La Basura Espacial Podría Impedir que Salgamos del Planeta en los Próximos Años, Según Estudio
Un nuevo estudio aborda la posibilidad de que la basura espacial impida que nuestras naves espaciales abandonen el planeta en el futuro próximo
Elisa de Gortari | N+
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La exploración espacial fue uno de los grandes hitos tecnológicos el siglo XX. La humanidad pisó la Luna y conquistó el espacio exterior. En el siglo XXI, la industria espacial ha revivido y ahora los sueños apuntan a la colonización de nuestro satélite y de Marte.
Pero hay un problema: como el resto de las actividades humanas, la exploración espacial crea basura. Cada año, decenas de satélites se convierten en basura espacial que orbita la Tierra. Un nuevo estudio puso fecha para el momento en que estos escombros serán tan abundantes que nos impedirán abandonar el planeta en nuestras naves.
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El creciente problema de la basura espacial
Cada año, las agencias espaciales y las empresas privadas, como SpaceX, lanzan un promedio de mil 100 satélites. Algunos son satélites de investigación, como el LignoSat, que está hecho de madera. Otros tienen propósitos comerciales, como los del proyecto StarLink.
Pero hay algo que todos los satélites tienen en común: tarde o temprano todos entrarán en desuso, se volverán obsoletos y se convertirán en basura espacial. Eventualmente, ya sea en cuestión de años o de décadas, estos satélites terminan precipitándose a la atmósfera, donde se desintegran.
Pero esto no quiere decir que sea seguro dejarlos en órbita. A veces estos artefactos quedan en una órbita equivocada, a veces chocan entre sí. También los lanzamientos fallidos de cohetes contribuyen a la acumulación de objetos humanos órbita y todos estos objetos en conjunto son la llamada basura espacial.
La cantidad de objetos flotando alrededor del planeta no es menor. Según la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) cerca de 100 millones de pedazos de basura espacial orbitan la Tierra.
Estos pedazos de basura no retozan tranquilamente; por el contrario viajan a velocidades descomunales, de 28 mil kilómetros por hora, seǵun la NASA. Esto quiere decir que hemos llenado el espacio alrededor de la Tierra de basura que viaja más rápido que las balas, apenas llegan a los mil 200 kilómetros por hora.
¿Qué es el síndrome Kessler y por qué este explica el peligro de la basura espacial?
Un problema de la basura espacial es que, cuando esta choca entre sí, genera más residuos que son más pequeños y peligrosos. Según cálculos matemáticos no es imposible que llegue un punto en que las colisiones de basura sean tantas que los residuos se reproduzcan de forma exponencial, hasta imposibilitar la salida de naves hacia el espacio.
Este fenómeno es conocido como síndrome Kessler, en honor a Donald J. Kessler, el científico de la NASA que propuso este escenario. Aunque la posibilidad de tener un cielo cubierto de balas que impide más lanzamientos espaciales es completamente real, no abundaban los estudios sobre cómo y cuándo podría ocurrir.
Un nuevo estudio elaborado por el Instituto de Análisis de la Defensa de los Estados Unidos ha propuesto que el síndrome Kessler podría volverse un hecho en las próximas décadas. Según el estudio publicado en The Journal of the Astronautical Sciences, las colisiones imparables de basura espacial podrían comenzar en 2050.
El estudio tomó en consideración el ritmo actual de lanzamientos espaciales, así como el promedio de fragmentos que se producen cada vez que dos satélites chocan en órbita. Según sus cálculos, cuando dos objetos colisionan se generan entre entre 300 y mil 500 pedazos de basura espacial.
¿Hay solución para la basura espacial?
Actualmente, existe un acalorado debate entre científicos, agencias y empresas para definir cómo enfrentar el problema de la basura espacial. Algunas agencias proponen que los satélites en desuso regresen a la Tierra en cinco años y no en la tasa actual, que es de 25 años.
Por su parte, la ESA ha desarrollado un proyecto para lanzar una nave que recoja grandes restos de basura y las saque de órbita. Estas acciones podrían controlar el ritmo al que crecen los fragmentos de mayor tamaño, pero aún no hay una solución específica para los fragmentos pequeños que giran a gran velocidad alrededor de la Tierra y que pueden causar un gran daño.
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