¿Qué papel tuvo Albert Einstein en la Bomba Atómica?
Te contamos cómo contribuyó Albert Einstein en la creación de la bomba atómica
Elisa de Gortari | N+
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El 6 de agosto de 1945 cayó sobre la ciudad de Hiroshima la bomba atómica Little Boy. Tres días después, la bomba Fat Man cayó sobre Nagasaki. Aquellos dos bombardeos cobraron las vidas de más de 100 mil personas y cambiaron radicalmente la forma en que la sociedad moderna concibe la guerra y la ciencia.
Hoy en día, perviven múltiples mitos sobre la bomba atómica. Uno de los más llamativos es el que relaciona directamente a Albert Einstein con la creación de la bomba atómica. A continuación develaremos cuál fue la relación del científico con la invención del arma más mortífera que haya creado la humanidad.
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“Einstein no sabía las consecuencias de lo que hizo con la bomba atómica”; “Einstein aplicó su ciencia a la construcción de la bomba atómica”. Estos son dos comentarios que pueden encontrarse fácilmente en Twitter si se buscan los términos “bomba atómica” y “Einstein”.
En redes sociales está muy extendido el mito de que Einstein participó de forma directa en la construcción de la bomba. Peor aún: con frecuencia, hay quienes vinculan directamente las ideas de Einstein con la bomba.
¿Einstein concibió la bomba atómica?
En 2019, la cuenta de Twitter @Lecpkim17 tuiteó una imagen con la siguiente petición para sus usuarios: “Dime el dato más inútil que guardas en el cerebro”. A lo que el usuario @Abdielrc_ respondió: “La formula de e=mc^2 fue creada por Einstein y de ahí se derivó la bomba atómica”.
Sin embargo, esta aseveración es falsa.
E=mc² es, probablemente, la fórmula más famosa de todos los tiempos. Fue ideada por Einstein en el año 1905, conocido como el “año maravilloso” en que compuso otros tres trabajos de importancia histórica, en el artículo ¿Depende la inercia de un cuerpo de su contenido de energía?.
La fórmula indica que la masa de cualquier objeto puede traducirse en una enorme cantidad de energía. El biógrafo Walter Isaacson lo explica de la siguiente forma en Einstein: su vida y su universo: “La energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Obviamente, la velocidad de la luz ya es una cifra enorme, y su cuadrado resulta casi inconcebiblemente mayor. De ahí que una diminuta cantidad de materia, si se convierte completamente en energía, genere una fuerza enorme. Un kilogramo de masa, por ejemplo, se convertiría aproximadamente en 25000 millones de kilovatios hora de electricidad”. Isaacson lo simplifica así:
Expresado de una manera más gráfica: la energía contenida en la masa de una uva pasa podría satisfacer casi todas las necesidades energéticas de la ciudad de Nueva York durante un día entero
Sí, la fórmula E=mc² puede emplearse para explicar cómo funciona una bomba atómica, pero de ninguna forma explica cómo hacer una. No se trata de un instructivo.
Por ello, ningún libro sobre radiactividad cita a Einstein como un precursor de la bomba. Hacerlo sería equivalente a decir que las leyes descubiertas por Newton, que definieron la física clásica, son el instructivo para construir un rifle.
Sin duda pueden explicar lo que ocurre con una bala cuando una carga de pólvora se enciende y la impulsa fuera del cañón, pero Newton no nos dice cómo construir un arma de fuego.
¿Quién fue el primero en imaginar la bomba atómica?
¿De qué está hecha la materia? Esta pregunta, que interesó a los pensadores desde los tiempos de Demócrito (responsable de acuñar la idea del átomo), sólo pudo ser respondida cabalmente en el siglo XX. Curiosamente, una de las primeras cosas que descubrieron los científicos fue que los átomos no eran indivisibles.
Ernest Rutherford y más notablemente Pierre y Marie Curie encontraron que el mundo de los átomos no era fijo. En La radiactividad (FCE, 1987), Silvia Bulbulian explica que la radiactividad es un fenómeno natural que ocurre cuando un átomo inestable se desintegra. Como consecuencia de esta inestabilidad, puede emitir partículas alfa (núcleos de helio), partículas beta (electrones cargados) y rayos gamma (luz de muy alta energía que puede atravesar fácilmente la materia).
Si Ernest Rutherford y los Curie fueron los primeros en analizar el mundo inestable de los átomos, Enrico Fermi fue el primero en imaginar el fenómeno indispensable para entender cómo funciona una bomba atómica: la fisión nuclear.
Fermi investigó qué pasaría si bombardeara un átomo con neutrones hasta romperlo. Esta idea sería retomada por Leó Szilárd, un físico húngaro que, ante la amenaza nazi, se refugió primero en Inglaterra y más tarde en los Estados Unidos.
