se acerca al conductor para decirle que ya inicie los trabajos, porque han perdido mucho tiempo. Entonces enciende el motor para avanzar mientras la agente de Comisión le indica dónde deberá de remover los escombros. Se nota la pericia. Es mucho más experimentado y rápido remueve una gran cantidad de enormes piedras, tierra y hasta una enorme llanta.
En dos horas el trabajo se ha acelerado, pero minutos antes de las 2 de la tarde esa excavadora se retira. De nuevo se enfurece Carmen. Pide una explicación al personal de la Fiscalía. Por toda respuesta obtiene un, “es que esa máquina nos la prestaron, pero solo un rato, porque debe ir a otro trabajo”. Sus ojos se vuelven a llenar de frustración.
Lo que sucede en estos momentos es opuesto a lo ocurrido hace un mes y medio, cuando, al menos por un par de días del total que se ocuparon, la organización fue mejor y se obtuvieron resultados, narra Ashanti Ríos, prima de Pamela: “Tengo que ser muy honesta, estaban mejor organizados. La verdad es que mucho del equipo de peritaje de la Fiscalía, peritos, forenses y de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) hicieron un equipazo”. Pero en esta ocasión no acudió la CNB.
La falta de personal y maquinaria no es lo único que ha generado retrasos. Tampoco cuentan con un georradar como la vez pasada. “Habíamos pedido prácticamente el mismo equipo, pero la Comisión Nacional no llegó, solo la de CDMX, y ellos traían el georadar, así que no tenemos. Se les entregó el documento para que vinieran y no contestaron”, reprocha Ashanti.
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Tampoco cuentan con suficientes utensilios para inspeccionar la tierra que extraen y así descartar la presencia de restos óseos.
Sólo cuentan con un par de cribas (malla de alambre para separar sólidos). “Y aquí hay que estar remendándolas, esto es constante cada que se viene a búsquedas“, denuncia Carmen. “A los forenses les faltan cosas como no te imaginas. No tienen material digno para buscar a nuestras hijas”, agrega.
Desaparición
La madre de Pamela Gallardo y el resto de su familia han acumulado mucha frustración después de más de seis años de buscarla. La joven desapareció el 5 de noviembre de 2017 tras asistir a un concierto de música electrónica en El Ajusco, en la alcaldía Tlalpan, justo cuando era comandada por Claudia Sheinbaum, quien ahora es candidata a la presidencia.
A partir de esa fecha ha sido un peregrinar para la familia Gallardo Volante, quienes han tenido que volverse expertos en investigación criminal y búsqueda de personas. Ellos son quienes han presionado a las autoridades para que se hagan los trabajos de inspección en el lugar.
Ashanti aún recuerda cómo comenzó a involucrarse: “Empezamos a estudiar cuál sería la dinámica para ocultar cuerpos aquí. Entendimos que no íbamos a encontrar una fosa como en otros espacios territoriales, porque aquí no se pueden hacer hoyos”.
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Luego la familia entendió que bajo las toneladas de montículos de escombro podría haber cuerpos enterrados.
Hicieron un mapeo de la zona de interés y gestionaron la búsqueda. Aunque esta se hizo hasta mayo de 2023. No hubo hallazgos de huesos humanos pero sí de ropa. Eso detonó que la familia insistiera en que ese era un punto donde se debía meter maquinaria para remover el cascajo.
Pero no ha sido sencillo. Han tenido que elaborar los proyectos para justificar cada una de las búsquedas. Incluso en la última ocasión, cuando se encontraron restos óseos. La prima de Pamela cree que la reticencia a seguir los trabajos se debe a que “el problema (de desapariciones en CDXM) es muy grande y han de decir: ‘¿Cómo le vamos a hacer?’ Pero nosotros fuimos muy insistentes”.
Espera de resultados
Son cerca de las 3 de la tarde y la lluvia se ha precipitado por distintos momentos amenazando con parar los trabajos, aunque no se han interrumpido. La labor está casi por concluir sin ningún hallazgo, ese se dará al día siguiente, cuando de nuevo encontraran restos humanos.
Con todo y los descubrimientos, la familia tendrá que esperar, no solo a que concluya la semana de búsqueda, sino a que el Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México (Incifo) les entreguen los resultados de los análisis de los huesos, como ocurre con los hallados a finales de febrero y principios de marzo. Algo que tardará entre ocho y nueve meses, les han dicho las autoridades.
“Seguimos con las mismas violencias institucionales, nos cansan ellos. Nos matan en vida”, sentencia Carmen, casi cuando la búsqueda está a punto de finalizar.
De pronto se conjuntan cerca de 30 elementos del personal de bomberos, de la Comisión, la Fiscalía, Corenadr, un par de madres buscadoras y la familia de Pamela, que con sus manos levantan las últimas piedras removidas. Hacen una fila y comienzan a pasar botes llenos de escombro de un extremo a otro para descargarlos en una pila.
El cansancio se nota en cada uno de ellos. Es momento de parar, comer algo y reponer fuerzas, justo en ese momento la lluvia comienza a bañar el área. La búsqueda continuará en los siguientes días.
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