Durante su estancia en Londres, llegó a la conclusión de que si un elemento libera dos neutrones al fisionarse, estos podrían, a su vez, golpear y romper a otros dos átomos. Ese fenómeno exponencial se conoce como reacción en cadena; y Szilárd fue el primero en saber que esto podía liberar cantidades de energía mucho mayores que las de cualquier arma química.
¿Cómo contribuyó Einstein a la construcción de la bomba atómica?
La mayor preocupación de Leó Szilárd no era si sería posible construir dicha bomba, sino quién podría construirla primero. Según explica Isaacson, Szilárd compartió sus preocupaciones con otro físico refugiado, Eugene Wigner. Ambos concluyeron que los nazis podrían intentar la construcción de dicho artefacto.
Sabedor de que no tenía ninguna influencia entre aquellos responsables de tomar las decisiones importantes en el mundo, Szilárd decidió visitar a un conocido suyo que sí podía advertir a al gobierno de los Estados Unidos: Albert Einstein.
En 1939, visitó a Einstein en una casa de campo de Long Island. Fue durante esa visita que Einstein oyó por primera vez de la reacción en cadena que permitiría convertir unos cuantos kilos de uranio en una bomba sin precedentes. “¡Nunca había pensado en ello!”, dijo tras la exposición de Szilárd.
Juntos, los dos científicos esbozaron una carta que Einstein haría llegar con su firma a Franklin D. Roosevelt. Esa carta pasaría a la historia como la verdadera contribución de Einstein a la construcción bomba.
Él no participaría en el proyecto Manhattan, encabezado por Robert Oppenheimer. Sin embargo, su nombre quedaría ligado a la bomba no por un descubrimiento científico, sino por una acción política.
La bomba que cambió todo
Según explica María Esther Brandan en Armas y explosiones nucleares (FCE, 1988) la energía liberada por mil toneladas de TNT se consideran un kilotón. La bomba arrojada en Hiroshima tenía 13 kilotones. Es decir: explotó con la fuerza de 13 mil toneladas de TNT.
Por un momento, la temperatura en el centro de la explosión rebasó la del Sol. Paradójicamente, Little Boy tenía un tamaño modesto en comparación de los arsenales actuales.
Muchos años después de Hiroshima, Einstein llegó a declarar que, de haber sabido que los nazis no estuvieron cerca de construir la bomba atómica, él no habría colaborado con la carta que propició su construcción en los Estados Unidos. Así se sintieron igualmente muchos de los científicos que participaron en aquel proyecto.
Por desgracia, una vez descubierta la bomba atómica, nada impidió el desarrollo de armas más letales. Pronto Estados Unidos desarrolló un arma aún más potente donde no se rompían átomos, sino que se fusionaban, como en el núcleo del Sol. Estas bombas, nombradas como “termonucleares”, empleaba una bomba de fisión como mero gatillo para fusionar el hidrógeno.
Posteriormente, la URSS consiguió crear sus propias bombas de hidrógeno. La Guerra Fría llenó de temores inusitados al mundo. La ciencia ya no era solamente la disciplina que descubrió los antibióticos y las vacunas; también era la responsable de haber llegado a un invento capaz de cauterizar la superficie del planeta.
Por correo electrónico he preguntado al escritor Jorge Volpi sobre el efecto que tuvo la bomba atómica en la percepción que tienen las personas y los propios científicos sobre la ciencia:
Creo que fue un efecto mayúsculo que por alguna razón se nos ha olvidado (aunque la guerra de Ucrania lo ha resucitado un poco). Toda la Guerra Fría estuvo marcada por ese temor, asociado luego a la idea de la destrucción mutua asegurada. Si la ciencia empezó a verse otra vez como un gran peligro fue en buena medida por la asociación con la bomba. Un miedo que inexplicablemente se desvaneció tras el fin del orbe soviético, aun cuando ahora más países que nunca tienen bombas nucleares, incluidos países como Pakistán o Israel
En 1999, Volpi escribió En busca de Klingsor, novela donde un agente debe capturar al científico alemán que estaría detrás del proyecto nazi para desarrollar una bomba atómica. Cuando le pregunto cómo juzgarán los humanos del futuro la invención de la bomba atómica, me responde:
Creo que cada vez se juzgará con mayor dureza el doble bombardeo de Japón. Como fueron los aliados, y en particular Estados Unidos quien la usó, y además en Japón y no en Europa, hubo un intento por nunca decir que fue un brutal crimen de guerra. Hoy todavía cuesta trabajo admitirlo así, pero creo que al cabo terminará por ser más clara la brutalidad que marcó a todos los científicos que participaron en su desarrollo
No es descabellado pensar que Albert Einstein hubiera concordado con esta idea sobre la crueldad que distinguió a los científicos del siglo XX. Al respecto, el propio Einstein escribió:
El poder liberado del átomo ha cambiado todo, excepto nuestra manera de pensar